ADOLFO PÉREZ RICO. Era originario de la comunidad de La Providencia, municipio de Atotonilco el Alto, Jalisco, descendiente de una familia humilde, era hijo de campesinos. Nació el 23 de abril de 1902, a las tres de la mañana, según el acta número 262 del Registro Civil.
Sus padres fueron don Gerardo Pérez Rubio y doña Andrea Rico Patiño; fueron sus abuelos paternos don Manuel Pérez y doña Francisca Rubio. Los maternos, don Desiderio Rico y doña Petra Patiño o (Padilla?). Fueron testigos en el Registro Civil don José María Anguiano y don Anastasio Cerda, lugareños de La Providencia.
El pequeño Adolfo Pérez Rico, fue bautizado en la Parroquia de Atotonilco el Alto, por el Presbítero y Vicario don Francisco Alcalá, el 27 de abril de 1902. Fueron sus padrinos don Gerardo Zúñiga y doña Francisca Muñiz.

Al margen de su certificado de bautismo se asentó:
“Adolfo, nació en La Providencia. Recibió el Sagrado Orden del Subdiaconado el día 20 de diciembre de 1930”.
Vida de Adolfo
Fueron sus hermanos: Ignacio, Adolfo, Regino, quien vivió en Jiquilpan; Feliciana, Catarina y Pablo Pérez Rico.
De niño, era delgadito, tenía el ojo derecho un poco más chiquito, fue muy tranquilo. Enseguida recibió ayuda de todo tipo para ingresar al Seminario de una señora que poseía recursos económicos suficientes, quien finalmente lo adoptó como su hijo, hasta que ella falleció en Jiquilpan, Jalisco.
Realizó sus estudios básicos en su lugar de origen; posteriormente fue ordenado sacerdote por el Arzobispo Tapatío don Francisco Orozco y Jiménez, siendo su padrino de ordenación el Obispo Auxiliar de Guadalajara don José Mariano Garibi Rivera, futuro primer Cardenal de México.
Por una décima o programa religioso de 1956, año en que celebró sus primeros veinticinco años de vida sacerdotal, se sabe que en 1931 fue ordenado Presbítero.
Su primer destino para ejercer el ministerio sacerdotal encaminó sus pasos al pueblo de Quitupan, Jalisco, en donde permaneció de 1931 a 1938, aproximadamente, sitio a donde lo acompañaron sus papás; luego fue enviado por órdenes superiores a Ocotlán, Jalisco, hasta el año de 1940, y finalmente a Jiquilpan, municipio de San Gabriel, Jalisco, pueblito al que llegó, a la edad de treinta y nueve años, con nombramiento de Capellán Fijo en 1941, donde permaneció hasta 1977.
Es recordado en el pueblo de Jiquilpan,Jalisco y toda la región por las anécdotas y su lenguaje popular, sobre todo en sus homilías, ya que era muy claro y directo en lo que predicaba.
El pueblo
La feligresía de Jiquilpan cuenta que cierto día una señora que venía de visita a ese pueblo, asistió a la misa dominical.
Al regresar a su casa hizo esta pregunta a sus familiares:
- ¿De pura casualidad no me ven cuernos?
- No, ¿por qué?, –preguntaron sus familiares.
- Porque yo oía que el sacerdote decía: “Bola de bueyes, y apuntaba hacia mi lugar”.
El Padre Pérez fue aficionado al tabaco, le gustaba el café con alcohol, en casa de cualquier vecino se quedaba a almorzar, les impartía le bendición; pedía limosna a los ricos para dar a los pobres.
Era mal hablado, pero muy alegre; pedía y mandaba una lista canciones a la tienda de “Las Quince Letras” en donde había un tocadiscos, tenía preferencia por las canciones rancheras. “Nieves de enero”, “El ojo de vidrio”, “La chancla” y “Heraclio Bernal”, éstas dos últimas cantadas por el zacatecano Antonio Aguilar.
Era muy noble, daba consejos a su cuñada, esposa de su hermano don Pablo Pérez, para que cuidara bien a sus hijas, es decir, a sus sobrinas. Puso pseudónimos a dos de ellas por el gran cariño que les profesaba.
Jiquilpan
En Jiquilpan, durante sus homilías, desde el púlpito, era muy directo y regañón. A los niños les daba coscorrones, si faltaban a la doctrina; y a los papás, los reprendía fuertemente si no con cumplían sus obligaciones de esposo y fiel católico, cuidaba que las mujeres al ingresar al templo, no llevaran falda corta ni pronunciados escotes.
Con el tiempo adquirió sobrepeso, decía que porque le “… hizo provecho el mezcal”, que continuamente consumía.
Vistiendo siempre su sotana negra cuando salía la calle, era fácilmente identificado por su feligresía.
Fue un hombre duro en carácter, pero con gran amor al Culto y al Santísimo Sacramento. Un carácter que motivó a la comunidad para que hubiera respeto al prójimo y a Dios.
El Padre Pérez, fue testigo de que en mayo de 1961, la parroquia de San Gabriel y la Capellanía de Jiquilpan, fueran anexadas al Obispado de Colima, desmembrándose del Arzobispado de Guadalajara.
