Por: Rosa Eugenia García Gómez | Las Carrilleras de Adelita
Zapotlán el Grande, Jalisco.- Rieleras y juanes, la musa creadora se le andaba escapando a estas trenzas y las carrilleras de esta entrega se negaban a tomar forma. La cotidianidad ajetreada del trabajo y el estudio saboteaban el pensamiento y fraguaron un complot junto con la terrible realidad de inseguridad y violencia que amenaza a los y las jóvenes de nuestro estado, por cierto, el que registra mayor número de desapariciones en el país con cerca de 15 mil, de acuerdo con cifras oficiales del Gobierno de la República.
El drama real que enfrentan las familias de Roberto Olmeda, Diego Lara, Uriel Galván, Jaime Martínez y Dante Cedillo, desaparecidos en Lagos de Moreno desde el 11 de agosto; el video y fotografías de evidente intimidación y afán de terror que a todas luces daban señales de la acción criminal en su contra; y las expectativas de angustia, limitan las posibilidades de generación de pensamientos creativos y positivos. No puedo evitar imaginar que esos chicos de entre 19 y 22 años podrían ser mis hijos o mis estudiantes.
Absorta en estos pensamientos me llegó un mensaje a mi teléfono. Era David García, alumno del primer semestre de Periodismo. Me pedía apoyo para ver si dos de sus compañeros de grupos avanzados podían integrarse al equipo de básquetbol que él, junto con Emilio Mendoza y Roberto Solís, también de primer ingreso habían conformado para participar en un torneo universitario. No tuvimos mucha suerte en un primer momento, y al final hicieron un combinado con las estudiantes Paola Soto de Cultura física y deportes y Lizeth Martínez de Medicina Veterinaria.
Fui a verles jugar su partido. Estuvo emocionante y el rato que mis obligaciones laborales me lo permitieron grité de emoción, los animé y me despejé de la realidad pesimista, pues recordé cómo mi papá me llevaba a verlo jugar básquet en un gimnasio de la colonia Moderna en Guadalajara allá en los años 70. Lo rápido y trepidante que resulta ver a la decena de la cancha corriendo constantemente de un lado a otro con estrategia y algo de movimientos de fantasía con un balón que al caer en la cesta genera una descarga de adrenalina, aunque seas solamente espectadora.
Los chicos y chicas aumentaron en ese momento calidad de vida a mi espacio laboral al despejarme y recordar el significado ampliado de fomentar la formación integral en los jóvenes y afianzar el sentido de la misión docente. Me sentí contenta de verles. Por supuesto ellos y ellas también se beneficiaron con el ejercicio que fortalece sus cuerpos y mentes, capaces de cumplir con sus responsabilidades de estudio a la vez que disfrutar de la variedad de posibilidades que su físico e intelecto les permiten.
Recordé a los jóvenes de Lagos de Moreno desaparecidos. Ya no estaba angustiada, sino enojada, porque las historias recientes dan cuenta de cómo la libertad en este país está cediendo terreno al miedo. Es lo que pasa cuando la impunidad se apoltrona sobre estructuras sociales de justicia inexistentes. Las autoridades nos quedan mucho a deber en este sentido.

MV