Como investigadora en el Instituto del Agua IHE-Delft en Holanda, tuve la oportunidad de asistir a una de las conferencias de este centro sobre la crisis del agua en Palestina. Quiero compartir algunas de las premisas que aprendí y algunas reflexiones a partir de ello.
La crisis del agua en Gaza
La situación en Gaza es alarmante. Desde octubre de 2023, Israel ha impuesto un bloqueo total en Gaza, cortando el suministro de combustible, electricidad y agua. Este bloqueo ha dejado a 2.3 millones de palestinos atrapados con recursos limitados. La escasez de agua potable ha llevado a la propagación de enfermedades.
Un artículo presentado por Lamis Qdemat, expertise en gestión de agua palestina, describe cómo la falta de acceso a agua potable está agravando la crisis humanitaria en Gaza. Los palestinos deben hacer largas filas para obtener agua, y muchos recurren a fuentes contaminadas o incluso a beber agua de mar, lo que pone en riesgo su salud.
Impacto de la infraestructura dañada
Los ataques repetidos a la infraestructura hídrica de Gaza han exacerbado la situación. Las plantas de tratamiento de agua, los pozos y las tuberías han sido destruidos, lo que impide el acceso al agua limpia. Según la Organización Mundial de la Salud, se necesitan entre 50 y 100 litros de agua por persona al día para cubrir necesidades básicas como beber, bañarse y cocinar. Sin embargo, en Gaza, esta cantidad se ha reducido a solo 3 litros diarios en algunas áreas.
Imagina vivir al día con 3 litros de agua. Bañarte, ir al baño, cepillarte los dientes, comer, hidratarte… todo eso con 3 litros.
El uso del agua como herramienta de control
La conferencia también abordó cómo el control del agua se ha utilizado como una herramienta de poder en el conflicto entre Israel y Palestina. La infraestructura hídrica se ha convertido en un objetivo estratégico, y las restricciones en el acceso al agua son vistas como una forma de castigo colectivo. Este uso del agua como arma de guerra no solo viola los derechos humanos básicos sino que también perpetúa el ciclo de violencia y sufrimiento.
La respuesta de la comunidad internacional
La comunidad internacional tiene la responsabilidad de abordar esta crisis y exigir el respeto a los derechos humanos de los palestinos. Es crucial proporcionar ayuda humanitaria completa y trabajar hacia una solución que garantice el acceso al agua limpia y segura para todos los habitantes de Gaza. Las soluciones deben basarse en el respeto mutuo, la justicia y la sostenibilidad.
Reflexiones finales
El agua es un recurso vital que debe ser gestionado de manera responsable y equitativa. Las experiencias compartidas en la conferencia del Instituto del Agua IHE-Delft resaltan la importancia de nuestros esfuerzos conjuntos para preservar este recurso y garantizar su acceso para todas las personas, independientemente de su contexto político o social.
En México, también enfrentamos desafíos significativos en la gestión del agua. La escasez de agua afecta a muchas comunidades, y la contaminación de fuentes hídricas es un problema creciente. Es fundamental que reconozcamos y tomemos medidas para proteger este recurso. Debemos condenar las prácticas inhumanas que utilizan el agua como herramienta de control y reconocer que aquellos que abogan por un dios mientras profanan el agua, están violando un elemento esencial y sagrado de la vida.
Como investigadores, ciudadanos y seres humanos, tenemos el deber de abogar por prácticas sostenibles y justas en la gestión del agua. La crisis del agua en Palestina y las dificultades que enfrentamos en México nos llaman a la acción para proteger este recurso esencial y trabajar por un futuro donde todos tengan acceso al agua limpia y segura.