Cultura volátil | La poesía errante de los clérigos medievales: los goliardos

Alan Arenas retoma su espacio “Cultura Volátil” para hablarnos de los goliardos, poetas errantes de la Edad Media que supieron congeniar el misticismo clerical con la ironía y lo mundano.

Por: Alan Arenas

Autlán de Navarro, Jalisco. 17 de junio de 2020. (Letra Fría) Cuando  se habla de la literatura de la Edad Media, inmediatamente se nos viene nombres de autores como Tomás Moro, Tirso de Molina, Santa Teresa de Jesús (por cierto con una exquisita poesía mística), Bocaccio, Petrarca, Dante Alighieri, entre muchos más que sería imposible nombrar en tan pocas líneas. Sin embargo, en esta larga lista pocas veces se habla de los “clérigos errantes”, mejor conocidos como los goliardos.

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Probablemente muchos desconocen de ellos o ni si quiera los habían escuchado nombrar, pero seguramente han escuchado sus poemas. Digo que los han escuchado gracias al músico alemán Carl Off, quien realizó una cantata con los texto que nombró de manera homónima Cármina Burana, también conocido como Códex Buranus o los cánticos de Beuer, lugar de Alemania donde fueron encontrados los códices de dichos clérigos (como dato personal, una de las mejores versiones que he escuchado es la que ejecuta André Rieu). Gracias a esta adaptación sean han hecho populares, pero con la falsa idea que la letra también le pertenecen a Carl Off.

Para empezar, los goliardos fueron “clérigos errantes o vagos” en los siglos XII y XIII, que viajaban por la mayor parte de Europa y  su principal característica era salirse por completo de la estructura de la iglesia de su época, principalmente del celibato, como lo muestra un fragmento de sus textos:

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todos los caminos a la cama de Venus conducen.

y no hay entre tantas torres ninguna en que la castidad se

[guarde.       

Tras el espíritu goliardo se escondía el fermento, no sólo de la alegría mundana del siglo XII, sino el del pensamiento filosófico averroísta de la Universidad de París y el de algunos movimientos herejes de dicha época. Esta carga intelectual (su alegría por el doble sentido del lenguaje, su devoción por la rima, la pobreza, la libertad y la alegría) fueron también, a su vez, el fermento de los elementos memorables que el ingenio popular mantendría vivo hasta el Renacimiento, en cierta zona del humanismo que continuó con el espíritu goliardo. Se trataba de afrentar todo lo establecido, cuestionar, mediante la sorna y la risa, todo lo sagrado, puro o decoroso de la sociedad y de las letras.

Parte del estilo de vida de estos monjes errantes, pues su vagabundeo no tenía  límites, era celebrar elementos inconstantes, porque veían a la Fortuna como lo más cercano a su propia e inconstante vida. Pero, además, nos señalan que el mundo sólo se rinde a los pies de esa leve materia universal que es la Fortuna. Es interesante que, al expresar su libertad, casi afirmen a la Fortuna como el eje fundamental de su vida  y su destino, por ello vivían en el exceso y sin necesidad de formar riquezas; mantenían su situación mundana lo más cercana posible a lo efímero de la naturaleza:

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Llevado soy, también, como

barco sin tripulante,

o como, errabunda, las rutas de los vientos

llevan al ave.

no me retienen cadenas,

no me retienen llaves

En algunos de los casos parafraseaban y adaptaban a sus propias voces algunos pasajes de la biblia, quizá con el afán de ironizar estos textos. Ejemplo de ello ese encuentran en La confesión goliarda, que se ufana del texto bíblico de Lucas 2:7-14  donde leemos que al nacer Jesucristo los ángeles se acercaron a cantar «Paz en la tierra y en el cielo Buena Voluntad para los hombres»:

Es mi voluntad

en una taberna morir,

y que el vino esté cercano

a los labios del moribundo

cuando alegres canten

los coros angélicos:

”Sé benigno, oh Dios,

con este bebedor.»

Hay muchos estudios interesantes sobre los goliardos y sus textos, pero además de leer los estudios y la historia de estos clérigos; sería interesante acercarnos a sus poemas, que están llenas de musicalidad (gracias a eso Carl Off las pudo musicalizar) y contienen una visón humana, terrenal y real desde una perspectiva culta que en esa época no existía. Existe una originalidad en imágenes, juego de palabras con referencias cultas pero con un discurso de la vida cotidiana en cada una de sus textos. Una poesía  pensada para el canto sin llegar al juglar. Debido a estrictas reglamentaciones y reformas que llegaron con la aparición de la Santa Inquisición, estos poetas clérigos errantes desaparecieran, dejándonos un extenso acervo de poesía, con ejemplos como:

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  • Carmina ecclesiastica (canciones sobre temas religiosos).
  • Carmina moralia et satirica (cantos morales y satíricos).
  • Carmina amatoria (canciones de amor).
  • Carmina potoria (contiene obras sobre la bebida, y también parodias).
  • Ludi (representaciones religiosas).
  • Supplementum (versiones de todas las anteriores, con algunas variaciones)

De todas ellas, sobresale por su gran popularidad y gran número de versiones,  el poema Oh Fortuna.

Por lo anterior es importante que cuando se hable de la literatura de la Edad Media se mencione también de los  goliardos, ya que ellos fungieron como un eslabón en la literatura entre lo pagano del vulgo y el misticismo del mundo clerical. Usaron su propia voz y estilo en cada uno de sus versos, que van más allá de lo superficial, entraron en la crítica de su contexto gracias a sus viajes, usando la ironía y voces cultas para ello.

LL/LL

*Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor y la fuente. Se prohíbe su reproducción si es con fines comerciales.

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