Saneamiento en cuencas costeras retrocedió casi a la mitad en 15 años | Investigación especial

“En los municipios de la JIRA, pasamos de 47 por ciento de agua tratada al iniciar el organismo público operador en 2007, a menos de 5 por ciento hasta 2021”. Pero se integró recientemente El Grullo, entre 16 y 18 por ciento más, para situarse en 2022 en 27 por ciento de saneamiento, casi a la mitad que hace quince años.

Río Ayuquila. (Foto: David Escandón)

Por: Agustín del Castillo

Autlán de Navarro, Jalisco. 04 de abril de 2022. (Letra Fría) Sin agua de calidad, no solamente no se pueden ejercer derechos humanos básicos. Tampoco se puede crear riqueza, lo que es necesario para afrontar los desafíos de la pobreza y la inclusión social. Y resulta que los municipios de las regiones Ayuquila y Costa Sur de Jalisco, no solo están lejos de haber llegado a una cobertura, sino que enfrentan un retroceso real que apenas se aminora con la entrada en operación de la planta de tratamiento de El Grullo, una de las principales ciudades de la región.

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Planta de tratamiento de aguas residuales de El Grullo, Jalisco. (Foto: Gobierno de Jalisco)

De acuerdo al portal del Sistema Estatal de Información del Agua (SEIA), en las dos zonas, que tienen una integración en las juntas intermunicipales del Río Ayuquila (JIRA) y de la Costa Sur (Jicosur), con diez y seis demarcaciones municipales, respectivamente, y un territorio que globalmente suma 13,600 kilómetros cuadrados, aproximadamente (casi 15 por ciento del estado de Jalisco y más de dos tantos el vecino estado de Colima), se tienen 30 plantas de tratamiento, de las cuales, la mitad están en operación. Por caudal, las más importantes de las que funcionan son El Grullo (60 litros por segundo), Cihuatlán (35 lps), Tomatlán (31 lps), San Patricio Melaque (30 lps), Unión de Tula (21 lps) y San Gabriel (14 lps). Pero cerca de mil localidades carecen de sistemas de tratamiento o al menos, de una disposición de residuos que aminore el impacto ambiental (el detalles de las plantas se puede consultar en http://www.ceajalisco.gob.mx/contenido/seida/plantas_tratamiento.php). 

El investigador del Centro Universitario de la Costa Sur, de la UdeG, Luis Manuel Martínez Rivera, señala que para el río Ayuquila-Armería, “en el estado de Jalisco, el tratamiento de aguas es casi nulo, con la salvedad de la planta de El Grullo, que entró recientemente en operación”.  

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Dr. Luis Manuel Martínez Rivera. (Foto: PC Autlán)

“En los municipios de la JIRA, pasamos de 47 por ciento de agua tratada al iniciar el organismo público operador en 2007, a menos de 5 por ciento hasta 2021”.  Pero se integró recientemente El Grullo, entre 16 y 18 por ciento más, para situarse en 2022 en 27 por ciento de saneamiento, casi a la mitad que hace quince años.

No obstante, la planta de El Grullo implica la imposición de un modelo de saneamiento que ha fracasado de forma reiterada y que tenía una alternativa rechazada por la Comisión Estatal del Agua. El mejor ejemplo de ese fracaso se encuentra en la otra gran planta regional, Autlán, diseñada para 100 litros por segundo, y que debió cerrar por defectos de diseño y falta de recursos para operar.

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La historia del saneamiento en Ayuquila

Río Ayuquila en su paso por Zapotitlán de Vadillo. (Foto: Manfred Meiners)

“Durante muchos años en la región, se ha luchado por la recuperación de las condiciones ambientales del río Ayuquila-Armería, el cual ha sufrido desde hace más 50 años severos problemas de degradación, en donde destacan la descarga de aguas residuales sin tratar, en un tiempo del ingenio Melchor Ocampo, que a finales de 2002 dejó de descargar aguas residuales sin tratar de manera permanente, pese a que se han registrado y denunciado descargas puntuales sobre el río en años posteriores. Sin embargo, es importante destacar que después de la fecha mencionada, las principales fuentes de contaminación provienen de las aguas residuales urbanas de la región […] ya que se descargan alrededor 350 lps, que equivalen a 30 millones 240 mil litros diarios de aguas negras […] los municipios de Autlán de Navarro, El Grullo y San Gabriel, representan aproximadamente 67 por ciento de las descargas de aguas residuales sin tratar de los municipios de la JIRA. Solamente El Grullo descarga alrededor de 60 lps”, es decir 5.2 millones de litros de aguas negras por día y la cabecera de Autlán de Navarro da alrededor de 10.8 millones de litros diarios.

