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Conocimientos y saberes otros

Rodolfo González Figueroa lanza la pregunta: ¿El conocimiento y las teorías están ya prestablecidos por nuestra capacidad cognitiva y se reduce meramente al orden neuronal? "Yo creo que no, nuestro entorno y contexto junto con los conceptos que se nos imponen en la infancia más nuestra propia percepción, interpretación y experimentación de la realidad es lo que le da sentido".

Foto: Rodolfo González Figueroa

El conocimiento se va construyendo desde las diferentes percepciones de cada individuo o también desde la epistemología genética, es decir, lo que cada persona interpreta sobre su realidad a partir de su cognición individual y su modo interpretativo que, con el paso del tiempo, se va categorizando, conceptualizando, ordenando y representando.

El cúmulo de experiencias que los seres humanos vamos aglomerando llega a convertirse en un paradigma y es a partir de los paradigmas que se echan a andar estudios, investigaciones y análisis para validar o no reconocer ciertos conocimientos. Cuando no son reconocidos por cierta comunidad académica, científica o filosófica, estos conocimientos los categorizan como solamente teorías.

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Por otro lado, también tiene que ver el contexto socio cultural en que se generan el conocimiento y las teorías, aunque varias corrientes de las ciencias cognitivas, epistemológicas y filosóficas han relegado esa dimensión porque asumen al conocimiento como algo inherente al humano y lo colocan en el orden neuronal y lo resumen solamente a meras acumulaciones de competencias individuales.

De acuerdo a esa idea el conocimiento sólo surge a partir de una investigación, pues consideran que debe ser estrictamente formulado en teorías y plasmado en estructuras prestablecidas justamente por los mismos científicos, filósofos. Una visión demasiado estrecha, sin duda.

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Foto: Rodolfo González Figueroa

Más que conocimiento

Para muchos autores, el desarrollo del conocimiento corresponde a toda disciplina científica y humanística, las cuáles echan a andar todo un bagaje conceptual establecido y delimitado previamente. Lo que para mí sería imposición de paradigma y exclusión epistemológica.

Las dictaduras epistémicas y los clústeres científicos, de intelectuales y académicos discuten muchas teorías del conocimiento y para validarlo echan mano de sus propios artilugios excluyentes que, a forma de filtro, depuran teorías pasadas por su propio método científico para validarlas y categorizarlas como conocimiento.

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¿Y los saberes, las sabidurías, las subjetividades, el holismo, las intuiciones, etc.? desde el punto de vista del positivismo lógico y la filosofía anglosajona todo eso no es relevante, es más, ni si quiera el contexto de las personas juega un papel importante en el desarrollo de conceptos, teorías y conocimientos.

Esto es a todas luces una hegemonía que intenta subordinar, descreditar, dominar desde sus metodologías analíticas y reduccionistas la gran y pletórica diversidad de formas de generar conocimientos y de construir teorías desde las pluralidades y complejidades las distintas sociedades humanas.

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¿El conocimiento y las teorías están ya prestablecidos por nuestra capacidad cognitiva y se reduce meramente al orden neuronal? Yo creo que no, nuestro entorno y contexto junto con los conceptos que se nos imponen en la infancia más nuestra propia percepción, interpretación y experimentación de la realidad es lo que le da sentido.

El método y empirismo científico se aparta de la realidad, se encierra en laboratorios de análisis “profundo”, objetiviza la vida, todo lo cuantifica, individualiza y fragmenta para validar una teoría o un conocimiento. ¡Y esa es su ciencia! Ridícula.

Foto: Rodolfo González Figueroa

Los saberes

Muy por otra parte, los conocimientos otros, los saberes, las sabidurías se viven, experimentan, se recrean constantemente. Están vivos como la biología, fluyen, son circulares no lineales. Se reproducen en cada contexto cultural y territorial.

Estos conocimientos no están privados en laboratorios científicos, sino que son colectivos, comunitarios. En ellos viven colores, aromas y sensaciones, son subjetivos, cualitativos y misteriosos. Tienen sensación, emoción, concepción, cosmovisión.

Estos saberes no se publican en revistas de arbitraje validadas por la misma comunidad científica que secuestra los conocimientos para imponerlos, sino que expresan y transmiten incluso por medio de la expresión misma de las personas de las comunidades arraigadas a la tierra.

Podemos validarlos cuando vemos una milpa diversa y florecida en una comunidad, podemos dar fé de estos saberes otros cuando la abuela nos sana con una mirada, con una palabra, una caricia, con un atolito de anís salido del fogón. El consejo del abuelo es testimonio vivo del exquisito saber profundo no academizado, lo respalda su tierra, fértil aún como hace 80 años cuando la comenzó a sembrar e incluso más viva.

El conocimiento y la teoría reduccionista son material en venta, producto inanimado. Lo vemos plasmado en un libro aislado de toda realidad en una biblioteca de una universidad. Están en los artículos científicos publicados, repito, en revistas de arbitraje.

Están en publicaciones con marca registrada y propiedad intelectual que previamente hizo bioprospección en un territorio, extrajo conocimientos secuestrándolos para someterlos a una metodología antropocentrizada, racionalizada y fragmentadora.

Posteriormente a ese conocimiento le quitan la esencia, lo convierten en material y objeto de estudio, le meten la lupa, clasifican elementos, los aíslan y categorizan verticalmente, los encasillan y encierran. Así construyen sus teorías, así hacen su conocimiento, así se dicen ciencia.

Mientras que, en las comunidades, los conocimientos y saberes otros, muy otros se están recreando constantemente, libremente, en unidad con la vida, el territorio, lo cosmológico, lo telúrico, lo genético. Están en unidad con todo (valdría la pena leer a José Illescas y Tatiana González, Filosofía de la Unidad).

La herbolaria tradicional es una expresión genuina del conocimiento otro, sabiduría en conexión y comunión con el territorio y sus estaciones climáticas. Porque los saberes en los pueblos son justo así, como las estaciones, cambiantes y radiantes, cíclicos, circulares íntimamente ligados a la naturaleza, intrínsicamente relacionados a todas las formas de vida, muchas de las cuáles, la ciencia ignora.

Neocampesino de la nueva masculinidad, Ingeniero en Recursos Naturales y Agropecuarios (IRNA, por el Centro Universitario de la Costa Sur de la Universidad de Guadalajara. Maestro en Agroecología, Cultura y Desarrollo Endógeno Sostenible por la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Centro Universitario Agroecología Universidad Cochabamba (AGRUCO,) en Bolivia. Asesor, acompañante y tejedor de procesos agroecológicos desacademizados con perspectiva de género y descolonización epistémica.
Pedagogo popular, amo de casa con paternidad responsable, jornalero, peón de albañil y asistente técnico bioconstructor. Borracho, poeta y loco. Ocioso por el puro placer, intento de deportista. Estudiante de la especialidad en Soberanías Alimentarias y Gestión de Incidencia Local Estratégica. Fracasador constante exitóso en rebeldía.
Correo: rodorganico@hotmail.com

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