Por: Maricela Páez Gutiérrez
Guadalajara, Jalisco. 01 de marzo de 2018. (Letra Fría).- La guerra contra el narcotráfico que en la última década se ha vivido con gran intensidad en nuestro país nos ha llevado a un estado de violencia e inseguridad desmedida.
Las consecuencias directas de una guerra inútil las está pagando directamente la sociedad civil. Nos encontramos entre fuegos cruzados que afectan nuestras vidas, no tenemos confianza en las autoridades y la contaminación de las instituciones que tienen como misión protegernos, hoy se encuentran sin legitimidad.
El saldo de la guerra son 150 mil muertos, 27 mil desaparecidos y 35 mil desplazados según la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La pregunta que sigue ante tan penosa realidad es: ¿se han minado los grupos delictivos? Con plena confianza podemos decir que no, sabemos y sentimos que nuestra realidad empeora día con día.
La guerra ha sido estéril porque un eslabón de la cadena delictiva no se aborda y no se cuestiona, como son los consumidores de drogas no legalizadas. Se quiera reconocer o no, la demanda de estupefacientes aumenta día con día, la adicción a las drogas representa el sentido mayor del narcotráfico, sin embargo, la mirada institucional y la demanda hipócrita del país vecino E.U. de acabar con el narcotráfico no quieren reconocer que los dos países tienen un grave problema de salud pública que origina un problema de seguridad a la ciudadanía.
Mientras la demanda de estupefacientes persista y peor aún, aumente, el problema del narcotráfico no disminuirá pese a los grandes intentos de la autoridad por dar una batalla que cuesta mucho dinero y está dando pésimos resultados.
Urge que se aborde en toda su complejidad el tema de las adicciones, que se invierta en prevención, atención a enfermos con adicción y educación social, la verdadera batalla que tienen los gobiernos es la salud pública que implica un sinfín de componentes porque las adicciones son complejas, rebasan condición, estatus, nivel de escolaridad, los motivos para consumir drogas también son múltiples, por lo cual debe de desmitificarse el uso de drogas y asumir desde un marco legal que los consumidores de drogas en etapa adulta son responsables de sus propias decisiones y deben asumir la responsabilidad personal, legal, social y política de las mismas
Legalizar las drogas generaría un desmantelamiento de los círculos viciosos con doble moral entre autoridades y grupos delictivos, la batalla entonces sería, por la educación, la readaptación y la salud pública, esa, sin duda, daría mejores resultados, porque los que hoy tenemos, son catastróficos.
Esta columna fue publicada en la página 3 de la edición impresa de febrero de Letra Fría. #ApoyaElPeriodismoRegional