¿Los ha visto?… estos son los músicos callejeros
que hacen ‘sonar’ a San José (Costa Rica)
Pocos se detienen a escucharlos,
pero sus voces y melodías
tienen muchas historias que contar.
En la Avenida Central,
unos siete músicos callejeros
animan los pasos
acelerados de los transeúntes;
unos para sobrevivir,
otros por no deprimirse y otros
para inyectar un huracán de alegría.
(La Nación)
Los volví a ver ayer, admirables – pensé-, ojalá los pueda entrevistar…llevaba como 30 minutos buscando estacionamiento. Por fortuna los encontré …estaban ensayando. Como gato callejero arrastrándome lentamente con las orejas relamidas, me desplazo hacia Alberto Flores Jiménez y Benjamín García Martínez, se sorprenden un poco cuando los abordo y empezamos a DIALOGAR. Me acerco con cautela, saludo y expongo, solicito su venia para la entrevista callejera.
- ¿Usted escribe? – me dice Alberto- Mire toda la vida que tengo, pero con toda mi vida todavía no he aprendido a escribir-
Alberto comparte sus luchas al perseguir la música debido a la desaprobación de su padre y los desafíos que enfrentó en su trayectoria musical. A pesar de estos desafíos, continúa actuando, a menudo en espacios públicos como mercados, dependiendo de las donaciones del público.
“mi capacidad no la usé cuando se requería. Cuando yo requería estudiar la música. Yo era muy pequeño. Mi padre no consintió esos detalles. Mi padre me pegaba. Si me veía con una guitarra en la mano, eran friegas que me ponía”. Que paradójica es la vida, cuantas veces no hemos dicho: Si a una persona le dan un instrumento musical de pequeño, difícilmente empuñará un arma en la edad adulta. Benjamín, por otro lado, ha estado involucrado en la música desde los doce años. Menciona haber aprendido música de sus tíos y ahora tiene familiares que son profesores de música.
¿Es originario de Autlán?
–Ahorita ya, ya estoy originario-. Vaya respuesta con eso me dijo mucho: no nació en Autlán, pero lleva mucho tiempo viviendo aquí. Por eso: ya estoy originario…no dijo soy originario. Filosóficamente tiene un sentido estoico: si estoy soy, si soy existo y eso y el cómo en gran parte dependen de mí.
Ambos músicos discuten las dificultades que enfrentan, como la falta de seguro médico y la inseguridad laboral. También tocan la importancia de la experiencia en la música y los desafíos de ser reemplazados por músicos más jóvenes. La conversación resalta la pasión y dedicación que ambos músicos tienen por su oficio a pesar de los obstáculos que encuentran.

