Cenamos temprano, por ahí de las siete de la tarde. Ella un consomé de pollo y yo una sopa azteca, platillos inusuales para una merienda pero nos ganó el antojo. A nuestro lado los viajeros de una excursión colectiva recién llegados celebraban
La primera vez que probé la leche bronca (sin pasteurizar) fue cuando iniciaba la primaria.
A los trece años se trasladó a vivir Guadalajara junto con el resto de sus cinco hermanos mientras sus padres continuaron en Nayarit. La entrada a la adolescencia y luego a la juventud lejos del terruño le significó un remolino de emociones.