Un diálogo entre profesores me trajo una preocupación: “si un cirujano de hace 50 años entrara a un quirófano actual, difícilmente sabría qué protocolo seguir. En cambio, un profesor de hace 50 años se sentiría relativamente familiarizado con el pizarrón, el acomodo de las butacas, sabría qué hacer”. Numerosos matices que reclamarle a la idea, pero de fondo me interpeló y decidí diseñar una experiencia que movilizara otra: las aulas son un espacio ideal para pensar global y actuar local.
El Foro Económico Mundial es una institución de enfoque financiero que despacha en Davos. Tiene la declarada intención de influir en las agendas de instituciones públicas y privadas. Este año publicó un informe del futuro del empleo, en el que hay pocas sorpresas: en los próximos diez años los puestos que más retribuciones hagan serán para las personas con habilidades en dos campos: manejo avanzado del Big Data e Inteligencia Artificial, y en segundo campo es para quienes integren una visión de cuidado ambiental.
Aunque persisten en las escuelas la cultura institucional de ver mayoritariamente amenazas en el uso de teléfonos celulares, en tres de mis grupos les propuse trabajar el proyecto “Influencers de la ecología”. El contenido del programa de Español pedía reconocer en los géneros periodísticos interpretativos y decidí articular la experiencia desde el rol de los creadores de contenido, para vivir todos los procesos: encontrarnos con información nueva, practicar habilidades y llegar al producto final: un video de Instagram sobre un problema ambiental local. Quería, con ello, movilizar recursos tecnológicos, generar reflexiones informadas y generar conciencia ecológica.
De principio a fin, trabajaron en equipo; las butacas nunca estuvieron ordenadas, tampoco fueron salones silenciosos, no dejamos de usar libros ni cuadernos, pero el guion del video lo hicieron con Inteligencia Artificial, a la que le dieron como insumo un informe vivencial de un espacio afectado y resultados de investigaciones para sustentar. Se fueron a grabar, luego a editar, para después vivir una jornada de exhibición de videos en el aula, mismos que fueron retroalimentados entre pares.
La basura es la principal preocupación ambiental de los adolescentes autlenses, territorializada en los arroyos El Coajinque y El Cangrejo. No solo les sorprendió la cantidad de desechos, sino la variedad y que el principal insumo para reducir la contaminación es la voluntad humana de poner la basura en su lugar.
Esta vez el objetivo era comunicar un problema comunitario, no buscamos intervenir y quizá ese sea el siguiente paso. Publiqué en mis redes sociales solo un video, y el resto dejé que mis estudiantes decidieran el espacio para compartir.
Este proyecto no lo hago para seguir la agenda que se dicta en Davos, pero sí para ofrecer a mis estudiantes algunas experiencias que se parezcan más al mundo que a ellos les tocará vivir. No es el de hace 50 años y no significa un rompimiento abrupto con las buenas prácticas de esa época, pero tampoco se trata de que los maestros de hace medio siglo entren a mi salón y sientan que nada ha cambiado.





