Por: David Chávez Camacho
Autlán de Navarro, Jalisco; 26 de agosto de 2019. (Letra Fría) Las recientes protestas de mujeres en contra de la violencia de género, en la Ciudad de México, han sido un éxito en la opinión pública, no pasaron inadvertidas y lograron enfocar la mirada en una gravísimo problema, gravísimo y vergonzante. En nuestro país, cada día se registra un promedio de nueve asesinatos de mujeres, dato de la ONU.
Desde mi punto de vista, esa protesta debe ser replicada por quienes participamos de la opinión pública, para que se actúe en consecuencia. Las mujeres deben poder vivir en paz, tranquilas, sin acoso, sin discriminación de ningún tipo, libres de la violencia, del abuso, de la grosería cotidiana, de la estúpida tradición machista.
La inseguridad que padecen las mujeres mexicanas de todas las edades, es un hecho tanto en lugares públicos como privados, incluido el hogar, o especialmente el hogar. Lo que hay detrás de ello es una dejadez de la ley, la escrita y la no escrita, pero las víctimas de tal situación, las mujeres, dicen basta, ya no. Y no, es no.
La misma tradición machista que violenta a las mujeres, pone en duda la legitimidad y la validez de la protesta feminista. Los machistas creen que son ellos mismos quienes deben validar la queja de sus víctimas. Es absurdo. Incluso antes de ser víctimas en el sentido conceptual del término, las mujeres son seres humanos y si dicen “no me violentes”, ello significa no me violentes, sin necesidad de que nadie más valide la legitimidad de su demanda.
La manifestación del “no me violentes” de las mujeres, con pintas sobre la base del Ángel de la Independencia, generó en los ingenuos un desprecio a tal protesta. Lo cierto es que graffitear ese monumento fue un atentado simbólico proporcional al agravio, al dolor, al abuso, al peligro de muerte que a diario sufren las mujeres en este país. Sé que esto genera polémica, pero debe entenderse que lo ocurrido fue una revuelta necesaria, y no hay revueltas sin destrozos. Ejemplo de esto fue precisamente la lucha de Independencia.
Las mujeres mexicanas luchan por su independencia, por desencadenarse de un sufrimiento que nada tiene de coqueto, de seductor, de divertido, y sí todo de doloroso, ridículo, mortal, sangriento, estúpido.
Las mujeres hicieron bien al atreverse a graffitear el Ángel de la Independencia, por más que haya quien considere más valiosos a los monumentos que a las personas. El Ángel es muy significativo para los mexicanos, y era precisamente a los mexicanos a quienes las manifestantes querían interpelar. Sí, a nosotros, sus hermanos, padres, compañeros, amigos, novios, esposos, jefes, patrones, profesores, servidores públicos, choferes, etcétera.
Se acabó, señores. No es no.
Ellas nos han puesto el ejemplo de cómo se protesta en un país lleno de razones para protestar. Y sólo cuando manifestemos nuestra demanda de paz, de oportunidades para todas y para todos, y se actúe en consecuencia, podremos volver a valorar el respeto, la sociabilidad, la ley, eso que llamamos Estado de Derecho.
MA/MA
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