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Desazolve de ríos y arroyos: ¿Una acción útil, para quién? 

Claudia Irene Ortiz-Arrona

Autlán de Navarro, Jalisco. 31 de mayo de 2022. (Letra Fría) Poco antes de acercarse el temporal de lluvias, los habitantes ribereños y no ribereños –agricultores, ganaderos, ciudadanos de nuestra región de Autlán, El Grullo y otros municipios – alzan sus voces las voces pidiendo el “desazolve”, ó muchas veces mal llamada “limpieza” de los ríos y arroyos, solicitando a los Ayuntamientos la limpieza del cauce y asegurando, sin ninguna duda, que las inundaciones podrían ser graves por culpa de que el río o arroyo no está “desazolvado”. 

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Sea cual sea la causa, no hay crecida en la que no se demande el “desazolve ó limpieza del río”, así está profundamente enraizado en los ciudadanos.

Se desazolva cuando se puede, y porque se pueden evitar ó ignorar las normativas mexicanas ambientales, estas decisiones se respaldan en el argumento a los procedimientos de emergencia (sinónimo de ausencia de control ambiental) tras cada crecida para meter grandes máquinas excavadoras en diversos tramos de ríos y arroyos. Por supuesto, las aseveraciones de los académicos contra estas malas prácticas poco o nada se tienen en cuenta.

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Pero, ¿en qué consiste realmente desazolvar ríos y arroyos? “Desazolvar” no es lo mismo que “limpiar” la basura; limpiar residuos de procedencia humana, que pueda haber en los ríos y arroyos. Técnicamente desazolvar es intentar aumentar la sección de desagüe de los cauces, reducir su rugosidad para que el agua circule en mayor volumen sin desbordarse y a mayor velocidad, y suavizar sus paredes o perímetro mojado, eliminando sedimentos del lecho y las orillas de los cauces y también la vegetación ribereña viva y material leñoso muerto con el intenso dragado, es decir; eliminando elementos naturales del propio río. Esta práctica se basa en una visión del río muy primaria, considerándolo simplemente como conducto ó canal y como enemigo, de ninguna manera se contempla al río como lo que realmente es, un sistema natural diverso, complejo y proveedor de múltiples beneficios ambientales y sociales.

Desazolve río Ayuquila. (Foto: Claudia Ortiz Arrona)
Efecto de desazolves recurrentes en el arroyo El Cangrejo. (Foto: Claudia Ortiz Arrona)

Con los desazolves se destruye el cauce, porque se modifica su forma (morfología) construida por el propio río, se rompe el equilibrio hidro-morfológico longitudinal, transversal y vertical (ver ¿Por qué necesitamos ríos y arroyos saludables? ), se eliminan sedimentos, que constituyen un elemento clave, se elimina vegetación viva, que está ejerciendo unas funciones de regulación en el funcionamiento del río, se extrae madera muerta, que también tiene una función fundamental en los procesos ecológicos, y se aniquilan muchos seres vivos, directamente o al destruir sus hábitats. 

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Además, estas prácticas se realizan con maquinaria pesada, sin vigilancia ambiental, sin información pública y sin procedimiento de impacto ambiental. En nuestro país siguen siendo muy generalizadas y constituyen una de las principales causas de deterioro de nuestros valiosos ríos y arroyos.

Hoy algunos de esos cauces dañados no han podido recuperarse todavía. Los daños morfológicos y ecológicos provocados por los “desazolves” de ríos son enormes y justifican por sí mismos que estas prácticas deberían analizarse con mayor interés y responsabilidad. Por un lado que, en el siguiente episodio de aguas altas o de crecida el río volverá a acumular materiales en las mismas zonas “desazolvadas”. Si solo se piensa a corto plazo, a unos meses vista, sí se puede observar que el arroyo ganó una poca capacidad de desagüe, pero a medio y largo plazo si se quiere mantener dicha capacidad de desagüe habrá que seguir dragando una y otra vez, como ha ocurrido durante los últimos años en los arroyos de El Cangrejo, El Coajinque, La Yerbabuena, Ahuacapán y muchos otros arroyos en nuestra región (ver Denuncian daño ambiental tras desazolve de arroyos en Autlán). También que, pensar en los efectos de dragados profundos en ríos enteros ó desazolves locales repetidos sobre un mismo tramo genera sobre el encajamiento del lecho, irregularización de los fondos, descenso del freático (con graves consecuencias sobre la vegetación y sobre el abastecimiento desde pozos), descalzamiento de puentes y otras estructuras, etc., generando daños que pueden ser mucho más costosos que los bienes que se trataba de defender con los desazolves. 

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Y es que la limpieza la hace el propio río. Son precisamente las crecidas fluviales los mecanismos que tiene el río para limpiar y transportar sedimentos periódicamente de su propio cauce. Recordemos que los ríos son un sistema de transporte y de regulación. El cauce sirve para transportar agua, sedimentos y seres vivos, y con su propia morfología diseñada por sí mismo, y con la ayuda de la vegetación de ribera, es capaz de auto-regular sus excesos, sus crecidas. Este sistema natural es mucho mejor y más eficiente que el que se ha creado o se pretenden seguir generando con la construcción de represas y los grandes bordos en las orillas del cauce que pretenden servir como defensas contra inundaciones. Es cierto, que de ninguna manera debe desatenderse la seguridad de los habitantes y sus bienes, sobre todo en aquellas zonas habitadas muy cerca o sobre las llanuras de inundación. 

Sí que podemos ayudar al río en sus labores de limpieza, simplemente retirando basuras del cauce residuo por residuo, manualmente, sin emplear maquinaria, o bien retirar madera muerta de puentes o represas donde haya quedado retenida y pueda incrementar el riesgo, reubicando esa madera en el interior de bosques de ribera para que siga cumpliendo su función en el ecosistema fluvial. Estas sí serían buenas prácticas de limpieza y mantenimiento que apoyen la dinámica de ríos y arroyos. 

Es urgente retomar el diálogo un poco más en cómo funciona un río y en qué se puede hacer para gestionarlo mejor conjuntamente entre los tomadores de desiciones del desazolve de ríos y arroyos en nuestra región (Consejos municipales de protección civil y desarrollo rural, investigadores, ciudadanos) en busca de soluciones razonables frente a las inundaciones, soluciones no de fuerza contra nuestros ríos y arroyos, sino de ordenación del territorio. 

Como conclusión final y citando a un gran geomorfólogo de ríos (Ollero, 2010), los  “desazolves” son actuaciones destructivas del cauce que no funcionan para reducir los riesgos de inundación y que puede originar graves consecuencias tanto en el medio natural como en los usos humanos del río y  sus zonas ribereñas. Es necesaria una labor continua de concienciación y educación para conseguir que las sociedades ribereñas renuncien a este tipo de acciones y promuevan mecanismos alternativos de gestión y convivencia con el riesgo. “Hay que mirar más allá del corto plazo, porque inundaciones va a seguir habiendo, las habrá siempre, y las zonas inundables, por definición, se inundan y se inundarán siempre”.

Fuente: Ollero, A. (2013) ¿Por qué NO hay que limpiar los ríos? Nota: Centro Ibérico de Restauración Fluvial. 

MA/MA

1 Comment

  1. Mucho de verdad, pero … No totalmente!
    La limpieza del cauce de los rios, aguas arriba y abajo de los puentes, sí es necesaria y debe ser rutinaria anualmente.
    Lo ideal con maquinaria adecuada.

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