Estos datos provienen del libro Investigación y gestión de los recursos naturales de la cuenca del río Ayuquila-Armería, Jalisco, coordinado por Martínez Rivera y Claudia Irene Ortiz -Arrona, publicado en 2020. 

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“Hasta 2012, con diez plantas de tratamiento construidas, sumaban aproximadamente 146 lps de agua tratada, sobresaliendo entre estas las plantas de Autlán de Navarro con 100 lps y la planta de Unión de Tula, con una capacidad de 21 lps. Es decir, durante este periodo los municipios redujeron la descarga de aguas residuales en 42 por ciento, lo que significaba un avance considerable y una inversión millonaria en estos sistemas de tratamiento. Sin embargo, a la fecha, todos los esfuerzos e inversiones de la federación, el estado y los municipios, son improductivos ya que solo la planta de Unión de Tula, opera, pero con baja eficiencia”, señalaban ese año.

De acuerdo a la CEA Jalisco, hoy, Unión de Tula se mantiene, El Grullo se ha agregado, San Gabriel también se sostiene y una pequeña planta en Puerta del Petacal, municipio de Tolimán. Son solamente cuatro plantas cuyo caudal tratado es de 96 litros por segundo, para dar alrededor de 27 por ciento de saneamiento de aguas negras municipales totales, bajo la suposición de que la población ha variado muy poco desde 2010.

La publicación de la UdeG resume las causas del fracaso tan acusado en el tema para los diez municipios de la JIRA: uno, “construcción de plantas de tratamiento con costos de operación y requerimientos técnicos de manejo no adecuados a las capacidades de los municipios”; dos, proyectos mal supervisados: “las plantas de tratamiento de Autlán de Navarro y Tuxcacuesco se establecieron en zonas de inundación, la planta de Autlán se ha inundado tres veces y las de Tuxcacuesco dos, dejándolas prácticamente inutilizadas”; tres, el dinero por concepto de agua que hacen los ciudadanos en los municipios no se utiliza para el financiamiento del abastecimiento del agua ni para el saneamiento, “la recaudación por este concepto se manejo en el fondo general de los municipios y el recurso es desviado a otras actividades”.

Cuatro, los municipios no asumen la responsabilidad de mantener la operación de las plantas de tratamiento y dan preferencia a obras o inversiones que den mejor renta política a los alcaldes, mientras la Comisión Nacional del Agua (Conagua) no aplica Ley de Aguas Nacionales ni sanciona el incumplimiento de la NOM-SEMARNAT-001-96.

Cinco, resistencia de autoridades estatales y federales para fomentar sistemas alternativos de tratamiento de agua de bajo costo operativo. “Esto a pesar del fracaso de los sistemas de tratamiento convencionales que consumen gran cantidad de energía eléctrica”, concluyen.

Además de la contaminación de aguas negras, prevalece un problema serio derivado de las vinazas producidas por la industria del agave. “En la cuenca del río Tuxcacuesco, afluente del Ayuquila-Armería, las empresas que producen destilados de agave, descargan todas las vinazas en los drenajes urbanos de sus cabeceras municipales y estos las descargan a los ríos, con una muy alta concentración de materia orgánica”, que se refleja en una Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO] que oscila entre 4,000 y 10,000 partes por millón (ppm). Para tener un contexto adecuado, el agua residual urbana típica descarga entre 400 y 500 ppm. La norma vigente en materia de descargas, indica una concentración no mayor de 60 ppm. De este modo, las vinazas rebasan de 700 a 1700 veces los límites máximos permitidos. Un verdadero desastre ambiental.

“Además, las vinazas traen altas concentraciones de metales pesados, y un problema adicional es el residuo de bagazo, que no es dispuesto de manera adecuada y solo se deposita en terrenos baldíos, afectando la lixiviación de metales pesados”, añade Martínez Rivera. Ha habido casos graves como la contaminación de un pozo de abastecimiento de San Luis Soyatlán, en Tonaya. Los municipios que producen destilados son Tonaya, Tuxcacuesco, San Gabriel, Tolimán y Zapotitlán de Vadillo.

Historia del humedal de El Grullo

(Foto: Esther Armenta León)

La historia del proyecto del humedal de catorce hectáreas en El Grullo, una solución de bajo costo de operación para las aguas negras de esa cabecera, la segunda más grande de la cuenca del río Ayuquila, demuestra el nivel de los intereses de las grandes empresas que construyen plantas de tratamiento de alta tecnología y financieramente complicadas para municipios medianos y pequeños.

Nunca lo reconoció abiertamente la Comisión Estatal del Agua (CEA) durante el mandato de César Coll Carabias (2007-2013), pero con todo y el aval del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), hubo reiteradas negativas a apoyar la obra que empujaban los presidentes municipales de la JIRA; el argumento central fue la alta inversión que demandaba y que no se garantizaba una operación permanente por la complejidad de mantener las 14 ha en estado óptimo, un predio comprado por el ayuntamiento local.

