Oscar Cárdenas nos comparte sus observaciones sobre la tradición del Día de Muertos y su sincretismo con la cultura católica.
Por: Oscar Cárdenas Hernández
Autlán de Navarro, Jalisco. 5 de noviembre de 2019. (Letra Fría) En nuestro país el 2 de noviembre de cada año se celebra el “Día de los Muertos”, una festividad que celebra la vida de nuestros ancestros y cuyas raíces se remontan a las culturas mexica, maya, purépecha y totonaca. Antes de la llegada de los españoles era común la práctica de conservar los cráneos de los enemigos vencidos y mostrarlos como trofeos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
Cuando los españoles se establecen en nuestro país, traen consigo la religión católica y con ella sus propias festividades, que incluían celebraciones tales como el “Día de los Fieles Difuntos” y el “Día de Todos los Santos”. Con el fin de implantar esta religión entre los indígenas de México, los evangelizadores comienzan a fusionar algunas de las creencias y tradiciones de los pobladores con las tradiciones europeas, creándose así festividades que incorporaban elementos provenientes del cristianismo-catolicismo y elementos autóctonos. El “Día de los Muertos” es el mejor ejemplo de esta fusión de creencias y tradiciones (Figura 1).
¿Por qué esta fascinación por la muerte? ¿Qué es lo que pasa realmente cuando morimos? Este es un tema de debate entre personas con diferentes creencias religiosas y entre aquellas que no practican ninguna religión. Sin embargo, dado el enfoque de esta columna, en este espacio sólo hablaremos de lo que le pasa al cuerpo cuando morimos.
La descomposición del cuerpo comienza unos minutos después de que el corazón deja de latir. En ese momento empieza un proceso denominado autólisis o “auto-digestión”. Cuando las células del cuerpo dejan de recibir oxígeno se incrementa su acidez interna al aumentar las sustancias químicas tóxicas que se generan dentro de ellas.
Las enzimas que se encuentran dentro de las células comienzan a digerir las paredes celulares y comienzan a filtrarse. Este proceso comienza en el hígado, que es el órgano más rico en enzimas, y en el cerebro, que tiene un alto contenido de agua, aunque continúa posteriormente en el resto de los órganos.
La temperatura del cuerpo comienza a ajustarse a la temperatura ambiental y las células sanguíneas salen de los vasos sanguíneos, acumulándose en venas y capilares, lo que ocasiona la decoloración de la piel. Al mismo tiempo que cambia la temperatura, comienza el “rigor mortis” o rigidez cadavérica, es decir, los músculos y las articulaciones se vuelven rígidas debido a que las células que componen los músculos se quedan sin sus fuentes de energía.
Las bacterias que normalmente viven en los intestinos comienzan a multiplicarse sin control debido a que el sistema inmune se detiene y a la gran cantidad de químicos tóxicos que comienzan a acumularse en el cuerpo; en este momento las bacterias comienzan a digerir los intestinos e invadir los capilares, así como otros órganos, como el hígado, la vesícula, el corazón y el cerebro.
Cuando las bacterias comienzan a invadir el resto del cuerpo comienza la putrefacción. Esta consiste en la descomposición de los tejidos que se convierten en líquidos, gases y sales, los cuales son producidos por la acción de bacterias anaeróbicas (que sobreviven en ambientes sin oxígeno) y que consisten generalmente en metano, sulfuro de hidrógeno y amoniaco, que se acumulan en el cuerpo produciendo el olor característico a cadáver en descomposición, y al mismo tiempo inflando el abdomen y la cavidad torácica.
Los gases y líquidos producidos salen del cuerpo por diferentes orificios de este, ya sea orificios naturales o producidos por la hinchazón. En este momento el cadáver queda completamente expuesto a los factores que lo rodean (si es que se encuentra a la intemperie), que incluyen condiciones ambientales, microorganismos, insectos y animales carroñeros.
Los tejidos que permanecen en el cuerpo son removidos tanto por insectos (principalmente larvas de moscas) y carroñeros (como los zopilotes); los líquidos que emanaron del cuerpo forman una pequeña “isla de descomposición” en el suelo debajo del mismo, es decir un área con altas concentraciones de suelo rico en minerales y nutrientes.
Al final, el área es cubierta por plantas y hongos que se alimentan de estos nutrientes. Se puede decir que los cadáveres en descomposición generan “ecosistemas” en diferentes etapas, en los cuales es posible encontrar una gran variedad de organismos, desde microscópicos hasta fauna de gran tamaño. En este sentido, podemos decir que la muerte cobra vida, al menos biológicamente hablando.
¡Nos leemos en la próxima!
Recomendación para ver:
- Hasta los huesos / Down to the bone (cortometraje). Director René Castillo, escritor René Castillo, estelarizan Bruno Bichir, Daniel Cubillo y Eugenia León.
LL/LL
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