Andrés Manuel López Beltrán, secretario de Organización de Morena, enfrentó una fuerte polémica motivada por pasar sus vacaciones en Japón y luego emitir una defensa que avivó las expresiones de desprestigio.
Algo parecido ocurrió con Mario Delgado, titular de la SEP quien anduvo por Portugal; además de Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de Morena, que se paseó por Madrid y también con decenas de profesores que, junto a frases como “con el dinero de las copias” y “nos pagan bien poquito”, aparecen en fotografías en destinos extranjeros o nacionales.
Si hacer turismo no es ilegal, ¿por qué suele ser motivo de tan sonadas reprimendas y burlas? Porque es una ostentación de lujo.
Aunque la industria turística es relevante en el entramado económico nacional, las personas podríamos sobrevivir sin hacer turismo; no es una necesidad básica conocer lugares lejanos, probar diversidad de platillos o tomarse fotografías frente a sitios deslumbrantes. Pero viajar sí puede ser una actividad sumamente formativa y enriquecedora.
Entre mis visiones favoritas está la que expresó Mark Twain: “Viajar es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras”. Por eso, personalmente no condeno que nadie viaje; sin embargo, encuentro lógicas algunas críticas.
Durante sus años de oposición, el partido en el poder argumentó sus acciones y discursos en una condena abierta a la desigualdad. Nunca mintieron: esa es una realidad lacerante en nuestro país. El INEGI publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del año 2024, la medición más trascendente para evaluar la pobreza en el país. Un dato relevante es que los hogares mexicanos que viven con menos, en promedio, reciben 5,598 pesos al mes, mientras que los que ganan más tienen un ingreso promedio de 78,698 pesos al mes, 14 veces más.
Estas cifras recuerdan una idea sugerida por Martha Nussbaum, quien incluyó el moverse libremente entre las capacidades humanas más relevantes, pero aclaró que no todos se mueven igual: mientras que Andrés Manuel, Mario Delgado y Monreal se desplazan en aviones por el planeta, hay vagabundos y desplazados que deben moverse para alimentarse o proteger su vida. Es en ese caso que la crítica llega por la ostentación y la incongruencia.
Viajar educa y derriba prejuicios que estorban en el ejercicio público de dar clases o diseñar y aplicar políticas públicas. En ese sentido, políticos y profesores tenemos derecho a viajar. Ostentar, por el contrario, es emitir mensajes incongruentes entre el ser y el hacer, ignorando el contexto social en el que se desarrolla la acción, donde el ingreso mensual de una familia no alcanza para pagar lo que López Beltrán dijo que le costó una noche en el hotel japonés. Entonces hay que reconocer un mensaje de privilegios en alguien que prometió derribarlos.
Así que, por congruencia, reconozco que aspiro a algún día tomarme una foto frente al Museo del Prado, en Madrid, o a hacer senderismo en un paisaje nevado del norte de América, para nutrirme de expresiones que me ayuden a ampliar las ventanas de mi salón.
No será con el dinero de las copias: será necesario ahorrar y gestionar un crédito. Hasta ahora ha valido plenamente la pena.