En Jiquilpan, fue un gran benefactor e impulsor de la construcción del Kiosco y del enladrillado de la Plaza de Armas, entre 1942 y 1949. El texto de la fotografía de la placa siguiente dice:

Las fiestas
Una de las tradiciones más importantes creadas por el Presbítero don Adolfo Pérez fue la celebración del “Martes de Carnaval”, que implementó para para disminuir el alcoholismo entre los habitantes de la comunidad, ya que era el último día que se permitía tomar bebidas embriagantes para recibir la Cuaresma con alegría y prepararse para la Pascua.
Fue el promotor para que el Juramento, hecho el 12 de diciembre de 1885, para celebrar a la Virgen de Guadalupe, fuese renovado en 1966, quedando establecida la fiesta para el último domingo del año. El Decreto dice:
“Fiesta Patronal a la Virgen de Guadalupe en Jiquilpan, Jalisco”.
“Por acuerdo del Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo Doctor don José Garibi Rivera, en su Visita Pastoral a esta capellanía el 23 de octubre próximo pasado, los vecinos del lugar reunidos con el Capellán, el domingo 28 del mismo mes, se aprobó por unanimidad que la Fiesta Patronal, se celebre en otro día hábil, para mayor honra a la Madre de Dios, por lo que se extiende lo siguiente:
Para mayor honra y gloria, culto y veneración a Nuestra Patrona, Santa María de Guadalupe los que suscribimos mayores de edad, vecinos de esta capellanía, reunidos con nuestro Capellán Presbítero Adolfo Pérez Rico, el domingo 28 de octubre del presente año DECRETAMOS y proclamamos para siempre, que la VIRGEN DE GUADALUPE ES LA PATRONA DE ESTA CAPELLANIA; como lo juraron nuestros padres, pero la fiesta debe celebrarse de hoy en adelante el domingo siguiente al 25 de Diciembre y si dicho domingo es primero de Enero, entonces se celebrará el Sábado anterior, o sea, el 31 del mismo diciembre.
Este Decreto se levanta por cuadriplicado, para que se conserve un tanto en el Libro Parroquial, otro en el libro de esta Capellanía y los otros dos hacerlos del conocimiento del pueblo.
Firman: Pedro González, Delegado Municipal; José López Zamora, Comandante de la Defensa; J. Jesús Solano, Presidente Ejidal; y Eufracio Gómez, Federico Gómez, Efrén Montes de Oca, Lorenzo Ortega y Presbítero don Adolfo Pérez Rico”.
La virgen
Para organizar las fiestas de la Virgen de Guadalupe, el Padre Adolfo salía casa por casa a recoger dinero para la celebración. Dicen las personas mayores que a cada vivienda que llegaba les decía a sus moradores:
- Que la paz de Dios reine en esta casa.
Y los miembros de la familia debían responder:
- Y todos los que en ella habitan.
Antiguamente, las peregrinaciones de los fieles, durante las fiestas religiosas, eran por asociaciones y no por barrios como se conocen ahora, ya que no existía la división de los barrios, esto se sabe por una décima de 1956.
El Padre Adolfo, estuvo presente en San Gabriel, el 17 de enero de 1971, fecha en la que se bendijo el nuevo Altar Mayor de mármol, siendo consagrado por el señor Obispo de Ciudad Guzmán, Jalisco, don Leobardo Viera Contreras.
Fue en 1976 que el Padre Pérez Rico, hizo la división nueva territorial por barrios que quedaron de la siguiente forma:
- Barrio del Arrayán, del Tabachín, del Trapiche, del Jardín, de la Higuera, de la Santa Cruz, del Paraíso y del Progreso.
Este nuevo modelo de organizar las fiestas de Jiquilpan dio resultado, ya que hubo una gran respuesta de parte de la población. En la actualidad, (2024) los barrios son:
- San Isidro, San Felipe, La Cruz, Santa Teresita, San Antonio, San Francisco, San Martín y San Sebastián.
Resto de vida
Con la colaboración del Padre Adolfo Pérez Rico y el pueblo en general, se organizó un comité para recaudar fondos para la construcción de una estructura que pudiera soportar el peso de una tonelada, en donde se colocaría un reloj público donado por el Padre Aniceto Covarrubias.
En el año de 1969 se inició la construcción, realizada por unos obreros de Sayula, Jalisco y a cargo de un ingeniero español, según se dice. La construcción tardó dos años en terminarse. En 1971 tuvo lugar -en la plaza- la misa y bendición del reloj, ya que era demasiada la gente que acudió a ese acontecimiento.
El 7 de diciembre de 1977, a la edad de setenta y cinco años, murió víctima de cáncer en la garganta el Presbítero don Adolfo Pérez Rico, en la casa de doña María de Jesús González Pérez, mamá del Profr. Jorge Chávez González; por el gran aprecio que le tenían, fue inhumado en las afueras del templo.
En diciembre de 1985 sus restos mortales fueron exhumados del Atrio y colocados en el interior del templo parroquial, muy cerca de la Virgencita Milagrosa, de su propiedad y de la que era fiel devoto.
El pueblo de Jiquilpan lloró muchos años su partida al Eterno Oriente, aún se le recuerda entre la población, sobre todo, por su modo muy singular de ser.
La Generación 1993-1996 del Módulo de la Escuela Secundaria Técnica No. 37, lleva su nombre.