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-Pues ahora nos juntamos de vez en cuando. Hace año y medio formamos el grupito y ahí estamos. Mire, yo me he juntado con varios grupos. Voy a echarme la soga al cuello porque he andado con mucho grupo, pero yo creo que me sacan o me corren o qué sé yo, no sé. Pero algún detalle hay para que ya no siga yo con ellos. No me gusta la gente hipócrita, envidiosa, a lo mejor por eso.
-Tristemente eso se da en todas partes hasta con los santones eruditos, existe una tendencia hacia el neo – despotismo ilustrado esa patología se práctica ambos géneros.
-Yo de eso no sé, pero mire… lo único que yo aprendí es a ser un sinvergüenza.
– ¿Por qué maestro Alberto? –
– ¿Por qué? Porque a mí no me da vergüenza nada. No tengo yo para nada que dejar de ser como soy. Yo me subo y canto en un camión, a medio mercado, en una fiesta, panteón. Que se yo. ¿Muchos me dicen, bueno, y cómo te pusiste de limosnero? Eso no es limosnero, es un trabajo. Ahí en el mercado siempre canto yo. Cantamos por cooperación.
-Eso es. Y por ejemplo si yo les dijera, oye, cántame dos canciones. ¿A cómo sale cada canción cuando es pedida?
– je je…según veamos la cara, según el sapo, ¿verdad? Pero un promedio sería sesenta más o menos cincuenta pesitos.
– ¡A wi wi caballeros!, en el mundanal mundillo del consumismo salvaje a eso le llaman “atención al cliente” …se los dije con un tonito de voz muy cool, haciendo una caravana…ja ja ja los tres nos reímos a carcajadas…libres -.
– ¿Cuáles serían algunos de los principales problemas a los que se enfrentan ustedes como músicos? –
-Yo pienso que es la medicina. Atención médica. Yo tengo atención médica, pero porque ya voy llegando al tercer escalón del otro lado. Ya voy llegando. Pero, así como seguro social no, no hay nada. No hay nada de eso. Tengo. ¿Cómo se llama ahí? Centro de Salud Salubridad. Tengo allí que no me cobran, pero pues viene saliendo lo mismo. Me toman la consulta, pero no hay medicina. No hay medicina. Fui al médico antier. Tengo un servicio médico de control. Presenté la receta: no hay. Entonces como si no lo tuviera. Ya uno de la tercera edad, pues sus medicinas son básicas, hay que tomar sus medicamentos.
– Qué poca madre… ¿Cómo le hicieron en la pandemia si no podían salir a trabajar?
-Para empezar yo no me inyecté nada, únicamente yo me tiré al estilo antigüita, al estilo bruto. Empecé a tomar agua de un árbol antes de todo eso. Se llama agua de quina roja. Y chin. Me enfermé, pero no de la pandemia. Lo que me detectaron fue una vesícula biliar. Me la quitaron. Quedé completamente flaquito. No me podían levantar de aquí agarrándome, no me paraban. No pude. Pero estuve tomando esa agua antes de la pandemia… sí. Y pues soy muy incrédulo.
– Entonces Don Alberto, ¿usted es incrédulo y sinvergüenza?
-Si, primero soy sinvergüenza y luego incrédulo-. Y de nuevo unas carcajadas expansivas, carcajadas de simpatía por la pasión y el olvido.
De pronto el silencio y un profundo y milenario suspiro de Don Benjamín: Si nos ayudaran otra cosa sería.
– ¿Algo que quiera decir maestro Alberto? un mensaje para la gente que nos va a leer-
-Bueno, que sigan todavía con la tradición de las canciones más relevantes de nuestro México-.
-Muy bien maestro Benjamín ¿algún mensaje, un consejillo, algo acá? –
-Pues sí, la música de antes es bella, que la sigan trabajando los nuevos para que no se pierda la tradición y que no nos tengan sin medicinas-
Nos despedimos, pero hicimos tratos, voy a organizar un toquín, por mi cara de sapo me cobrarán $ 800.00 la hora. No necesito que sea mi cumple o año viejo, o el día de la psicodelia, cualquier día cualquier hora. Como se decía en mi antigua juventud: “un cualquier cualquier” o “un quien vive”. De cooperación, una carnita asada frijoles de la olla negros y con epazote, para que se nos salgan las lombrices y así. No habrá karaoke mejor palomazos desgarradores. Te invito, no soy díscolo hay que estar con ellos de verdad, hagamos sinergia, ¡algo diferente y positivo chingao! Se vale en este cambio de época. Ahorita se vale experimentar, identifica tu tabla de náufrago y llega hasta Filipinas, o de una vez al tercer escalón, sirve que nos ahorramos preguntas. Ya casi se van, ellos lo saben. El lugar donde se va a efectuar ese acto de cohesión social no estará decorado con lujosos adornos, incluso pensé pedir permiso a las autoridades correspondientes para hacer ese happening en un espacio público. Lástima que el programa de Fiestas Patrias ya esté muy avanzado.
Podría haber una manta, un dron gringo en acción o una mampara que diga:
La Cultura por la Paz se construye colectivamente y requiere Justicia Social
• Exploremos opciones para proveerlos de sus requerimientos médicos
• Investiguemos que oportunidades de cooperativismo generoso existen para asegurarles condiciones más estables.
Por lo pronto dejo el teléfono del Señor Benjamín García para contrataciones, apoyos, medicinas, despensitas, afecto, compañía. 317 129 4271.
Finalmente:
“Ya voy llegando al tercer escalón del otro lado. Ya voy llegando”
La próxima vez que lo vea le voy a aplicar la mayéutica, método filosófico ideado por Sócrates (siglo IV A.C.) que estimula el razonamiento y descubrimiento propio, mediante preguntas reflexivas y abiertas, aproximaciones a la verdad a través de la introspección y el cuestionamiento. Sigue vigente.
A qué se refería Don Alberto con: “ya voy llegando al tercer escalón del otro lado”, claro que se refiere a su muerte, pero el número tres, presente en los relatos mitológicos y religiosos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, también presente en el Trisquel o Triskel, símbolo muy popular en Europa se encuentra en petroglifos prehistóricos, tatuajes, playeras, formado por tres trazos en espiral, el tres era el número más sagrado para la cultura celta y representa, el pasado, presente y futuro.



El trisquel como amuleto
Para los celtas, el trisquel simboliza la evolución del ser y el crecimiento tanto personal como espiritual. Es la unión equilibrada del cuerpo, la mente y el espíritu. Sus brazos curvos transmiten la idea de movimiento rotatorio (símbolo visual del recorrido que se creía del sol y evolución de la naturaleza y el ser).
Para los druidas es el aprendizaje y la tríada del tiempo: pasado, presente y futuro. Ellos eran los únicos portadores del trisquel. Les daban un uso de talismán para afrontar la enfermedad, curar heridas y bajar fiebres. Es un símbolo que abre la puerta al otro lado, y los druidas meditaban al observarlo para alcanzar paz interior. Al parecer, llegaban a estados de conciencia en los que se alejaban de lo material para reconocer la espiritualidad y comunión con la naturaleza, centro de la filosofía celta. Lo grababan en piedra, madera o lo dibujaban en el suelo de los bosques. (https://shamanrites.com/trisquel-simbolo-celta/)}

Volviendo a Don Alberto, si menciona que hay escalones, entonces ¿hay una escalera?, a dónde conduce, qué y cómo es ese “otro lado”, ¿está habitado?, ¿es intangible?, infierno o paraíso, ¿Quién o qué decide los escalones…todos son iguales? ¿O cronológicos de acuerdo a nuestras etapas en la vida que abandonamos?, son de colores? No olvidemos que estamos en la Rueda de la Fortuna. “Como te veo me ví. Como me ves te verás” en la vejez (si se llega) y luego…la única figura que en todos los tiempos y horizontes nos empareja, a ricos, pobres, lerdos, negros, güeros, mentirosos, tramposos, eruditos, calvos, engreídos, fanfarrones y demás fauna es la muerte. Es demócrata la muy parca. (es tiempo de las mujeres…)
Los mexicanos conscientes y organizados somos productivos y humanistas, ojalá no sólo en los desastres.
Muchas gracias. Decían en la Edad Media: no hay peor malnacido que un malagradecido. ¡Hasta la Victoria Siempre! Estaré atento, si alguien acepta mi invitación, que bien y si no también. ¿no? “Cada nuevo comienzo surge del fin de otro comienzo”. Séneca. (4 A.C.). y sigue vigente.
