Por: Redacción
Autlán de Navarro, Jalisco. 21 de marzo de 2019. (Letra Fría) Con tambores y trompetas, esta mañana le rindieron homenaje a Benito Juárez García, el Benemérito de las Américas por el 2013 aniversario de su natalicio.
En esta ceremonia cívica participó el 102 Batallón de Infantería, ciudadanos de instituciones educativas y civiles, integrantes de partidos políticos y autoridades locales.
El homenaje se llevó a cabo en el busto de Benito Juárez, que se encuentra en la Avenida Hidalgo.
El Licenciado Enrique Ulises Peralta Uribe en representación de la Logia Simbólica Cofradía de la Luz #60, recordó las hazañas realizadas por Juárez, las cuales dejaron un valioso legado para las leyes de nuestro país.
En la conmemoración también destacó la participación del Centro Cultural Marcelino García Barragán #38 con un discurso emitido por el profesor Jesús Medina García.
El alcalde habló también sobre el legado de Benito Juárez García.
En el busto del Benemérito se colocaron ofrendas florales y se rindieron las respectivas guardias de honor, acto al que se sumaron la Sociedad Mutualista de Artesanos y la Sociedad Mutualista de Señoras y Señoritas, sección 47 de Trabajadores de la Educación y representantes de diferentes partidos políticos con presencia en el municipio.
Benito Juárez fue un político liberal mexicano, presidente de la República entre 1858 y 1872. Tras un periodo de tres décadas en que el conservador Antonio López de Santa Anna había dominado la vida política del país, Benito Juárez se esforzó en sus mandatos en llevar a la práctica el ideario liberal, dictando leyes para hacer efectiva la reforma agraria, la libertad de prensa, la separación entre la Iglesia y el Estado y la sumisión del ejército a la autoridad civil.
Su labor modernizadora topó con inmensas dificultades: la reacción conservadora dio lugar a la guerra de Reforma (1858-1860) y los problemas económicos motivaron el impago de la deuda y la intervención francesa en México (1863-1867). No menos convulsos fueron sus últimos años, y las deserciones surgidas de su propio partido llevarían, tras su fallecimiento, a la longeva dictadura de Porfirio Díaz. Pese a que pocas de sus realizaciones fueron duraderas, su entrega a unos ideales de justicia social es justamente apreciada, y la historiografía lo reconoce como la figura capital del liberalismo mexicano en el siglo XIX.