Rieleras y juanes, estas trenzas están contentas porque al fin Julian Assange goza de libertad, tras un largo proceso que lo mantuvo en los titulares mundiales dando seguimiento a su situación legal y de confinamiento a raíz del proceso que el gobierno de Estados Unidos tuvo en su contra al acusarlo de 18 cargos penales por las revelaciones que su sitio WikiLeaks hiciera en 2010 y 2011 acerca de, entre otros temas, los actos que emprendiera el ejército estadounidense en las guerras de Iraq y Afganistán.
Pensar cómo la forma es fondo da elementos para analizar esta parte de la historia contemporánea protagonizada por Assange.
¿Qué es lo que impulsa a una persona a hacer del conocimiento público de manera contundente y masiva situaciones que considera deben ser parte de la conciencia social?, ¿será que los canales habituales, esas formas establecidas de manera estructurada, ordenada y normada por los gobiernos, no lo permiten?
Chelsea Manning
¿Qué habría pasado si Assange o su fuente original, Chelsea Manning, presentaban como una denuncia formal estas acciones?, eso simplemente no era posible, pues justamente la estructuración del manejo de información interna en aquel país, hoy por hoy el más poderosos de mundo, criminaliza los actos informativos de temas que consideran sensibles o de “seguridad nacional” sin importan que el fondo de esos actos constituya graves faltas en contra de los derechos humanos.
Manning fue condenada a un excesivo periodo de 35 años de prisión por haber filtrado información a Assange, aunque a los 7 años de pena esta le fue conmutada por Barack Obama en medio de una polémica por el peligro que corría Manning como mujer transexual en una prisión militar para hombres, y aun en su liberación se escucharon las voces acerca del peligroso precedente de que quien ponía en peligro la “seguridad nacional” no respondía por sus delitos.
No hay lugar pues para hacer una denuncia formal acerca de los excesos de los poderosos, cuyo estatus inhibe a cualquiera a expresar disintiendo acerca de los actos de brutalidad que en no pocas ocasiones se emprenden en el contexto bélico mundial.
WikiLeaks
La forma de denuncia que Assange hizo en su sitio WikiLeaks, fue un acto estratégico acorde a las características de la sociedad de la información y del conocimiento contemporáneas, a través del cual la libertad de expresión y de información se abrieron paso para que en todo el mundo nos enteráramos de lo acontecido en aquellas guerras.
Un acto que no fue el primero en su tipo, y si no las revelaciones de los Papeles del Pentágono que hiciera Daniel Ellsberg en 1971 al New York Times y al Washington Post, están para demostrarlo.
Hoy Assange está libre y lo celebro, pues su historia es evidencia de cómo la comunicación y el derecho a informarse se abren paso a pesar de las cerradas medidas que para guardar secretos denominados de “seguridad nacional”, bajo criterios acomodaticios y convenencieros, construyen los gobiernos, por muy poderosos que sean.