Por: Luis Manuel Martínez Rivera
Autlán de Navarro, Jalisco. 02 de mayo de 2022. (Letra Fría) Estamos en temporada de secas, en el periodo más crítico, donde la humedad se va día a día y el pasto y la vegetación cada vez se ven más amarillos y ocres.
Una temporada en donde las prácticas agrícolas utilizan el fuego para eliminar los residuos agrícolas del año pasado, en los pastizales, la eliminación de los pastos secos estimula el rebrote de nuevo pasto en cuanto llega la lluvia. Una práctica ancentral, que puede ayudar a eliminar también plagas y enfermedades. Una práctica también, que en términos de costos para el campesino, es relativamente económica, solo prenderle un cerillo y el fuego consume todos los residuos de la parcela.
En ecosistemas forestales, el fuego es uno de los factores externos que ayuda a poner fin al estado de reposo o latencia de algunas semillas de especies como pino y oyamel.
De acuerdo con la FAO, “El fuego es uno de los elementos naturales que ha influido en las comunidades vegetales a lo largo del tiempo y como proceso natural cumple una función importante para mantener la salud de determinados ecosistemas, pero a causa de los cambios climáticos y del uso (y abuso) humano del fuego, los incendios son ahora una amenaza para muchos bosques y su biodiversidad”.
Entonces, una práctica cultural de una quema agropecuaria más dirigida o manejada termina en un incendio forestal, de acuerdo con la SADER, “El fuego ya no es una alternativa, ya que la quema de residuos agropecuarios contribuye al cambio climático y al deterioro de los suelos”.
De acuerdo con CONAFOR (2010), “se calcula que las actividades humanas ocasionan 99% de los incendios forestales”.
Durante la quema el dióxido de carbono almacenado durante muchos años en los bosques es liberado a la atmósfera en cuestión de horas y estos gases contribuyen al calentamiento global, que nos va a generar cambios en los patrones climáticos de temperatura y precipitación. Se estima que los incendios y quemas son responsables de menos del 25% de las emisiones totales del dióxido de carbono en el mundo. De acuerdo con Milenio (marzo 2022), en los últimos años se ha incrementado de manera significativa los números de incendios en Jalisco, tal como se muestra en la figura 1. El año pasado se quemaron 81,538 hectáreas siendo el año con la mayor superficie afectada. La Costa Sur es una zona también con bastantes incendios forestales, la mayoría asociada a las practicas agropecuarias, hay que recordar el año critico de 2017 en donde solo en la Sierra de Manantlán se quemaron alrededor de 15,000 has (Gladiola Madera, 2017).
Figura 1. Número de incendios en Jalisco (Milenio, marzo 2022)
¿Pero, por qué todos los años vivimos la misma situación, de tener gran cantidad de incendios? Y esto aun cuando existe una norma NOM-015 SEMARNAT/SAGARPA-2007 que establece las especificaciones técnicas de los métodos de uso del fuego en terrenos forestales y agropecuarios, tales como que debe presentar aviso del uso del fuego, no hacer uso del fuego cuando existan incendios en un radio de 10 km, no realizar quemas simultáneas en terrenos vecinos, verificar el calendario de quemas con su municipio y avisar a los vecinos previo a realizar la quema y sobre todo reportar una quema o incendio cuando se salga de control. Básicamente porque no se respeta esta normatividad, y quien la incumple y se le pasa un incendio no se le sanciona, obviamente es muy diferente un incendio fuera de control a un incendio intencionado, pero ambos deben de recibir sanción administrativa o penal para que no se vuelva a repetir.
Sin embargo, la mejor manera es la preventiva, es decir, existe ya gran cantidad de prácticas de prevención y manejo del fuego, además de planes específicos de Manejo del Fuego para la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán y el Bosque de la Primavera, pero estas prácticas y planes no funcionan, si no se les dota de recursos para su aplicación.
Es mucho más costoso el control de los incendios que la prevención, pero las políticas públicas y su financiamiento no funcionan así, sino que son reactivos, se invierte mucho dinero en controlar los incendios, sobre todo los del Bosque la Primavera, por la presión pública de los medios y su afectación a la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Solamente para uno de los últimos incendios en el Bosque de la Primavera en marzo de este año, se utilizaron cerca de 100 brigadista y 5 helicópteros, tal vez es más costoso controlar un solo incendio que dar el financiamiento necesario para la prevención de todo un año.
Todavía nos resta muchos días hasta la temporada de lluvias, como ciudadanos debemos tener mucho cuidado cuando vamos a zonas forestales con las fogatas, no tirar colillas en las carreteras y dar aviso a las autoridades municipales, estatales y federales en cuanto visualicemos un incendio en alguna montaña por donde pasamos o vivimos. También hacer un llamado a nuestros agricultores para que se acerquen a su municipio a informar sobre las quemas en sus parcelas agrícolas. Entre todos debemos cuidar nuestros recursos naturales.
MA/MA
