Por: Alianza de Medios | Pie de página
SAO PAULO, BRASIL.- La frase en la manta que portan dos jóvenes con la bandera LGBTI resume el ánimo de la calle: “O Brasil feliz de novo (Brasil feliz de nuevo)”.
Es una felicidad que se desparrama en el ambiente y se desborda por cada poro de la masa reunida en la Avenida Paulista de esta ciudad.
Los brasileños bailan y lloran; se quitan sin complejos las camisas y los brasieres; comen, beben, se abrazan, se besan, se cachondean; cargan a los niños sobre los hombros para que miren desde lo alto este carnaval que pinta de rojo la emblemática avenida. De cada consigna hacen una canción, y de cada canción un baile: “Lula voltou (volvió)”, dicen extendiendo la oooooo con el ritmo de un silbato. “Jair embora”, cantan y sacuden la mano siguiendo un juego de palabras para decir que el presidente Jair Bolsonaro ya se retira .“Se acabó shisilo”, repiten como mantra con un sax de fondo.
Hasta Neymar, el futbolista que fue tan activo en estos días en su apoyo a Bolsonaro, tiene sus cantos en esta marea roja y eufórica, reunida para festejar que Luiz Ignacio Lula Da Silva ganó por tercera vez la presidencia de Brasil. Esta vez por un margen mínimo y frente al hombre que se creía invencible.
Brasil es un país partido por la mitad. El mapa de los resultados electorales muestra un norte y noreste que apuesta mayoritariamente por Lula da Silva y un sur y sureste que vota por Jair Bolsonaro.
Los números también se reparten en dos: 60.3 millones de votos para Lula y 58.2 para Bolsonaro
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