Por: Enya Roseli | Hablemos de Naturaleza
Autlán de Navarro, Jalisco.- Desde muy temprana edad, la naturaleza me llamó a explorar sus misterios y comprender sus intrincadas dinámicas. Esta pasión me llevó a la Universidad de Guadalajara, donde comencé mi aventura académica en Ingeniería de Recursos Naturales.
Ahora, a mis 29 años, me encuentro en un nuevo capítulo de mi vida intentando incursionar en las artes como fotógrafa de naturaleza, investigadora y comunicadora ambiental.
Mi viaje tomó un giro aún cuando decidí continuar mis estudios en Institute of Water Education en Holanda, donde actualmente me preparo con un doctorado. Aquí, me embarco en las profundidades de la salud de los ríos, utilizando la ciencia ciudadana, los sistemas de información geográfica y la inteligencia artificial para aportar a la conservación de nuestros ecosistemas acuáticos.
Sin embargo, este camino ha venido con sus propios desafíos, particularmente como vivir en otro país, adaptarme al idioma inglés y mejorar mi desempeño profesional.
Abrazar la resiliencia
Como mujer joven en el campo de la conservación de la naturaleza, me he enfrentado a obstáculos y prejuicios que han puesto a prueba mi resiliencia. Las presiones de las expectativas, tanto como mujer como profesional joven, no siempre son fáciles de cumplir.
Además, los desafíos de salud mental, como la depresión y la ansiedad provocadas por una serie de escenarios, entre ellos los cambios, las presiones o las catástrofes naturales que escapan de nuestras manos, han sido una constante en mi vida.
El ambiente a veces puede estar marcado por el desprestigio del trabajo que realizamos y la competitividad tóxica, especialmente en regiones en desarrollo. Sin embargo, he encontrado que rodearme de personas que transitan caminos similares, aprender de ellas y persistir en mis esfuerzos han sido clave para mi crecimiento y bienestar.
Hoy, mientras continúo mi búsqueda de conocimiento y crecimiento, también me dedico a la narración de historias y la fotografía de naturaleza. Con cada paso que doy, estoy convencida de que compartir nuestras experiencias es una herramienta poderosa para el cambio.
A mis compañeras en el campo, les digo esto: abracen su voz, su fuerza, originalidad y resiliencia. En un mundo donde el equilibrio de nuestros ecosistemas está en juego, es crucial que nuestras voces sean escuchadas.
Trabajemos por nuestro propósito compartido, para proteger y preservar las maravillas de la naturaleza para las generaciones futuras. También resalto la importancia de cuidar de nosotras mismas, mental y fisicamente, pues para poder estar fuerte ante los retos que nos dictan nuestras profesiones y realidades en México y el mundo, es necesario cuidarnos primero.