Tras de ellos, los tacos de asada, de barbacoa, de tripa y de chorizo nos guiñan el ojo con el afán de hacernos perder la compostura. Nos resistimos estoicamente y continuamos.
Los posibles clientes entran y salen de forma constante. Una irritada anciana exige insistentemente que le presenten un modelo que ya no existe y no la convencen ni los argumentos de las vendedoras ni las alternativas ofrecidas por los dueños. Decide darse
Después de un recorrido de aproximadamente cuarenta y cinco minutos llegamos a la terminal aérea. Agradecimos la amabilidad de nuestro piloto quien nos despidió con una sonrisa, deseándonos buen camino.