El Autlán taurino vive en José Luis Santana y José Luis Santana respira y transita a través de ese Autlán pintado de grana y completamente taurino.
Don “Huicho”, llamado así por su círculo más cercano, ahora vive de forma pacífica en la Sierra de Amula y ya sin la agitación del día a día. Esas jornadas de celeridad quedaron atrás y ahora se toma con calma las ocupaciones que se le presentan. “La prisa es para los delincuentes y los malos toreros”, comentó alguna vez el maestro Juncal, en una metáfora que va para los que pisan el ruedo e incluso para todos los terrenales.
Su asistencia a la Plaza Alberto Balderas es imprescindible y podemos reconocerlo hasta por la impecable vestimenta que elige con anticipación. No importa si es de aficionado, de empresa o hasta de juez de plaza.
Como un taurino de tiempo completo, ha conocido la mayoría de las profesiones alrededor de la fiesta brava e incluso su formación como persona se dio siempre en los alrededores de una plaza de toros. Desde entonces ya daba muestras de una cercanía que se mantiene hasta nuestros días.
Siendo un niño de 8 años, lustraba las zapatillas y limpiaba los capotes de los subalternos, quienes al ver la simpatía y curiosidad lo invitaban al callejón a presenciar las faenas en la Plaza de Toros de La Grana, compuesta en ese tiempo de madera y petates.

Como en la mayoría de los casos, el primer contacto con los toros tiene una repercusión emocional que se queda retenida en la pupila. No siempre es placentera, ya que es un contraste de emociones las que se manifiestan en una faena. Pero hay algunos a los que les llega el llamado “Mal de montera”. Ese veneno taurófilo que entra por las venas y nunca abandona a la materia. A don Huicho, éste le quedó infiltrado desde la infancia.
Así, presenció en ese ruedo a figuras como Silverio Pérez, Joselito Huerta, Capetillo y otros, en lo que fue el comienzo de una relación sentimental. Además, el arte lo lleva en su linaje, ya que puede presumir de haber tenido a una figura del toreo en su familia como fue la célebre María Cobián “La Serranita”, prima hermana de su madre.
Los menesteres de la vida lo llevaron a otros senderos profesionales, aunque la fiesta seguía ahí y no de ocasión, como muchos aficionados autlenses de nuestros días. “Los taurinos son los mismos. Aquí los veo cada año en el Carnaval y no van a otras plazas. Si acaso a El Grullo”, relata con cierta indulgencia don Huicho.
“Antes íbamos 20 personas a Guadalajara a las corridas; en 5 carros llenos. Ahora sólo que alguien me acompañe, voy”, expresa con añoranza sobre su ausencia de las corridas de la Plaza Nuevo Progreso.
Cuando le propusieron ser juez de plaza aceptó con integridad y no dudó en hacer valer el reglamento de un coso histórico como el de Autlán. Ese carácter que posee le hizo verse cara a cara con algunos apoderados e incluso empresarios que buscaban persuadirlo para lidiar astados sin trapío en el ruedo de la “Alberto Balderas”. Don José Luis nunca actuó con tibieza al momento de imponer la ley.
Como juez, acepta que hay un criterio de fiesta con la otorgación de las orejas y muchas veces tuvo que sucumbir ante la exigencia de las masas. “Soporté la presión, pero tuve que aceptar los gritos de la gente, que son los que piden los trofeos. Te puedo decir que de las 20 orejas que otorgué, 5 no fueron de mi agrado”.

Su periplo en el biombo duró solamente una administración, en la que dejó muestras de su conocimiento técnico. Y pese a tener la invitación a seguir, declinó por la agitación del quehacer taurino. “Pasé tres años estresadísimo, además para mi edad es cansado. En la madrugada a bajar toros, a las 10 a checarlos con el veterinario, a las 12 es el sorteo y regresas, comes y te vas a corrida a las 4 y eres el último en salir de la plaza; uno acaba cansado”, relata con franqueza.
En alusión a esta transparencia antes mencionada, don Huicho nos confiesa que sigue disfrutando de las corridas en su Plaza Alberto Balderas desde el tendido. Ahora con la serenidad de presenciar el Carnaval 2026. Y como muestra de su gran afición, desde semanas antes elige su atuendo para los 4 días de festejos. Nunca repite alguna prenda, ni sombrero e incluso selecciona lo que va a beber para disfrutar de las faenas en el ruedo autlense.
“Aquí en Autlán, aunque los prohíban va a haber corridas”, sentencia un taurino que ha sido aficionado, empresa e incluso juez de plaza.
