Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, un cementerio es un terreno, generalmente cercado, destinado a enterrar cadáveres. A los cementerios católicos se les llamaba también camposantos.
Los pueblos antiguos tenían por principio enterrar los difuntos fuera de las ciudades. Así lo hicieron también los primeros cristianos que, perseguidos por mucho tiempo, no pudieron tener un lugar especial para depositar sus muertos.
Los pueblos de Jalisco, cuentan en la actualidad con uno o varios cementerios para inhumar a los difuntos. El 2 de noviembre está señalado en el país para ofrecer tributo a los muertos, cada comunidad lo hace a su manera, de acuerdo con sus costumbres y tradiciones.
Durante la guerra de independencia y asentado en el libro de defunciones del archivo parroquial de San Gabriel, Jalisco hay un registro que dice que el 5 de marzo de 1814 se dio sepultura “… en el Camposanto de la Iglesia a José Felipe Cruz, mulato, de Las Tortugas, por haber muerto en manos de los iniquos insurgentes”.
En esa misma etapa murió el 1° de junio de 1814 “… pasado por las armas del rey, Joseph Blas Campos, español de Las Tortugas”.
Los registros
Según los registros de defunciones, por fusilamiento, asentados en los libros del archivo parroquial, entre 1813 y 1820 correspondientes a víctimas de insurgentes y realistas, fueron sepultados en el atrio de la iglesia: Juan José Ximenes, Marcelo Ximenes, Pedro Tomás Alcarás, Juan de Rosas, Domingo Tomás Bargas, Anastacio Marcelino, Juan José, Pedro Antonio, Juan Alexo, don Máximo Montes de Oca, español y Marcelino Castellanos, español; José Felipe Cruz, José de la Cruz Alvarado, don Juan Badillo, español; don Mariano Gayaga, (español de Celaya), Tomás Albarado, José Sirilo, Feliciano María, y don Manuel Morfín, español.
En la parroquia de San Gabriel, y desde 1803, entonces con categoría de Vicaría, se llevaba un registro de difuntos, en tanto que el gobierno municipal inició su propio registro el 19 de enero de 1861.
Después de concluida la guerra de independencia en México, el gobierno de Jalisco prohibió que en los camposantos se siguieran enterrando a los muertos en el Atrio de las iglesias, como era la antigua costumbre.
En 1826, en el pueblo gabrielense, se empezó a construir un nuevo panteón fuera del poblado en los terrenos que hoy ocupan las instalaciones de las antiguas bodegas de la Conasupo; en este proyecto participaron tanto la iglesia como el Gobierno Municipal encabezado por don Andrés Barreto. Ese antiguo cementerio debe haberse concluido cerca de 1830.
Cólera
En 1833, las principales víctimas del Cólera Morbus, fueron enterradas de inmediato en el panteón que rápidamente mandó construir en la hacienda de Jiquilpan el párroco de San Gabriel don Ramón Cipriano Aguirre.
Entre 1850-1851, y debido a la gran mortalidad que ocasionó la segunda epidemia del Cólera Morbus se tuvo que construir un cementerio improvisado, en un lugar hasta hoy desconocido. Otros se construirían en las haciendas de Totolimispa y San Antonio. Para 1853, aquel nuevo panteón de 1830, estaba en muy malas condiciones, debido a las lluvias, y su barda perimetral estaba a punto de derrumbarse.
Después de promulgadas las Leyes de Reforma en 1857, los panteones pasaron a ser propiedad civil, y por lo tanto, fueron expropiados aquellos que aún permanecían en poder de la iglesia.
El cementerio parroquial fue clausurado el 13 de mayo de 1867. En este mismo año, se dice que ya hay un nuevo panteón, construido desde 1866 en tiempos del Alcalde don Francisco Zepeda González; se le comunica al párroco de la iglesia don Manuel Echeverría y Castillo que ya no fuesen enterrados más cadáveres en el panteón viejo de la parroquia; que los cadáveres que estaban sepultados, pasando el tiempo necesario, fueran exhumados y colocados en el nuevo cementerio, también se le pide al párroco que bendiga el nuevo panteón, en las cercanías de La Guadalupe posiblemente en el punto denominado “Las Cabecitas”.
La influenza
En 1875 se le recomienda a la iglesia, por parte de la autoridad municipal, que venda el terreno del antiguo cementerio. El actual cementerio municipal fue construido en 1885 bajo la iniciativa del Alcalde don José Morett Pinzón, en terrenos que formaban parte de la hacienda de Buenavista, propiedad de don Apolonio Pinzón.
El presbítero don Gabino (Ruiz de) Velasco Castellanos, nuevo párroco de la Villa, cooperó para dicha mejora con la mayor parte de su costo; don Apolonio cedió un terrenito más para ampliarlo en noviembre de 1888.
En 1901, doña Ma. Concepción Pinzón Cevallos, dueña del terreno donde estuvo el “Viejo Cementerio Parroquial”, a cambio de otro terreno, cedió al Ayuntamiento una parte para ensanchar la callecita del actual panteón.
En 1918 ocurrió una gran epidemia de influenza española que dejó numerosas víctimas, sobre todo en las rancherías, razón por la cual con autorización superior se construyeron cementerios provisionales en las haciendas de El Jazmín y de Totolimispa.
Panteones y personajes
En 1971, se construyó el nuevo panteón de la ex hacienda de Totolimispa. Los panteones son considerados una fuente de información riquísima, pues sus lápidas registran los nombres de los difuntos, las fechas de nacimiento y muerte de personajes importantes de la historia de los pueblos y ciudades.
El cementerio gabrielense tiene como ordenanza el Reglamento de Cementerios para el municipio de San Gabriel, vigente desde el 28 de febrero de 2013; se integra por 73 artículos en 12 capítulos para su observancia y cumplimiento.
Hay panteones en las delegaciones municipales de Alista, El Jazmín, Jiquilpan, Apango y en la cabecera municipal; así como en las comunidades más pobladas.
En San Gabriel han sido sepultados personajes importantes de la talla de Antonio Romero, soldado de la independencia nacional, del Profr. Evaristo F. Guzmán, del rico hacendado don Apolonio Pinzón, los abuelos maternos y los padres de Juan Rulfo, el Ing. Juan Villalvazo Naranjo, el investigador don Enrique Trujillo, el Lic. En Historia don Gabriel Chávez Morett, el Mtro. Ramón Rodríguez Blas, el Dr. Francisco Javier Santa Cruz Fregoso, así como los descendientes de las distinguidas familias Sedano, Morett, Villa, Vizcaíno, Arámbula, Fregoso, Anguiano, Godoy, Guzmán, Zepeda, Montenegro, Michel, Curiel, Corona, Cortina, Trujillo, Soto, Villalvazo, etc.
Descansen en paz. ¡Es cuánto, que tengan buen día!
