Después de un recorrido de aproximadamente cuarenta y cinco minutos llegamos a la terminal aérea. Agradecimos la amabilidad de nuestro piloto quien nos despidió con una sonrisa, deseándonos buen camino.
Cenamos temprano, por ahí de las siete de la tarde. Ella un consomé de pollo y yo una sopa azteca, platillos inusuales para una merienda pero nos ganó el antojo. A nuestro lado los viajeros de una excursión colectiva recién llegados celebraban
La primera vez que probé la leche bronca (sin pasteurizar) fue cuando iniciaba la primaria.