Por: Lourdes Cano Vázquez
Guadalajara, Jalisco. 27 de marzo de 2019. (Letra Fría) Una vez sentado en la silla presidencial, es decisión propia cómo pasar a la historia. Estoy segura que todos ellos en algún momento se creyeron la ambiciosa idea de ser el mejor presidente de la historia, pero olvidaron el pequeño detalle de que todos son humanos, por lo tanto, llenos de matices.
Aquí un pequeño contexto histórico: en septiembre de 1821, la guerra de independencia ya había visto pasar sus momentos más álgidos; Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide firman el Plan de Iguala, y con ello, la independencia de México y todo lo que significa: reconocimiento, respeto, soberanía. Todo se sella con la entrada del ejército trigarante a la ciudad de México, quizás uno de los pocos símbolos victoriosos de nuestra historia con el que se inició la vida del México independiente; más de una década después, en 1836, México y España firman un tratado definitivo de paz, dejando atrás añejas diferencias.
Estamos hablando de casi doscientos años de los que López Obrador hizo alarde de ignorancia; reclamar disculpas quinientos años después no solo es ridículo, es algo totalmente fuera de lugar y de todo comportamiento diplomático; terminada la lección de historia hay que ir al fondo de las cosas.
Lo fácil es quedarse con el tema de las disculpas, la nota graciosa y no querer ver lo verdaderamente importante; los avances contra el robo de combustible, el conflicto de intereses en la elección de la nueva ministra de la Suprema Corte o la compra de 360 toneladas de carbón al senador Guadiana, por citar algunos ejemplos.
Aquí es hacer la nota fácil y ruidosa para no responder a quienes preguntan por resultados, porque entonces si cuestionas, si abucheas o si pides replica eres fifí,es decir, un conservador pernicioso, demasiado preocupado que espera el momento en el que el supremo líder se equivoque para correr a señalarlo malintencionadamente.
Es fifí exigir transparencia en las licitaciones, en la operación de programas sociales, en el respeto a las instituciones, sus funciones y autonomía, elevar el debate, exigir equidad de género; de repente se volvió quisquilloso y es mal visto exigir principios democráticos; cómo nos vamos a atrever a reclamarle algo al mejor presidente que hayamos tenido desde Juárez, dicen, defendiendo sin argumentos lo indefendible.
Chayoteros, fifís, dicen, pero hablemos mejor de crecimiento económico y proyecciones para este año, hablemos de números en violencia, de desaparecidos, de periodistas asesinados, de los carteles de la droga diversificados a extorsión, secuestro y huachicol, hablemos de conflictos de interés como forma de corrupción; hablemos de lo desalentador que suena todo en conjunto y convenzan a alguien que no está enamorada de AMLO de que vamos hacia la mayor transformación que haya visto el país desde la Reforma, pero con argumentos, no con obras teatrales venidas del siglo XIX.