Por: David Chávez Camacho
Autlán, Jalisco. 27 de mayo de 2019. (Letra Fría) Por estos días, algunos medios de comunicación registraron la estadía en Jalisco del doctor José Narro, ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud federal en el gabinete de Enrique Peña Nieto. Estuvo en Guadalajara, en Zapopan y en San Juan de los Lagos, reuniéndose con cuanto priista pudo –con cuanto priista pudo significa con los pocos que quisieron asistir a escucharle-.
No es que el doctor Narro resulte poco interesante, es un hombre mayor, inteligente, culto, como pocos hay en la política profesional y aún menos en el PRI. El problema de que pocos quisieran escucharle residió es que muy pocos quieren ya saber del Partido Revolucionario Institucional, aunque Narro Robles aspire a la presidencia nada menos que del Comité Ejecutivo Nacional de ése partido que alguna vez fue partido de masas y luego se convirtió en partido de transas. Lo cierto es que ya difícilmente llenan un salón de eventos, pues a las actividades del PRI ya no quieren asistir ni los priistas.
En Zapopan, el doctor Narro se reunión con militantes priistas de a pie. Hubo quien le dijo que al PRI se le convirtió en partido de derecha y que eso era una traición a la historia de ese partido. Narro sólo pudo responder que el PRI es un partido en el que todos caben. La respuesta dejó insatisfechos a más que uno.
Ésta pudiera ser denominada la crónica del tedio partidista. El PRI desprestigiado, abandonado, oloroso en verdad a traición, a olvido, a indiferencia, a cinismo, se ve ahora como un partido que perdió su lugar en la historia, pues ya no parece tener lugar, sino sólo tiempo, el pasado.
Al leer lo informado al respecto por los medios de comunicación, poco me interesó, muy poco me provocó a curiosidad. Sin embargo, algo de lo dicho en las reuniones referidas debe ser atendido por los ciudadanos de México y de Jalisco. Los priistas, por lo menos los priistas del nivel directivo, le apuestan al fracaso de los gobiernos de MORENA y de MC, para que el PRI se suba a la desmemoria y a la nostalgia y pueda en el futuro volver al ejercicio del poder público en los órdenes nacional y estatal.
La amenaza priista no puede ser echada en saco roto. Ante tal advertencia de la mezquindad priista no se puede ser indiferente, no lo podemos ser ni los ciudadanos comunes ni los gobernantes de MORENA o de MC. Y es inevitable hacer una pregunta. ¿Pueden los nuevos gobiernos, los gobiernos que se han presentado como generadores de cambios y de vuelta a la política social, fracasar? Bueno, es posible, si no se toman en serio, si no son congruentes, si al ejercer el poder caen en la misma soberbia que los priistas llevaron a niveles de franca impunidad y cinismo.
La pregunta es por demás pertinente. ¿Qué pasaría si la refundación y la transformación prometidas terminan en una nueva decepción? Lo cierto es que nada positivo sobrevendría. Tal vez haya quien diga que me pongo catastrofista muy pronto, pero ¿cuándo ya no es pronto?, ¿cuándo ya es tiempo de resultados?
Los nuevos gobiernos no podrán estar por siempre justificándose en el cliché de ser herederos de los errores del pasado. Cabe hacer notar que el periodo denominado “luna de miel” ya terminó para los gobiernos federal y estatal.
Te lo digo, Juan, para que entiendas, Pedro.