Kathya Elizabeth Orozco Medina vivió en la comunidad de Mezquitán. Cursó los primeros tres semestres en la Escuela Preparatoria Regional de Autlán, cuando terminó el tercero se fue a vivir a Estados Unidos, entró a la preparatoria Anderson Valley High School, después fue aceptada en la Universidad de Berkeley y en este mes se graduará de dos licenciaturas.
Por: Mayra Vargas
Autlán, Jalisco. 07 de mayo de 2019. (Letra Fría) Kathya Elizabeth Orozco Medina tiene 23 años, es autlense. Parte de su niñez la vivió en la comunidad de Mezquitán. A los 16 años decidió irse a Estados Unidos en busca de sus sueños, estudiar la preparatoria y ser aceptada en una universidad.
La joven fue una de las78 mil 918 estudiantes que postularon hace cuatro años a una carrera en la Universidad de Berkeley, una de las instituciones de educación superior pública más importantes del país. De los más de 78 mil postulantes, únicamente fueron aceptados 13 mil 321 estudiantes, de esa cantidad, una minoría son latinos:
“Los latinos que son aceptados son como el cinco por ciento, la comunidad latina ahorita es de 3 mil 341, entonces, es difícil ser aceptado en la Universidad de Berkeley en general, pero es más difícil ser aceptado como una persona de una minoría y como una persona emigrante”.
“Hasta este año no conozco a nadie que haya venido a la edad que yo vine y se haya venido directo a Berkeley. En la escuela es muy raro que veas latinos”, así lo explicó Kathya en entrevista a Letra Fría.
En este mes Kathya se graduará de dos licenciaturas: una en Estudios Legales y otra en español con un enfoque bilingüe, Literatura Latinoamericana. El siguiente paso de la joven autlense será ocupar un lugar en la Escuela de Leyes para convertirse en una abogada experta en temas de migración:
“Básicamente aquí en Estados Unidos tienes que ir a la universidad por cuatro años antes de poder ir a la escuela de leyes que esa es mi próxima meta, entonces estoy en ese proceso de aplicar a la escuela de leyes, quiero ser una abogada en migración y quisiera abrir un despacho jurídico en donde mis papás viven, porque los migrantes que viven ahí no tienen tantas oportunidades”, dijo.
El desafío: Ser mexicana y aprender inglés.
Kathya cursó los primeros tres semestres en la Escuela Preparatoria Regional de Autlán, pero cuando terminó el tercero se fue a vivir a Estados Unidos, ahí entró a la preparatoria Anderson Valley High School, pero como no sabía el idioma inglés, el reto fue aprenderlo:
“Como no sabía inglés tuve que comenzar básicamente de cero y la verdad fue muy difícil ya que yo sentía que como existía este estigma para las personas que no van en el grado de acuerdo a su edad y eso fue lo que me pasó a mí. Fue un poquito difícil lidiar con la diferencia de edad, pero al final me benefició porque tuve tiempo suficiente para poder terminar la prepa y terminar con los requerimientos pare la universidad”.
Cuando ella llegó a Estados Unidos su papá ya radicaba allá. Cuando era pequeña él se fue a trabajar a los viñedos. Otra parte del proceso fue cuando su madre se jubiló y junto con su hermano, también se fueron a radicar para allá cuando Kathya reorganizaba su vida en el vecino país.
Para la joven universitaria adaptarse a la vida de Estados Unidos, su cultura, tradiciones y formas de relacionarse resultó complejo, por su origen mexicano:
“Hasta el día de hoy es un problema que tengo que lidiar día a día, obviamente he tenido buena experiencias y malas, en el tema de la identidad me costó mucho trabajo encontrarme, porque los valores y tradiciones que traigo de crianza de México son muy diferentes a los que las personas con las que me he encontrado aquí”.
Buscar un lugar en la universidad representó para la joven de 23 años un reto agotador, no solo académicamente, sino también desde lo personal y familiar:
“Lo que hice en la prepa fue muy cansado, agotador, pesado no solo por la parte académica, también por la parte familiar y las crisis existenciales que me daban al mismo tiempo”.
Kathya explicó, que cuando recibió la carta por correo, de parte de la Universidad de Berkeley no la quiso abrir, su prima lo hizo y fue ella la que le dio la noticia:
“Lloramos mucho cuando me mandaron el correo, de hecho yo ni quería revisarlo, me llegó, no lo abrí, mi prima fue la que me dijo, aplica, y yo le decía que no, que no me iban a aceptar y ella fue la que lo revisó. Me dijo que fui aceptada y empezamos a llorar todos y fue algo muy bonito y emotivo, fue un día muy feliz, porque pudimos ver que todo lo que había hecho había tenido frutos”.
Trabajar con la comunidad migrante en tierra norteamericana
Además de lo académico, Kathya mencionó que ha trabajado con grupos de migrantes de distintas formas, primero fue voluntaria en una organización encargada de ayudar a migrantes en casos de asilo o refugiados:
“También en cambiarles su estado migratorio y otras clases de estudios legales me han puesto en el momento exacto para encontrar gente que está en organizaciones sin fines de lucro y que ayudan a migrantes porque esa es mi pasión, trabajar con ellos”.
La joven estudiante ha apoyado en algunos programas donde ha ayudado a llenar aplicaciones del programa Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA):
“Afortunadamente he aprendido la teoría en clase y he practicado lo que he aprendido en estos centros, con relaciones interpersonales con la comunidad emigrante en el área de San Francisco y Berkeley”, así lo detalló.
Actualmente trabaja en una organización sin fines de lucro, donde es supervisora de un programa que apoya a las personas en su declaración de impuestos tributarios, servicios costosos en Estados Unidos.
Los sueños de Kathya siguen su marcha; uno de sus sueños una vez entrando y culminando la Escuela de Leyes, es abrir un espacio para que las personas migrantes que necesitan ayuda puedan recibir orientación. También le gustaría trabajar en oficinas de migración del gobierno de los Estados Unidos.