Pocos minutos transcurrieron para que se escuchara el aullar de las sirenas acercándose con rapidez. La empinada calle con innumerables piedras sueltas complicaba el acceso de los socorristas y el traqueteo de los enormes camiones sobre la inestable superficie lo hacía evidente.
En esa ocasión nos trasladamos de Guadalajara al pueblo en un camión de segunda con todos los implementos necesarios para instalarnos en el bosque: casas de campaña, bolsas de dormir, alimentos, ropa abrigadora y calzado adecuado, todo ello transportado en mochilas de
Después de realizar una tarea pendiente, salimos del edificio en la búsqueda de un sitio cercano para desayunar pues el estómago comenzaba a protestar, inquieto por la falta de alimento. Cruzamos la amplia avenida y nos dirigimos a la plaza comercial situada



