A principios de junio, inauguraron oficialmente ocho biofábricas –ubicadas en los municipios de Cuautitlán de García Barragán, La Huerta, Tolimán y Casimiro Castillo– que producen bioinsumos orgánicos para nutrición, manejo y control de plagas en los sistemas productivos y ganadería.
Las personas involucradas con el proyecto desde las instituciones y los productores, hablaron a Letra Fría sobre los beneficios al medio ambiente y al entorno social y económico, que implica el arranque de este proyecto.
Al respecto, Jesús Juan Rosales Adame, académico del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur), dijo que este proyecto tiene varios impactos importantes, uno de ellos en la parte social es la significativa participación de las mujeres, como parte del equipo núcleo que conforma estas ocho biofábricas donde el 56% son mujeres.
Tanto este proyecto de las biofábricas como la labor del colectivo Color de la Tierra, en Cuzalapa, destacan como ejemplos de la participación de mujeres en proyectos productivos agroecológicos.
En la parte económica, la comercialización de los bioinsumos producidos por las biófabricas implicará un beneficio para las familias que participan, así como para sus entornos próximos.
Y en el tema ambiental, estos productos insumos orgánicos van a ser de vital importancia en términos de la conservación de la biodiversidad, el suelo, en la parte de la fauna, la flora, frente al uso de productos que son altamente tóxicos.
El especialista mencionó también el ámbito de la salud, donde a través de estos productos pueden asegurar productos alimenticios más limpios.
A partir de estos beneficios, dijo es que las instituciones como en este caso la universidad deben acompañar, apoyar y respaldar estas iniciativas.
“Tenemos que ayudarlos, apoyarlos y necesitamos formarnos como difusores de todos estos beneficios para que ellos tengan esos incentivos de poder seguir haciendo esta actividad”, agregó el académico.
La humanidad y el medio ambiente pueden coexistir en armonía
Desde la mirada de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán que forma parte de la Red Internacional de Reservas del Programa sobre el Hombre y la Biósfera MaB de la UNESCO, se tiene como objetivo mostrar que la humanidad y el medio ambiente pueden coexistir en armonía.
“Este tipo de proyectos va a demostrar eso, en la parte social este proyecto se está implementando en tres municipios de la reserva y en uno de la zona de influencia en ocho localidades”, puntualizó Carlos Alberto Gallegos Solorzano, director de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán.
La reserva desde hace años promueve también la participación de las mujeres, en sus programas de subsidios, el 52% de la población beneficiaria pertenece a mujeres y 48% hombres.
Como ejemplo de los beneficios que las biofábricas traerán a la región mencionó varios:
La población de polinizadores – que juegan un papel importante en la biodiversidad y producción de alimentos- tiene un impacto negativo por el uso indiscriminado de químicos y la producción de insumos orgánicos es una alternativa para evitar esa afectación.
El generar actividades productivas sostenibles en las localidades, que reditúan en un beneficio en la salud de la población y en la economía de las familias que trabajan.
Estos insumos orgánicos servirán para los proyectos promovidos por la reserva, como producción y conservación del maíz criollo, huertos orgánicos, de traspatio.
Carlos Gallegos advirtió sobre un tema particular, el que los resultados de los productos de los insumos orgánicos a veces no se ven tan rápido, pero con el paso del tiempo se va notando, tanto en la estructura de los suelos como en los frutos, en los cultivos y en la ausencia de las plagas.
Y ahora el reto será que los productores de la región conozcan y consuman estos insumos.
La disposición y el trabajo interinstitucional, una riqueza del proyecto
En la reflexión que Carlos Gallegos Solorzano compartió sobre el proyecto de las biofábricas, habló de que esta iniciativa pudo concretarse gracias al interés y constancia de las mujeres y hombres de las comunidades, que desde un inicio mostraron interés por el proyecto y lo sostuvieron.
Y por otro lado, por el trabajo interinstitucional donde están presente la academia, las instituciones federales, organizaciones de la sociedad civil y la población.
“Esa suma de esfuerzos de diferentes instancias, con el trabajo de las personas nos está dando un fruto”, agregó.
Incluso dijo en espacios como el rancho Patitas -además del trabajo de la biofábrica- es un espacio de producción y capacitación, donde técnicos de distintas partes del país han venido para capacitarse en todos estos temas relacionados con los insumos orgánicos, han quedado contentos y esto es algo que debe darse a conocer a nivel nacional, porque es un proyecto interesante.