Una madrugada de julio de hace unos diez años sonó el teléfono celular en el cuarto de mi madre. Aquella llamada me despertó. Yo lo supe desde antes de que contestara. Mi padre había muerto. Y así fue.
El escultor tapatío Hiram Villaseñor se dice aficionado de los cráneos, elemento recurrente en las piezas que este viernes fueron presentadas en el Centro Cultural “José Atanasio Monroy” del Centro Universitario de la Costa Sur.



