He descubierto una fascinación por la palabra que da título a este letrero. Todavía es un adverbio de tiempo para expresar continuidad, conservando su vocación etimológica, del latín tōtus “entero, completo” y de la palabra vía “camino, ruta”. Todavía significa que estoy en camino de alcanzar lo que visualicé como meta. Todavía no llego, pero ahí voy.
Durante 2025, Letra Fría me hizo el favor de publicarme 43 “Letreros en la Pizarra”; el propósito de esta columna es reflexionar sobre la vida pública desde la educación, y también trato de aplicar aquí el mismo principio que en el salón, al situar las reflexiones en mi contexto. Por eso puedo identificar tres grandes temas que aparecieron en este espacio durante el año que está por terminar.
El primero fueron las crisis del modelo de vida que se legitima como exitoso: detrás del canto de las sirenas del ascenso social se esconden procesos lacerantes violencia e impunidad, polarización y autoritarismo, con figuras políticas que cancelan la dignidad humana en beneficio de un orden que perpetúa desigualdades, alejándonos de modelos democráticos y estructuras sociales más justas.
El flautista de Hamelín hoy interpreta corridos tumbados y da discursos incendiarios que legitiman tratar las escuelas como cuarteles como Bukele o bombardear lanchas de pescadores en el Caribe con Trump. Todavía caminamos los primeros pasos de esta ruta.
Otros temas
El segundo tema es la necesaria reinvención de la práctica docente. Fue un año marcado por la incertidumbre, con los casos del maestro Esteban y de la maestra Tere, que hicieron que el gremio se sintiera vulnerable, al mismo tiempo que se le exigió resignificar el rol: hay discusiones sobre la relevancia de nuevos temas como la obesidad infantil y la formación del carácter, que conviven con la responsabilidad permanente de alcanzar estándares académicos altos.
Eso, de la mano de promover metodologías didácticas que para muchos son una novedad y, por lo tanto, un desafío. La innovación nunca ha significado destruir todo y comenzar desde cero. Significa retomar lo que funciona y adaptarlo a las nuevas necesidades; para lograrlo, se demanda disposición al cambio y movilizar cada vez más saberes. Todavía no lo logramos, estoy convencido de que vamos en camino.
El tercer tema suele confundirse con la innovación, y aunque dialogan, no son sinónimo. La integración de la tecnología en la educación demanda una alfabetización digital crítica, que nos lleve a desarrollar nuevas habilidades: separar el trigo de la paja es lo más urgente para preferir a los influencers que me nutren sobre los que denigran; identificar la veracidad entre las noticias falsas y las imágenes creadas con IA para engañar; y promover un uso creativo y productivo de los medios digitales con propósito formativo. Tristemente, todavía no hay un consenso sobre la necesidad de comenzar a andar este camino, como si la opción de cancelarlo realmente fuera posible.
No se trata de que nos pesen todos los kilómetros de la vía que nos quedan por recorrer. Reconocer que todavía estamos en camino no significa enunciar una renuncia; significa que estoy decidido a llegar, que aprenderemos en el proceso y que todo camino también necesita eventuales descansos. Yo tomaré el mío las próximas semanas.
Pero antes, agradezco a Carmen y a Ismael por este espacio, y un agradecimiento sincero y profundo a quien leyó uno o más letreros. Todavía no llegamos, pero gracias que caminamos juntos.