“La descarga aportada por El Grullo al río Ayuquila – Armería, transita por más de 70 kilómetros del afluente dentro [en el lindero nororiente] de la reserva de la biosfera Sierra de Manantlán. Este río constituye el ecosistema con agua dulce más importante del área natural protegida perteneciente a la red Hombre y la biosfera-Unesco, que contiene una importante biodiversidad para el occidente de México y Jalisco”, señala la ficha justificativa del proyecto, que la CEA elaboró desde 2005.

Conforme a lo dispuesto por la NOM-001-ECOL-1996, la fecha límite para que los municipios con población desde 2,500 hasta 20 mil habitantes resuelvan el tratamiento de aguas residuales, vencía el 1 de enero del 2010. “En la cuenca, existen 20 localidades en esta condición, de las cuales seis se ubican en el territorio de los municipios que conforman la JIRA”.

¿Por qué preferir un sistema biológico?

“La instalación de sistemas de tratamiento de aguas residuales mecanizados, tiene un alto costo de operación y mantenimiento que la mayoría de los ayuntamientos municipales no pueden sostener, dada la baja cultura de pago y uso racional del agua entre la población. Los humedales artificiales son sistemas de tratamiento que suponen al menos tres ventajas sobre las plantas mecanizadas: costos de operación significativamente más económicos; son una oportunidad para generar empleos y otros ingresos por concepto del uso de agua tratada, y dan un escenario de paisaje más en armonía con la naturaleza que podrá ser hábitat de vida silvestre residente y migratoria”.

La propuesta de financiamiento en ese entonces incluía que el gobierno federal aportara 19 millones 750 mil pesos; el gobierno de Jalisco, 11 millones 850 mil pesos, y los municipios de la JIRA, siete millones 900 mil pesos.

El proyecto era para uno de los humedales artificiales más grandes de América. “Durante la obra hasta 50 empleos que beneficiarían directamente a más de 250 personas, e indirectamente a la población de la cabecera municipal y las circunvecinas como El Limón y Autlán de La Grana. En la operación del sistema se podrán generar hasta cinco empleos permanentes y otro tanto eventual en diferentes épocas del año”.

Sin embargo, “derivado del tratamiento del agua residual se puede ofrecer agua para riego, producción de floricultura y/o piscicultura, entre otras alternativas”. Beneficiados: “Población ribereña y dinámica económica en los municipios de Tuxcacuesco, Tolimán, Zapotitlán de Vadillo en Jalisco, que ascienden a más de 3,500 habitantes de zonas rurales en condiciones de alta marginación y pobreza. Así como a los productores agrícolas de los municipios de Comala, Coquimatlán, Tecomán y Armería en Colima al dejar de recibir más de cinco mil m3 diarios de agua contaminada”.

El gobierno de Aristóteles Sandoval Díaz (2013-2018) se comprometió a apoyar el humedal. Pero su sucesor, Enrique Alfaro Ramírez, regresó a un proyecto de lodos activados que se terminó en 2021, y ha sido puesto en operación. La incertidumbre deriva del costo de operación de la nueva instalación, aunque la CEA Jalisco asegura que se ha optimado mucho el consumo de energía, y se han bajado costos. 

El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro durante su visita en El Grullo (el 10 de diciembre de 2022) recorrió la planta de tratamiento de aguas residuales acompañado de la entonces alcaldesa Mónica Marín Buenrostro. (Foto: Gobierno de Jalisco)

Las oportunidades perdidas

“Para tratar el significado económico de la contaminación se presenta el siguiente ejemplo. Una industria en una cabecera de cuenca vierte residuos en el río provocando la falta de oxígeno en el agua. La reducción del oxígeno produce una pérdida de peces en el río, lo que genera pérdidas financieras a los pescadores río abajo. Si los pescadores no se ven compensados por su pérdida de bienestar, la industria río arriba continuará sus actividades como si el daño producido corriente abajo no tuviera nada que ver con ellos. De ella se dice que genera un costo externo. Un costo externo también se conoce como una externalidad negativa o una deseconomía externa. Si se considera una situación en la que un agente económico generase un nivel positivo de bienestar para un tercero, tendríamos un caso de un beneficio externo, externalidad positiva o economía externa”, señalan Rosa E. Reyes Gil, Luis E. Galván Rico y Mauricio Aguiar Serra. 

