Texto: Ignacio Alvarado | Pie de Página
Foto: Jorge Guerrero / AFP
PARÍS, FRANCIA.-El oleaje de calor más intenso registrado en un siglo alcanzó este lunes a regiones envueltas por temperaturas extremas desde comienzos de la primavera en Reino Unido, Alemania, Bélgica, Francia y España, donde se tuvo un registro jamás visto en generaciones, por encima de lo 40°C.
Los récord de temperatura se han roto en otras regiones del mundo, desde América del Norte, Sudamérica, Asia, África y la India. Los incendios forestales se mantienen imbatibles en Francia y España, como efecto de las altas temperaturas y el estrés hídrico que sufren los bosques. Portugal informó sobre la muerte de 659 personas durante la racha de calor de los días recientes, que también alcanza a Italia, Grecia y Croacia.
Los efectos del cambio climático son un anticipo de lo que habrá de enfrentar la humanidad en caso de que fracasen los objetivos por evitar que el calentamiento global alcance los 2°C en las siguientes dos décadas, ha sentenciado la Organización Meteorológica Mundial.
En París, donde los termómetros alcanzaron los 40°C hacia las 5 de la tarde, estableciendo así un registro histórico, balnearios, parques y playas públicas diseminadas por la ciudad se hallaban repletas de personas en busca de alivio. Un porcentaje considerable de viviendas carece de clima artificial y en aquellos que lo tienen, los costos de operación se han elevado ante el aumento inexorable de la electricidad.
Este lunes de fuego enmarcó el arranque del Diálogo Climático de Petersberg, en Berlín, en donde los ministros europeos han iniciado discusiones sobre el clima extremo, el aumento de los combustibles fósiles y la inminente escasez de alimentos como efecto del cambio climático.
Allí, la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, se ha referido a la crisis ambiental como el mayor problema de seguridad planetaria y ha pugnado por una respuesta conjunta de las naciones del mundo para evitar una crisis de consecuencias catastróficas.
La conferencia, organizada año tras año por Alemania desde 2009, es vista como uno de las últimas oportunidades para alcanzar acuerdos entre naciones clave de cara a la cumbre climática ONU Cop27, a celebrarse en Egipto en noviembre próximo.
El Cop26 llegó al compromiso de limitar el calentamiento global en 1.5°C. Para lograrlo, es necesario reducir en un 45 por ciento los actuales niveles de emisiones. Los acuerdos en Glaslow no previeron sin embargo el estallido de la guerra en Ucrania y las presiones que ello supone no solo en el campo energético sino alimentario. Y a ello se suma la crisis que dejó la pandemia.
La racha ardiente que provoca devastación en varias regiones del mundo permite asomarnos a los problemas que habrá de enfrentar la humanidad en caso de que no se logre contener. Actualmente vivimos un calentamiento de 1.1°C, suficientes para detonar incendios forestales, huracanes que devastan zonas mayoritariamente empobrecidas, olas de calor asesinas y largas sequías. Un escenario en el que la temperatura planetaria alcance el 1.5 y los 2.5°C sería por lo tanto apocalíptico, de acuerdo con la comunidad científica.
La necesidad de reducir la emisión de gases de efecto invernadero es apremiante, ha dicho en repetidas ocasiones uno de esos hombres de ciencia, Christophe Cassou, el climatólogo director del Centro Nacional de Investigaciones Científicas. Cassou está convencido que con acciones inmediatas y sostenidas es posible mantener el calentamiento global con un máximo de 1.5°C en los años que vienen. El problema es que tales medidas no están siendo aplicadas por las naciones dominantes, tal y como se debe.
Para el Cop27 justo los países con mayores volúmenes de emisión se comprometieron a presentar esquemas mejores a los pactados en Escocia, pero las expectativas tras la invasión rusa son poco alentadoras para que ello ocurra. Sobre todo porque los planes de reducir gradualmente el uso de combustibles fósiles se ve francamente amenazado ante el cierre prematuro en el suministro de gas que amenaza a Europa, lo que obligará a mantener el uso de carbón para generar energía a la vuelta de unos meses.
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