Por: Redacción
Guadalajara, Jalisco. 02 de abril de 2018. (Letra Fría). – Las campañas de candidatos a presidente de la República y de candidatos a gobernadores, iniciaron oficialmente. Éstas no son unas elecciones normales, ocurren en una situación nacional y estatal por demás problemática, trágica. Si la desigualdad social creciente y la consecuente pobreza son de por sí tragedias existenciales, mucho más que discursivas o estadísticas, la tremenda situación de inseguridad pública intensifica el sentimiento de incertidumbre que en nuestro país se ha generalizado.
El clímax delictivo es muy evidentemente la sublimación última de un modelo económico que privilegia al hábil y margina al ético. No es un asunto que culpabilice sólo a quienes se les considera delincuentes, sino a quienes pescan sin pudor en este río revuelto, con una hipocresía que se disfraza de respetabilidad: empresarios que abusan de sus trabajadores y que participan de la corrupción, funcionarios que omiten sus responsabilidades y olvidan servir a la sociedad, una lista que inicia en los más poderosos sentados en el cinismo y que termina en los más débiles atrapados en la desesperación.
En una situación tal, la frivolidad es ofensiva, enoja. En ello, los candidatos enfrentan un reto discursivo nada pequeño. ¿De qué hablar, en qué tono? Los ciudadanos esperan campañas que sean a la vez debates serios, profundos, que los representen en sus sentimientos y en sus reflexiones.
Lo cierto es que tales preguntas ni siquiera debieran estar ya en la mente de los candidatos, pues se supone que son jaliscienses, que viven también la cotidiana frustración, que conocen a Jalisco, a sus respectivos municipios o distritos.
No es, por supuesto, un asunto que toque sólo a los candidatos. Los ciudadanos deben exigir seriedad y sensibilidad a los candidatos, hacerles saber su rechazo cuando éstos no estén a la altura de las circunstancias.
Hoy por ejemplo, en nada suena serio prometer continuidad. ¿Continuidad de qué? ¿De la desigualdad social y económica? ¿De la corrupción y de la impunidad? ¿De la inseguridad física, psicológica, material, jurídica? ¿De visiones políticas y gubernamentales meramente gerenciales, tecnocráticas, de escritorio?
Como se ve, lo que está en juego durante estos procesos electorales, para los candidatos y para los ciudadanos todos, es algo muy serio: nuestra propia existencia individual y social.
Es hora ya de tomarnos en serio.
* Este contenido es la opinión del autor y no necesariamente la de Letra Fría *