Rieleras y juanes, esta Adelita metida a académica y gestora de programas educativos universitarios anda ahora en el berenjenal de difundir la licenciatura en Comunicación digital y periodismo, un plan de estudios resultado de la evolución y ampliación del campo de conocimiento de la actual carrera de Periodismo que tantas satisfacciones me ha dado, pero sobre todo ha sido generadora de profesionales de la información que han hecho la diferencia en nuestro estado y otros del país.
Y miren por dónde estando en la investigación para estas carrilleras me encuentro que hoy 13 de noviembre se recuerda que hace 175 años se llevó a cabo la primera transmisión telegráfica en nuestro país, allá en 1850 en la Ciudad de México –en congruencia con el histórico centralismo que nos caracteriza- entre el Palacio Nacional y el Colegio de Minería, y quien lo hizo posible fue el servicio telegráfico construido por Juan de la Granja, un comerciante, empresario y diplomático mexicano, de origen español.
Nacido en la provincia de Vizcaya, España, la biografía de Juan de la Granja incluye sus vicisitudes aventureras impulsadas por su vocación comercial, pero que se encontró con el mundo de las comunicaciones en particular al ser fundador en Nueva York del periódico “El noticioso de ambos mundos”, editado en lengua castellana para salir en defensa de los ataques que la prensa estadounidense hacía en contra de españoles y mexicanos, todo esto de acuerdo con lo publicado por Miguel Salinas y Graciela Cruz.
El telégrafo como medio de comunicación
Por su parte María Luisa Millán, investigadora de la UNAM se refiere a cómo el telégrafo fue el primer medio que puso en la realidad la posibilidad de una comunicación inmediata. En este sentido podemos decir que, en términos de acortamiento de las distancias y los tiempos para comunicar, el telégrafo es el primer antecedente práctico de lo que hoy todos experimentamos de manera cotidiana, y por lo tanto casi sin darnos cuenta, al utilizar nuestros teléfonos celulares para enviar y recibir mensajes.
Don Porfirio visionario y listo como fue con la extensión de las líneas ferroviarias, también se percató de las posibilidades que las comunicaciones telegráficas le ofrecían para su gobierno, por lo que recurrió a esta tecnología para enterarse de manera expedita de lo que sucedía en otras partes del país, incluso las más lejanas –no le fuera a pasar lo mismo que a López de Santa Anna- así como para labores de espionaje, esto también de acuerdo a Millán.
Eso son las telecomunicaciones, tecnologías que irrumpen en nuestra vida causando asombro en sus inicios pero que se filtran hasta los procesos de control y poder y a nuestra vida diaria y la asumimos como algo dado para luego convertirse en un derecho vinculado a nuestra libertad para compartir y diversificar ideas.
Así que cuando se topen con alguna oficina de telégrafos, porque todavía hay, aunque por el desuso junto con las de correos pasan cada vez más desapercibidas, sería bueno recordar que las ideas y la infraestructura de operación que las hicieron posible, fueron antecesoras de ese aparato que traemos en la mano o en la bolsa y sin el cual no concebimos resolver el día a día.





