Las movilizaciones de agricultores ocurridas en semanas anteriores, principalmente con bloqueos carreteros en ciudades importantes del país, como Guadalajara, son un hecho que no pasa desapercibido en las aulas.
Un enfoque relevante es que, si bien las manifestaciones han cumplido con su propósito de incomodar, pues ese es el sentido de una movilización, la molestia se ha trasladado al gobierno. Para la opinión pública, los campesinos hacen demandas justas.
La Nueva Escuela Mexicana (NEM) cita con frecuencia a Paulo Freire. El pedagogo brasileño postuló que antes de leer la palabra hay que leer el mundo, y que el propósito de esta lectura es la transformación, en beneficio de las mayorías. El quinto rasgo del perfil de egreso de la NEM orienta a formar ciudadanos “conscientes de la importancia que tiene la presencia de otras personas en su vida y la urgencia de oponerse a cualquier tipo de injusticia o discriminación”.
Creo que coincidimos en reconocer la importancia que tienen las personas campesinas en la vida de las personas estudiantes. Es claro que coincidimos en la contundencia de los datos expuestos por los agricultores en un cartel que se volvió famoso y que contrastó el precio del maíz, tasado en 5 pesos el kilogramo, por los 10 pesos que cobran por entrar al baño en muchos espacios públicos y los 20 pesos que cuesta una botella de refresco.
Oponerse a la injusticia
Oponerse a la injusticia es un rasgo de personalidad al que se aspira. Hay distintos caminos, pero la solidaridad con el gremio campesino ha sido el más recurrente. Por supuesto que ha habido voces que señalan las afectaciones, pero han sido más las que han visibilizado causas globales y causas locales, la trascendencia de la soberanía alimentaria y las afectaciones de los monocultivos, de los desequilibrios en la distribución de la riqueza, por ejemplo: con becas a estudiantes que no hacen nada por conseguirlas, en lugar de apoyos a los campesinos.
Porque hay que reconocer que en México oponerse a la injusticia puede costar la vida. Este fin de semana, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue asesinado. Había denunciado, entre otras cosas, la extorsión de criminales hacia productores de aguacate; semanas atrás, en el mismo estado, Bernardo Bravo, líder de limoneros en Apatzingán, tuvo el mismo trágico destino, y no olvidar a Homero Gómez, defensor de las mariposas monarcas.
El riesgo para los defensores
Aunque las cifras varían a partir de las metodologías usadas, México se mantiene entre los países más peligrosos para quienes defienden territorio, tierra y ambiente, según Global Witness/AP; en 2024 ocupó el tercer lugar en homicidios ambientales en América. El Centro Mexicano de Derecho Ambiental en el mismo periodo lo cuantifica en 25 personas.
El campo y la escuela no son espacios inconexos; ambos, sin el prestigio de las oficinas o la fama de otras tareas, son escenarios donde se construyen las bases del país, estratégicos para cualquier plan de crecimiento. De forma horizontal se pueden estrechar los lazos: vía el reconocimiento, vía el aprendizaje, vía la solidaridad, y eso implica leer el mundo, como lo propuso Freire, y oponerse a la injusticia, como lo propone la NEM.

                    
                
 
    
            
            
            
            



