Édgar Morin publicó el libro “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” justo en el cambio de milenio. El filósofo francés, uno de los intelectuales más influyentes en los sistemas educativos del mundo, agrupó los conocimientos y habilidades que, hace 25 años, anticipó como necesarios para formar personas individualmente felices y colectivamente civilizadas: enseñar conocimientos pertinentes y enseñar la condición humana son los dos que se retoman de manera más contundente en el programa más novedoso de la Secretaría de Educación Jalisco, que impulsa la formación del carácter.
El primer día de septiembre, la SEJ y el Congreso presentaron oficialmente el programa de Formación del Carácter; el proceso, desde su conceptualización y divulgación, ha tenido varios momentos que nos han ayudado a tener algunas certezas: directivos de escuelas de educación básica ya fueron capacitados, y buena parte de las conferencias y talleres del recién concluido congreso Jalisco Academy, giraron en torno a que en las escuelas, además de enseñar matemáticas y español, sean espacios donde los estudiantes forjen el carácter.
Recordé a Morin con lo del conocimiento pertinente, y anticipo que se viene un gran debate. Personalmente sí veo pertinente darle protagonismo a conceptos como proyecto de vida, que lleve al desarrollo de virtudes, que se vuelvan a estudiar componentes filosóficos y que se combata al egoísmo igual que a un adversario peligroso.
Lo que no tengo tan claro es en qué medida enfocarse hacia esos horizontes nos alejará de alcanzar los aprendizajes académicamente formales que miden las pruebas internacionales y en los cuales no andamos muy bien.
Habilidades y valores
A reserva de conocer el proyecto a nivel más operativo, que pronto llegará a las y los docentes de Jalisco, los documentos publicados hasta ahora permiten ubicar un planteamiento de atención a habilidades blandas y de valores. En una lógica similar a la que Aristóteles expresó hace siglos: el pensamiento condiciona la acción, que determina los hábitos que a su vez forman el carácter y el carácter define el destino.
¿Por dónde se empieza? El profesor James Arthur, de la Universidad de Birmingham, ponente en el pasado congreso, explicó que ante todo se comienza por definir un propósito y a partir de eso desarrollar los hábitos que requiera ese proyecto de vida, lo cual incluye ser un buen aprendiz, reponerte a la frustración, ser un ciudadano responsable, actuar con sentido ético, lo que siempre implica ser considerado con las consecuencias de mis actos en la vida de los demás.
No estoy seguro de que Morin haya imaginado el escenario mundial tal como ocurre ahora, pero el futuro que anticipó sí que demanda enseñar la condición humana, esa en la que no puede ser prioridad producir y trabajar sin que eso asegure satisfactores básicos como una vivienda digna.
Encauzarnos en las virtudes, abonar a la justicia y ser compasivos es algo que la inteligencia artificial está muy lejos de lograr, y esa es una tarea distintivamente humana y un conocimiento pertinente. El reto será trascender el eslogan y, para eso, se requiere que la autoridad y quienes gestionan las escuelas encaucen el pensamiento, los hábitos y el carácter.





