Bolear, lustrar, dar grasa a los zapatos. Usualmente los domingos, una vez concluida la misa de las nueve de la mañana y mientras caminaba a mis ocho años a corta distancia suya, mi padre se dirigía hacia los portales. Entre el bullicio
Pocos minutos transcurrieron para que se escuchara el aullar de las sirenas acercándose con rapidez. La empinada calle con innumerables piedras sueltas complicaba el acceso de los socorristas y el traqueteo de los enormes camiones sobre la inestable superficie lo hacía evidente.
En esa ocasión nos trasladamos de Guadalajara al pueblo en un camión de segunda con todos los implementos necesarios para instalarnos en el bosque: casas de campaña, bolsas de dormir, alimentos, ropa abrigadora y calzado adecuado, todo ello transportado en mochilas de