Enfundada en una chaquetilla azabache con pasamanería, Karla Esquivez exhibe con orgullo su lado taurino en un municipio, que, hasta el momento no ha sucumbido ante esa presión mediática del rechazo a la fiesta brava. Debajo de esa prenda, muestra una blusa con la leyenda “Todo en la vida se torea”. Una metáfora pasional sobre los toros y la existencia misma.
Afable, modesta y precisa, Karla se dispone a hablar de su más grande pasión con un enorme conocimiento de causa. Por su manera de expresarse podríamos creer que tiene una edad madura, pero esto contrasta con una joven de apenas 19 años.
Actualmente estudia la Licenciatura en Artes en el CUCSUR y a la par, en la Academia Municipal Taurina en su natal Autlán de Navarro. En su recorrido por el mundo taurino, ya puede presumir de haber asistido a una corrida en la “Catedral del Toreo”, Las Ventas de Madrid para ver a su más grande inspiración en este mundo, el peruano Andrés Roca Rey.
Desde fuera, pareciera que Karla heredó la afición por sus padres, pero no cuenta con antecedentes taurinos por ambos lados. Su acercamiento, dice, se lo debe a otra tradición netamente española y que fue el conducto por el cual conoció la tauromaquia.
¿Por qué te gustan los toros en una época tan visceral y que busca desaparecer esta tradición centenaria?
– “Por el flamenco, que ha sido mi impulso para acercarme a la tauromaquia. También gracias a ella he compartido grandes momentos con mi madre. Yo siempre me lo imaginaba como un acto artístico; con los trajes que usan, las faenas en la plaza, el ambiente. Todo lo que pasa en los toros tiene un sentido”. Comenta con total apertura.
¿Cómo se dio el paso de ser aficionada a convertirte en alumna de la Academia Taurina?
–“Por el llamado ¨Mal de Montera¨. Desde que me hice taurina yo le dije a mi mamá que quería tener otra visión y vivirlo como lo hacen los toreros. Descubrí después que no es algo a lo que me quiera dedicar porque no me veo siendo una novillera, a pesar de haber toreado algunos becerros. Simplemente disfruto mucho lo que he aprendido”.
¿Por qué Roca Rey?
– “Fue de los primeros toreros que conocí cuando entré a este mundo taurino. Estaba jovencísimo y consiguió lo que otros no habían podido con más edad. Además, Roca Rey, literalmente se juega la vida cada tarde y arriesga todo cada tarde y eso me llama mucho la atención”.
¿Hace falta que las mujeres se involucren en los toros?
– “Hoy en día ya hay más matadoras, novilleras y alumnas, pero siento que sí hace falta involucrarse más en las actividades taurinas, porque a lo mejor tienen miedo o a causa del machismo, que lo sigue habiendo”.
¿Es difícil debatir con un antitaurino? ¿Has tenido una discusión en algún momento?
– “Cuando recién empecé de taurina en la secundaria, hubo algunos compañeros que dijeron que ¿cómo podía disfrutar del maltrato animal y con las banderillas y la espada? Y yo como siempre, diciendo que el toro bravo es criado especialmente para las corridas y además es una expresión artística y hay toda una industria detrás de la tauromaquia”.
Esta práctica le ha traído muchas satisfacciones y hasta algunos tropiezos; pocos, ligeros y que quizá por la edad ha sabido tomar con diligencia. Las críticas son diversas en este mundo y aunque la mayoría tiene como punto de partida las posturas antitaurinas, en menor medida hay un sector autodefinido como defensor que no ha tomado a bien la cercanía de una joven con buenas intenciones.
Más allá de una afición, Karla Esquivez, usa a la tauromaquia como una metáfora de vida, y como ella misma dice “si tengo un problema, debo agarrar al toro por los cuernos. Porque todo en esta vida se torea”.
