Autlán de Navarro, Jalisco.- La investigación Análisis toxicológico de plaguicidas en roedores del valle agrícola Autlán- El Grullo- El Limón, Jalisco de Jesús López Tapia, se suma a las evidencias que muestran los riegos que implica -para la fauna silvestre y las personas- el uso de plaguicidas en los cultivos de la región.
Con esta tesis, Jesús López obtuvo el grado de maestría en Ciencias en manejo de recursos naturales del Centro Universitario de la Costa Sur (Cucsur), acompañado de María Magdalena Ramírez Martínez como directora.
Para la tesis, hicieron muestreo de hígado y riñón en 120 individuos (roedores), de 10 especies -durante un año- en cultivos convencionales (los que usan los plaguicidas), alternativos y un espacio en selva baja, donde teóricamente no se aplican plaguicidas. Incluyeron cultivos de caña y maíz.
Esta tesis, compartió María Magdalena Ramírez, en una entrevista para Letra Fría se suma a las investigaciones que se han hecho sobre este tema de plaguicidas.
“Se suma al trabajo con los niños en El Mentidero, se han hecho también estudios en la región de la presencia de plaguicidas en suelo, en agua, en plantas, este trabajo con los roedores viene a sumarse a esta serie de evidencias de la exposición a la que estamos”, agregó.
Presencia de plaguicidas sin importar el lugar
Al final de la investigación, determinaron la presencia de 8 plaguicidas: 4 herbicidas (ametrina, atrazina, molinato y picloram); 3 insecticidas (carbofurano, diazinón y malatión) y un fungicida (tiabendazol).
Para los investigadores, una de las sorpresas fue que la concentración más alta de atrazina la encontraron en roedores de la selva baja, donde no se aplican plaguicidas. Y en el resto de los cultivos la presencia de estas sustancias tóxicas resultó similar.
“Te das cuenta que los plaguicidas -aunque los apliquen en la caña allá en los cultivos- una gran parte se volatiliza, se queda en la atmósfera, otra se queda en los sedimentos como suelo, agua, las mismas plantas, la misma fauna y otra cantidad se filtra a los mantos freáticos subterráneos”, argumentó María Magdalena Ramírez.
De acuerdo a las conclusiones de la investigación ni el sitio de captura ni el tipo de producción influyeron en la presencia y concentración de plaguicidas.
“Ya que en los resultados estadísticos no arrojaron diferencias significativas entre los tipos de producción agrícola como en sitios de selva baja”, precisó la investigadora.
Con este estudio, queda de manifiesto que las personas no necesitan estar en contacto directo con el cultivo de caña o maíz, con que estén cerca o en el mismo valle las personas están expuestas a estos plaguicidas.
Plaguicidas que se acumulan y magnifican
A través de las investigaciones sobre este tema, en la academia han dado cuenta que los plaguicidas son “bioacumulables”, es decir que los roedores acumulan plaguicida en sus tejidos y si este animal es depredado por un mamífero mayor, ese plaguicida no se diluye -por el contrario- se concentra.
Otro de los grandes riesgos, compartió la investigadora es que dentro de las especies de fauna silvestre hay organismos que son “biomagnificadores”, esto quiere decir que consumen el plaguicida o el alimento contaminado y no solo se conserva, sino que también se amplía el daño o la concentración.
Desmitificar la producción agroecológica
En el acercamiento que los investigadores tuvieron con los productores orgánicos de caña y maíz, conocieron de primera mano los beneficios que ellos han experimentado al transformar sus procesos de producción.
Aunque no son datos que hasta el momento estén sistematizados, ellos relatan que han visto que producen más cuando usan abonos orgánicos -no en los primeros años, el retorno viene unos ciclos más adelante- también notan cambios en el suelo en cuanto a nutrientes y en la calidad del producto.
Para la investigadora, hace falta hablar más de las alternativas de producción y dejar de estigmatizarlas, dejar de decir que rinden y producen menos; pues los “buenos” resultados han ayudado a que más productores se sumen al cambio orgánico, además de la toma de conciencia de las personas que no están dispuestas a estar expuestas a los plaguicidas de esta manera.
Ya se dejan ver algunos cambios
Aunque sin duda hace falta trabajo por hacer en materia de reconversión agrícola, en la región hay algunos avances significativos para ganarle terreno a los plaguicidas y sus efectos adversos. Para María Magdalena, el tema de El Mentidero implicó un gran impulso en Autlán.
Existen comités municipales donde están involucrados diversos sectores de la sociedad, para promover la reconversión entre los productores, el cambio de conciencia entre la ciudadanía.
“En lo personal, me ha tocado ver estos cambios a nivel de producción y también en el cambio de conciencia como muchas personas, vamos modificando los patrones de consumo comprando a pequeños productores que están haciendo algo de manera tradicional, retomando las alternativas saludables que ya se usaban”, agregó la investigadora.
También mencionó como un ejemplo el tianguis agroecológico del Cucsur de los viernes, donde hay a la venta alimentos frescos, libres de plaguicidas. Es un espacio que lleva muchos años, ha perdurado, crecido y también ha aumentado la cantidad de personas que consumen en este espacio.