Autlán de Navarro, Jalisco.- En esta región, entre los municipios de Autlán y El Limón existen cinco escuelas de campo conformadas y acompañadas por la técnica agroecológica Valeria Camacho Luna, a través del programa Cosechando Soberanía de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) del gobierno federal.
El programa comenzó en el 2023 con la Escuela de Autlán, escuela Alacrán (que producen caña) y la de La Ciénega (caña y maíz)-en la localidad del mismo nombre en el municipio de El Limón- el año pasado integraron dos más, una en la localidad de La Yerbabuena (maíz) y otra en El Jalocote (jitomate, frijol), ambas localidades de Autlán.
A decir de Valeria Camacho, uno de los principales objetivos de este programa es apoyar de manera integral a pequeños y medianos productores para aumentar el abasto nacional de alimentos, con créditos y acompañamiento técnico.
“Nosotros lo que hacemos es acompañar a productores, productoras, campesinos y campesinas a la transición agroecológica en sus prácticas agrícolas o esquemas agroalimentarios, que sean sustentables y puedan tener cierta resiliencia con el cambio climático”, agregó Valeria.
Las escuelas manejan una metodología de comunidades de aprendizaje, basada en pláticas, diagnósticos y convivencia de los grupos, donde analizan sus dificultades, fortalezas y a partir de ahí trabajan.
“A veces yo imparto talleres, pero generalmente es un intercambio entre productores, hacemos reuniones quincenales o mensuales donde nos sentamos a platicar, dejamos tarea, regresamos, investigamos, vamos a visitar otras ciudades”, compartió Valeria Camacho.
A partir de eso han mejorado sus prácticas, incluso hay compañeros que ya tienen bioinsumos de fertilizantes que ellos elaboraron; ya saben qué aplicar dependiendo de la etapa del cultivo; en el caso de la caña están promoviendo raíz, grosor de la caña y en el caso del maíz, el uso de maíces criollos y nativos.
Una experiencia familiar, La Yerbabuena

De las cinco escuelas de campo, hay una que tiene una experiencia particular y es la ubicada en la localidad de La Yerbabuena, donde quienes se encargan de la tierra son las y los integrantes de una familia completa.
En los otros espacios de las escuelas de campo, las encargadas de la tierra son personas mayores de 60 años de edad, a quienes se les dificulta conseguir trabajadores, tienen que hacer todo el trabajo ellos y ya se cansan.
“Justo esta escuela de campo de La Yerbabuena es una familia que el papá y la mamá les heredaron tanto tierras como la vocación y entonces todas sus hijas con sus esposos siembran su parte y no solo siembran maíz, sino también siembran alimentos para ellas y ellos, lo cual es algo súper rescatable que no sucede en otras escuelas”, compartió la técnica Valeria.
En La Yerbabuena varias generaciones de una misma familia convergen en el trabajo de la tierra, porque están los abuelos, las hijas e hijos que deben rondar los 30 años de edad y también las y los niños van a la parcela. Para Valeria este es un espacio muy bonito que está vinculado también a la preservación de las semillas criollas, una labor que hacen en La Yerbabuena.
“Obtener las semillas criollas habla de un contexto familiar, en un contexto donde hay cierto tipo de valores, cierto tipo de gustos”, reconoció Valeria Camacho.
En esta escuela de La Yerbabuena, en esta temporada trataron de ya no utilizar plaguicidas y redujeron el uso de herbicidas a una sola vez en el ciclo, por lo que ese es un gran avance.
Los métodos que están usando son: caldos de ceniza, microorganismos de control biológico, trampas y monitoreos.
Beneficiarios de las Escuelas de Campo
Después de prácticamente dos años de trabajo, en el programa Cosechando Soberanía han participado alrededor de 98 productores, la mayoría de ellos y ellas han ido sólo un par de ocasiones y están en contacto a través de mensajes o llamadas telefónicas; de manera frecuente son alrededor de 10 a 12 personas, las que asisten a las sesiones de manera constante.
“Hemos tenido buenas experiencias, sobretodo con los de caña que son los que ya llevamos más tiempo, han aumentado su producción y reducido sus costos, por ejemplo doña Alma en El Rodeo aumentaron unas 40 toneladas por hectárea y reducimos los costos del fertilizante, un 30 por ciento y vamos bajando”, comentó Valeria Camacho.
En esta región, principalmente en los municipios de Autlán, El Limón y El Grullo hay experiencias agroecológicas avanzadas y las escuelas de campo son espacios de convivencia entre ellos, donde pueden hablar, comparten contactos e información, proveedores, compradores y no se sienten solos.
Como ejemplo, Valeria compartió que los productores de las distintas escuelas se han organizado para comprar insumos a granel y abaratar los costos, como las harinas de roca, que además son difíciles de encontrar en esta región.
Valeria reconoció que una pieza importante en este tejido agroecológico de la región, es el profesor Pedro Figueroa, que la apoyó desde el comienzo del programa para iniciar este vínculo entre productores y campesinos (mujeres y hombres).
Buscan la apertura de biofábricas
Como parte de los avances en las escuelas de campo, Valeria comentó que en la escuela Alacrán en Autlán, están buscando la forma de hacer una biofábrica comunitaria, así como los de La Ciénega.
A través de la labor de las escuelas de campo, además de los talleres también acompañan a las y los productores en todo el proceso de la elaboración de sus bioinsumos e incluso en la aplicación y valoración de los resultados, lo que hace una experiencia muy personal y les ha ayudado a quitarse el miedo en la transición.
También apoyan a los productores para abrir mercado y como además trabajan con proyectos de huertos urbanos, entonces generan un vínculo entre productores, campesinos, huerteros y así fortalecen los canales de compra-venta y de intercambio de alimentos.
Una labor todavía con camino pendiente
Desde la perspectiva de Valeria, algunos de los retos todavía pendientes en el ámbito de la agroecología en la región, es el reconocimiento de las y los productores orgánicos; de las y los campesinos; es importante además que las familias se integren en estos procesos formativos -como en La Yerbabuena- y no sólo los productores.
Para acrecentar el alcance de la labor del programa Cosechando Soberanía, Valeria está haciendo trabajo en conjunto con el ayuntamiento de Autlán a través del proyecto “Cuidando el agua desde tu parcela”, que consiste en llevar talleres a las comunidades, donde hablan de la elaboración de biofertilizantes e insecticidas y repelentes naturales, para usar en cualquier cultivo con el fin de reducir agroquímicos y pesticidas que contaminan el agua.
Esta es una forma también de promover el acompañamiento técnico que se ofrece a través de este programa, dijo Valeria
Han participado además en el año 2024 junto con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) hicieron la primera Feria Agroecológica de la Caña de Azúcar y esperan que este año pueda nuevamente realizarse; participarán con el módulo de educación, en la Escuela Campesina de Aprendizajes Locales desde el Territorio, en el municipio de El Limón y fueron parte de la organización del Segundo Encuentro de Milperas y Milperos.