Rieleras y Juanes, escribir y comunicar desde el poder rara vez tendrá coincidencia de sentido humano con las personas receptoras de nuestros comunicados. Por eso cuando se concibe a la prensa como un cuarto poder estas trenzas disienten.
Las y los periodistas no hemos de ostentar poder alguno más que el que va aparejado con la responsabilidad de informar y contribuir a la construcción social de la realidad.
Lo que hacemos quienes optamos por dedicarnos a la profesión informativa ha de coincidir con las preocupaciones y problemas de las personas que por su inmersión en la cotidianidad parece que tales anomalías son normales y asumidas por sus protagonistas.
Por eso a mis estudiantes cuando les pido que hagan práctica reporteril les pido que no acudan a funcionarios de fuentes de gobierno u otras institucionalizadas, esas que ya tienen todo un aparato establecido para fijar en primer lugar su versión de las situaciones.
Periodismo cercano
Por el contrario, les sugiero que vayan a las colonias, que hablen con las personas, que esperen y usen el transporte público con ellas, que se formen en las filas de los trámites de diferentes tipos, que se sienten junto con ellos y ellas en las salas de espera previa a la atención médica pública.
En esos espacios surgen historias que aluden a la base social que soporta, -en los dos sentidos, pues son sostén del sistema y en muchas ocasiones también lo sufren-, las vicisitudes de un país que sigue siendo contexto de vaivenes políticos, intereses económicos y cambios o costumbrismos ideológicos, que no siempre son benévolos con una población que busca avanzar en un mundo global que aspira a la cultura de derechos humanos.
Así como en los en los mapas del poder, hay territorios que apenas existen. En los medios, hay vidas que no llegan a ser noticia. Y entre las cifras de abandono y silencio institucional, habitan personas cuyas historias están atravesadas por el racismo estructural, la violencia sexual, la pobreza y las omisiones del Estado, entre otras preocupaciones reales, y que han sido sistemáticamente ignoradas. Es hora de contarlas, con dignidad y con urgencia.
Medios que resisten
Las agendas mediáticas deben cambiar o al menos evolucionar hacia la apertura a la proximidad. Es importante lo que dice la autoridad, pero más lo es echar luz informativa sobre lo que vive una familia buscadora, una niña o adolescentes violentada, un investigador de la comunidad que se ha preocupado por conocer y dar soluciones al contexto comunitario.
Por eso admiro a los medios que resisten. Este es uno de ellos. Que continúan y que comparten lo que les duele a los municipios alejados de las capitales, pero que tienen derecho a que su gente y sus problemas, sean conocidos y entren a la vía de la solución a través de la información pública, ética y oportuna.
