La cena había estado fabulosa: rica comida, buena bebida y charla interesante, ¿qué más podíamos pedir?. En el traslado a casa, decidí parar a cargar gasolina pues la camioneta ya indicaba tal necesidad. Recordaba los consejos de un camarada mecánico: “el marcador
Pocos minutos transcurrieron para que se escuchara el aullar de las sirenas acercándose con rapidez. La empinada calle con innumerables piedras sueltas complicaba el acceso de los socorristas y el traqueteo de los enormes camiones sobre la inestable superficie lo hacía evidente.