Por: Cuauhtémoc Vidrio.
Autlán de Navarro Jalisco. 21 de mayo de 2018. (Letra Fría).- “Miles de personas han sobrevivido sin amor; ninguna sin agua”, frase de W.H. Auden. La cito para enfatizar que nos acercamos al punto sin retorno. En la anterior columna, abordamos la relación del cambio climático con el agua. Ahora abordaremos sus implicaciones en la vida diaria.
Dependiendo de la ubicación geográfica se proyecta su determinado impacto en materia hídrica por cambio climático. En México, así como en países de latitudes cercanas, como consecuencia de las alteraciones en precipitación y escurrimientos, se proyecta una disminución en la disponibilidad de agua dulce, lo cual implica sequía, desertificación, disminución de la humedad del suelo, contaminación por intrusión salina y menor recarga de los mantos acuíferos.
Si bien, estas implicaciones son motivos bastos y suficientes para preocuparnos, también debemos tener presente que el déficit de agua, ocasiona estragos directos sobre los sectores agrícola y ganadero, reflejándose en menor capacidad productiva y escasez de alimentos. No sólo se trata de no tener agua suficiente para descarga de sanitarios, ducharse, regar el jardín y lavar los trastes, también significa que disminuiría la capacidad de producción alimentaria: cereales, carne, frutas y verduras; al mismo tiempo, la escasez de estos productos causaría aumento de sus precios.
Ahora bien, el cambio climático no es el único causante de la problemática hídrica. El uso negligente y desperdicio del agua son otros motivos para hacernos pagar las consecuencias de la escasez. En todos los contextos, se puede mejorar considerablemente el uso del vital líquido. En todos los contextos, sin excepción.
Si hablamos del sector agrícola que consume casi el 70% del agua (CONAGUA, 2016), la tecnificación de riego es un paso necesario. En el ámbito municipal, un gran porcentaje (a veces de más del 60%) se fuga en las redes de agua potable por su mal estado (falta de mantenimiento y vencimiento de su vida útil). En casa, definitivamente podemos contribuir. Tomando duchas de no más de 5 minutos y 95 litros, lavando el automóvil con el agua de una cubeta, regando solamente de noche, no dejando el grifo abierto al lavarse las manos o rasurarse, etc. Todos podemos contribuir significativamente. Continuaremos en la siguiente edición con otro enfoque.
AJEM