Por: Perimetral | Alianza de Medios
CIUDAD DE MÉXICO.- Al entrar al Campo Militar Número Uno, Antonia Morales Serafín cargaba en la bolsa un vestido rosa tejido del tamaño de una muñeca. Lo llevó por si encuentra a su papá, a quien desaparecieron ahí cuando ella tenía ocho meses, para que él la reconozca ahora que tiene 49 años. Al exdetenido Juan Manuel Hernández la misma visita le revivió el tiempo que estuvo “muerto en vida: en un sótano, un año de torturas”. El exguerrillero Armando Otto Gaytán reconoció el paisaje que veía desde una ventana los 10 meses de 1979 que vivió en ese sitio, junto a personas que nunca volvieron a ser vistas con vida.
Durante los tres días que, por orden presidencial, fueron admitidos al campo militar -emblema de la represión, la tortura y la desaparición forzada-, y acompañados de militares recorrieron sus instalaciones, al grupo de 61 personas invitadas a la inspección, familiares de personas ahí desaparecidas y sobrevivientes de las detenciones, se les atragantaron los recuerdos.
Al inspeccionar un edificio donde se encontraba el Batallón Segundo de la Policía Militar, y otra construcción que pudiera ser la Prisión Militar, varias de las personas que fueron víctimas de los operativos de contrainsurgencia reconocieron esos dos lugares como los sitios donde el Ejército las mantuvo ocultas después de que fueron detenidas y que no fueron presentadas ante ningún juez, sino enviadas a cárceles clandestinas.
“A mí me tuvieron en un sótano. Y sí reconozco que al lado derecho de ese sótano había celdas de 1.20 aproximadamente por 2 metros de largo, una taza (de baño) al fondo y un foco, nada más (…) terminado los pasillos estaba un cuarto de tortura y una cisterna de agua. Lógicamente todo eso no está, pero el sótano sí está y las escaleras sí las conozco, aunque me llevaban vendado sí las conozco porque tenía un tubular y ahí está el tubular igual de viejo”.
Erasmo Cabañas, integrante del Partido de los Pobres, familiar del exguerrillero Lucio Cabañas.

Contó que un compañero que también estuvo preso, al ver el sótano repetía que debía de haber una ‘ventanita’ que él recordaba.
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