Por: Eloy Chávez | La grilla
Guadalajara, Jalisco. 29 de julio de 2022. (Letra Fría) Resulta confuso, preocupante e incluso roza en la ficción lo que sucede con nuestro vecino del norte, parece ser que alguna de esas series, películas o novelas estadounidenses aclamadas, estuviesen repasando la realidad que vive su nación como un camino a una etapa oscurantista o incluso, en la exageración, en lo apocalíptico.
Esto parte de lo que los mismos estadounidenses nos han comunicado en las últimas décadas, si este centro occidental comienza a quebrarse o a moverse, el estilo de vida que predomina en todos los países de esta parte del mundo podría caer en crisis y bajo regímenes autoritarios que intentan socavar nuestras soberanías.
Cuento que en pleno 2022 parece ser lejano o algo congruente con la geopolítica económica que surge desde oriente. Como un revulsivo para la pobre economía de países occidentales como los son las naciones latinas.
Además, en Europa vuelve a surgir la guerra, la cual comienza a causar un malestar mundial, similar a los conflictos que originaron las pasadas guerras mundiales, quedando así, en lo exterior, los Estados Unidos como una potencia desplazada, sin efectividad de conformar un plan mundial de extensión militar y económico.
Los mismos principios de soberanía nacional comienzan a limitar a los norteños y su binomio “libertad-democracia”, la exportación de lo imposible de comprender, porqué tienen que sustituir los principios de autodeterminación de los pueblos, pueblos que durante años estuvieron en sus sombras y ahora con este desplazo de fuerzas comienzan a ser huérfanos de una guerra comercial, informática y meramente económica.
Al interior de los Estados Unidos, falla la libertad que cada ciudadano pueda realizar sin ser reprimido por el Estado, sosteniéndose del mercado como bastión de ese concepto de ciudadanía.
Durante décadas, el modelo norteamericano del sueño fue efectivo, real, convincente e histórico, negar a Estados Unidos y su contribución a la búsqueda de la verdadera libertad entre individuos y naciones sería cómo negar la vida misma, pero parece ser que ahora el problema “americano” no viene de quienes lo vemos desde afuera con ojos cansados, viene de ellos mismos y de una larga historia de represión entre los mismos.
A lo largo de estos últimos años, nuestros vecinos han sufrido al interior de su país de distintos fenómenos sociales quienes en su mayoría replican las exclusiones raciales sistemáticas, la revocación o supresión de derechos electorales a comunidades vulnerables y a minorías sociales, además, de que recientemente se ha identificado una extensa lucha civil por el reconocimiento y la ampliación de nuevas leyes electorales que garanticen una nueva forma de luchar contra la agenda conservadora estadounidense, quienes intentan mantener territorialmente al país en espacios electorales fáciles de ganar por medio de fuertes inversiones en campañas o en publicidad de figuras públicas.
Recientemente han sucedido cosas que impactan a los estadounidenses y al mundo entero, la elección de Donald Trump fue el inicio de una serie de eventos dolorosos y la ampliación de esta crisis, ciudades enteras en toque de queda, movilizaciones violentas y asaltos, lucha racial entre el pueblo y las autoridades evocando a la muerte de civiles, el retroceso en el reconocimiento de los derechos de la mujer, la invasión de grupos radicales de derecha en el capitolio, el fracaso en la gestión de la retirada en Afganistán, la gestión política de las vacunas ante la crisis de la COVID-19 y el surgimiento de un sector antivacunas que tuvo influencia a nivel mundial, las decenas de personas heridas y/o muertas que han ido creciendo debido a tiroteos y masacres empleadas por jóvenes disidentes dejan claro que es mucho más fácil en el país de la “libertad”, matar a un grupo de personas que salvar la vida de una mujer que intenta abortar.
La decadencia de los Estados Unidos a nivel global y local es una realidad, así como no podemos negar el legado estadounidense en el mundo, tampoco podemos negar que su crisis se extenúa y que ha llegado al centro de su nación a causar estragos, en estos momentos la mayor amenaza del “Sueño americano” ( Liberalismo democrático, Federalismo descentralizado con la soberanía de las entidades federativas, mercado paternalista y la civilidad económica) comienzan a ser sus propios ciudadanos.
Si nos vamos a las ideas básicas de lo que representa el concepto de “Estado Moderno”, base de la nación estadounidense, nos encontramos con pruebas suficientes y evidentes que su propio pueblo es quienes están limitando y socavando dicho modelo, no son los chinos, no son los comunistas, no son los nazis, no son los alienígenas ni los troles, son ellos mismos, los enemigos que no te mostraron en las películas y con eso, un riesgo para el modelo de democracia que nos impusieron en todo el mundo.
Si nos volvemos a refugiar en la ciencia ficción (gran legado estadounidense), podríamos comparar el proceso de institucionalización que vive esta nación con la criatura mitológica del Uroburo, un ente demasiado grande y poderoso, mayor que el mismísimo Leviatán, un ser tan temible y grande que al no poder obtener más poder del que ya tiene, termina consumiéndose a sí mismo.

CAC