En su presentación en la Plaza México, a Luis Garza lo embistieron en tres ocasiones tan solo en el primer tercio de la lidia en la pasada novillada.
El joven regiomontano se empeñó en llevar a “Timonero” a los caballos, cuando el novillo de Gonzalo Yturbe le cortó el viaje y predijo sus intenciones al acometer hacía el torero. Era el abreplaza y aún había gente que buscaba su asiento.
La tétrica escena se repitió con el segundo de la tarde cuando “Fogonero” alcanzó a Daniel Prieto y lo mandó también a la enfermería para dejar a Joel Castañeda en solitario con la lidia. Un festejo desolado que apenas lo presenciaron por unos tres mil espectadores y mantuvo incertidumbre en los tendidos del coso capitalino.
¿Novillos toreados?
Tras confirmarse las cornadas y posteriores cirugías (reconstructiva en el caso de Garza) los comentarios de la afición no se hicieron esperar en las redes sociales. Desde la premeditada malicia de echar novillos toreados al ruedo, como el desarrollo del instinto en el burel y hasta del poco oficio de los aspirantes a matadores.
Ciertamente es que un desenlace como este hubiera sido improbable en otros tiempos, principalmente por las dimensiones del escenario taurino por excelencia en el continente. Sin embargo hoy, por unas o por otras, no hay un abanico de novilleros que aparezcan por temporada y acumulen el medio centenar de festejos antes de pisar “La México”.
La falta de festejos
A primera instancia parecería cierta la conclusión de la ausencia de recursos y conocimientos en los toreros que llegan a la capital del país, que con más anhelos que técnica sortean las embestidas de cuatreros en la llamada plaza “que da y quita”. A esto, también habría que voltear a provincia, para saber cuántos festejos se dan en el año y probablemente ahí nos respondamos la pregunta de por qué llegan así, con tantas carencias.
Anteriormente los novilleros llegaban a la alternativa con más de cien festejos. Luego esto pasó a tener un mínimo de ochenta para tener la suficiente experiencia y doctorarse en una plaza de primera. Lo lamentable es que ya hay quienes se convierten en matadores con menos de cincuenta y con un porvenir entre las rancherías y el olvido. Por donde se le vea, es lamentable.
Y sí, en la Plaza México hubo novillos; faltaron los novilleros.