Cuando un toro de lidia arranca sobre la arena puede alcanzar los 25 kilómetros por hora y si añadimos a éste un peso de media tonelada, podríamos compararlo con un tren que inicia su marcha en plena vía. La colisión de cualquier objeto con el astado tendría un desenlace catastrófico. Detenerlo es imposible para un ser humano. No para los forcados.
René Tirado no supera el 1.70 de estatura y en su labor de cabo, se ha enfrentado a cuerpo limpio con toros de más de 500 kilogramos. Su oficio es el de recibir las embestidas de los toros de lidia e inmovilizarlos, en uno de los rituales más controvertidos en la actualidad y que tiene su origen en Portugal.
“Cuando nos vestimos de forcados somos capaces de hacer cosas extraordinarias únicamente con nuestra voluntad”, responde Tirado sobre esta desafiante osadía.
“El miedo es inconsciente y el hecho de desconocer esta práctica lo oculta. Ya cuando eres consciente de lo que hacen los toros y los terrenos que pisan, hay quienes se retiran de esto. Pero cuando lo superas, se puede llegar a disfrutar”. añade el líder de los Forcados Amadores de México.
A diferencia de los matadores y rejoneadores, en el ritual de paralizar al toro (pega) no hay muerte hacia el astado, pero sí heridas para los practicantes de la suerte. René muestra las cicatrices por toda su cara e incluso una cornada en la vena femoral que pudo haber sido mortal. Afirma que “en esos segundos de adrenalina, se puede llegar a disfrutar el recibir una embestida”.

Para un hombre de su edad, no habría necesidad de ponerse delante de una res brava. Más aún, cuando tiene un empleo en su natal Mazatlán y es el responsable principal de un hogar. Sin embargo, esa estirpe de caballero es la que hace que el toreo sea una necesidad y vivir una circunstancia. Un postulado impuesto por el “Rey” David Silveti en el mundo de la fiesta brava.
Su exposición ante la muerte, le ha permitido viajar por el mundo y comprobar que las tradiciones taurinas están en peligro de extinción. Que esta figura ya no es atractiva a la sociedad, sino de calificativos ruines y abyectos. Que los partidarios decrecen cada día por ideologías impuestas la mayoría de las veces desde un pleno, una asociación o un simple ordenador digital.
René Tirado ha salido avante de los toros que le han propinado embestidas en sus 30 años de trayectoria con los Forcados Amadores de México, pero hay una cornada de la que no se ha recuperado y es la de los políticos que buscan prohibir la tauromaquia en todo el país.
“Yo soy parte de la fiesta aunque no haya matado nunca un toro y siempre digo lo mismo cuando me lo preguntan, y es que siempre ¨hay cosas más importantes que como sociedad y gobierno deberíamos estar resolviendo: sobre todo la seguridad¨”.
El destino quiso que los forcados aparecieran en México ya entrado el siglo XX y no en épocas pasadas. Esas en las que había una admiración casi épica a aquellos que vestían de oro y desafiaban al mítico toro de lidia.
En otros tiempos, René Tirado y compañía habrían tenido mayor reconocimiento; héroes de prosapia y por consecuencia con mejores condiciones económicas. Pero como él mismo dice: “No vivimos de esto, pero sí vivimos para esto. Porque nosotros somos los últimos románticos de la fiesta. Los que tomamos al toro por los cuernos. Literal”.