“Un costo externo o externalidad negativa existe cuando se dan las dos condiciones siguientes: 1) Una actividad de un agente económico provoca una pérdida de bienestar a otro agente, y 2) la pérdida de bienestar no está compensada. Esto es, las externalidades aparecen cuando el comportamiento de un agente cualquiera (consumidor o empresa), afecta el bienestar de otro (su función de producción, o su función de producción de utilidad), sin que este último haya elegido esta modificación, y sin que exista un precio o una contraprestación monetaria, que lo compense. Si la pérdida de bienestar se acompaña de una compensación por parte del agente que causa la externalidad, se dice que el efecto se internaliza” (El precio de la contaminación como herramienta económica e instrumento de política ambiental, en http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0378-18442005000700010).

“Análisis de plaguicidas como fuente de contaminación de agua superficial dentro de la cuenca del río Ayuquila-Armería”, investigación realizada por el ahora estudiante de doctorado en el Centro Universitario de la Costa Sur, Brian Arturo Rodríguez Aguilar. (Foto: Brian Rodríguez Aguilar)

Si la cuenca del Ayuquila no ha podido aprovechar sistemas sostenibles en lo financiero y ambiental, las cuencas de la Costa Sur tienen mejores cuentas.

El 3 de septiembre de 2021, en la cabecera de Cihuatlán, se inauguró un sistema de tratamiento «de humedal subsuperficial», para tratar 34 litros de agua por segundo en el principal centro urbano de toda la región.

“Es el esfuerzo de tres años de acciones de gestión, elaboración de proyecto, tramites y coordinación de trabajos en conjunto con el gobierno municipal, Pronatura México AC, y el financiamiento de Fundación Coca Cola”, señala la noticia difundida por la Jicosur.

Esta región cuenta con 122 mil pobladores, de los cuales, 60 por ciento se concentran en Tomatlán y Cihuatlán, y más de 650 localidades rurales de diversos tamaños.  En los seis municipios operan hoy once plantas de tratamientos, mientras están detenidas otras once instalaciones. Es una región con gran potencial agrícola, ganadero y para desarrollos turísticos, pero se debe cuidar que los efectos de las actividades agrícolas, industriales y comerciales no aumente. 

(Foto: Gobierno de Jalisco)

No es solo una tarea de gobierno; las empresas y los particulares deberían verlo con toda prioridad: “Sin necesidad de subrayar la probabilidad de que se cumplan los peores temores, hay que explicar que el deterioro medioambiental ha llegado a niveles tan graves que debería preocupar a las empresas tanto o más que a los Gobiernos. Quizá ha pasado el tiempo en el que podía defenderse la idea ‘quien contamina paga’; por el contrario, la situación exigiría que la contaminación no tenga precio, sino que sea prohibida y perseguida. Pero como este cambio conceptual es difícil que se produzca de inmediato, lo más práctico es considerar la contaminación como una externalidad que debe integrarse como una resta de las ganancias. A través de pesados impuestos, por ejemplo. La contaminación nunca ha sido considerada como lo que es, un coste que recae en los ciudadanos que no se benefician directamente de ella”, señala de forma aguda el diario El País en un análisis de realidades bien aplicable a la región costera de Jalisco.

Hay empresas “que se disponen a rentabilizar las amenazas de la contaminación. Son las aseguradoras, o los fondos constituidos para acumular y distribuir agua o los fabricantes de diques contra las inundaciones. La reacción es coherente con la percepción de un beneficio potencial, pero debe tenerse en cuenta que la creación de empleo y la rentabilidad que pueden generar no compensará la pérdida de riqueza y de puestos de trabajo que están asociadas al cambio climático a medio y largo plazo. Lo lógico sería que en esta etapa crucial para los recursos naturales se intensificase la inversión en tecnología para detener la contaminación […] hay que desechar la tentación de la catástrofe, por supuesto, pero lo cierto es que la relación entre economía y medio ambiente se aproxima a un punto crítico. (https://elpais.com/economia/2015/01/02/actualidad/1420224128_099912.html).

MA/MA

Agustín del Castillo es periodista desde hace tres décadas y se ha especializado en temas de medio ambiente, desarrollo rural y urbano. Ganador en cuatro ocasiones del Premio Jalisco de Periodismo (1996, 2006, 2018 y 2020), del premio latinoamericano de periodismo ambiental de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza y la Fundación Reuters en 2008; de premios nacionales de periodismo ambiental en 2006, 2010 y 2015; del Reconocimiento Nacional de Conservación de la Naturaleza (2005), entre otros; autor de los libros de reportaje y crónica Montañas de Jalisco (2003), La Primavera en llamas (2006) y Arterias de vida, los ríos de occidente (2007) y coautor en siete libros más. Trabaja actualmente en Canal 44 y radio Universidad, de la UdeG, donde es conductor, guionista y responsable editorial del proyecto. Territorio Reportaje, y es colaborador habitual de La Plataforma de periodismo ambiental Mongabay. También escribe una columna quincenal en El Respetable.

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