Por: Pie de Página | Alianza de Medios
PERÚ.- Son las diez y cuarenta y cinco de la noche. Silencio mi celular, le doy vuelta al teléfono sobre la mesita de madera, apago la lámpara y me quedo dormido acariciándole la panza a mi perro. Sueño que camino por la playa. El mar apesta a petróleo. Sobre la arena veo cadáveres de pelícanos, garzas, gaviotas, halcones, tortugas y peces. El mar oscuro los escupe sobre la tierra muerta. Miro mis manos y están aceitosas y negras hasta las uñas. Me paso las manos por la cabeza y descubro que chorreo crudo por mi mandíbula. La boca me sabe a gasolina. Alguien a mi lado arroja una colilla encendida sobre la piel del agua. El océano se convierte en un huracán de fuego que devora al mundo.
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