Rieleras y juanes, esta Adelita tenía un profesor en la Universidad que decía que si las personas supieran cómo se hacen los periódicos los leerían de rodillas por la gran cantidad de trabajo de cobertura informativa, de análisis y reflexión, así como los cuidados de una gran cantidad de personas para la edición y presentación de la información.
Ya sabemos que las décadas han pasado y ahora muchos de los procesos se agilizan con el uso de tecnologías para la corrección de estilo, aunque es de llamar la atención que ahora es más común encontrar erratas de ortografía y redacción, aún con todos los procesadores de texto que existen, así como imprecisiones o generalizaciones producto del uso de la inteligencia artificial.
La práctica periodística ha sido tema de escrutinio desde hace un siglo cuando Robert Park investigador de la Escuela de Chicago, se puso a analizar lo que hacen los periodistas y encontró que las noticias no son reflejo de la realidad sino una forma particular que una profesión tiene –la periodística- de dar a conocer los sucesos que elige para hacerlos noticiables.
Park junto con Walter Lippman, ya en la década de los 40 del siglo pasado, dieron pauta para toda una serie de aproximaciones de investigación que se enmarcaron en la sociología de la producción noticiosa. Una serie de estudios que desencarnan la práctica periodística para reconocer que las maneras de hacer las cosas, o las lógicas de producción noticiosa, claro que tienen que ver con la ética, la teoría periodística y los factores de interés periodísticos, pero también están vinculadas con prácticas e intereses personales, organizacionales e institucionales.
Porque los medios por supuesto que son empresas que necesitan subsistir y para ello precisan de flujos de capital, aunque, se ha buscado que estos intereses no se coloquen por encima de los valores informativos, lo que no todas las empresas logran, y a veces, ni siquiera se dan cuenta de esos límites.
Justo por eso es que los investigadores sociales, como los académicos y científicos de diversas áreas, se han dado a la tarea de hacer notar estas características del campo periodístico para identificar las oportunidades de mejora del periodismo, pues al fin y al cabo prevalece el reconocimiento de su importancia para las sociedades democráticas que aspiran a seguirlo siendo en favor de la equidad y la justicia social.
Ahora que, hablando de democracia, que en nuestro país se enarbola en la división de poderes en Ejecutivo, Judicial y Legislativo, ¿qué tal la muestra de sensibilidad social que dieron los diputados en San Lázaro, que con el pretexto del homenaje a la Sonora Santanera se pusieron a bailar? A esta Adelita lo que le vino a la mente es ¿cómo se construirá y planeará la agenda legislativa?, ¿tendrán un tipo de sensor ético que alerte cuando los actos de los legisladores se desvían de su cometido con los recursos del erario público?, ¿algo así como conciencia política colectiva?
Dan ganas de ponerse a investigarlos también con una mirada sociológica para ver si damos con las lógicas del trabajo legislativo, y en una de esas hasta encontramos “espacios de mejora” en el marco de las urgentes necesidades sociales que a esta nación le apremian.
