Por: Darinka Rodríguez
Autlán de Navarro, Jalisco. 03 de diciembre de 2021.- (Letra Fría) «Romper barreras está en tus manos», así rezan las letras negras que yacen pintadas unos palmos arriba de lo que representa el tronco de un árbol sin hojas. El lienzo de esta obra aún inconclusa, es una de las paredes de la Escuela Primaria Urbana 313 «Manuel Ávila Camacho», en El Grullo. La mañana de este viernes 3 de diciembre, apenas unos minutos después de las 8:30 de la mañana, una ráfaga de manitas llenas de pintura de colores se estamparon sobre la pared en blanco, y al hasta entonces tronco desnudo, se convirtió en un árbol con un hermoso follaje de hojas de colores.
Esta actividad en la que participaron las niñas y los niños desde primero hasta sexto grado de primaria, se tituló «El Árbol de la Inclusión», y tuvo por objetivo combatir la discriminación que enfrentan las personas con discapacidad y fomentar la inclusión social.
«El objetivo de esta actividad es que con su huella en el árbol van a hacer un compromiso de que van a seguir trabajando, sensibilizándose, y apoyando a las y los niños con discapacidad con los que conviven en su escuela o que viven cerca de sus casas», comenta la maestra Danaé Castañeda, quien trabaja en la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) El Grullo.
Fue especialmente con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se conmemora cada 3 de diciembre, que la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) El Grullo convocó a las niñas y niños a participar en esta actividad. Por motivos de cuidar las medidas sanitarias por la pandemia de COVID-19, las maestras se organizaron para que los estudiantes fueran pasando por grupos. Antes de colocarles la pintura en las manos, la directora de la USAER, Marlene Barbosa, les dirigía unas palabras a los participantes para compartir el objetivo del mural colectivo.
«Ahí dice <<romper barreras está en tus manos>> porque recuerden que las personas con discapacidad tienen barreras de discriminación que muchas veces nosotros mismos les ponemos, y esto hace que ellas no lleguen a desarrollas sus objetivos, metas y sueños como nosotros normalmente lo haríamos ¿sale? Eso es lo que simboliza el árbol, que nosotros nos vamos a comprometer a trabajar y ser solidarios con las personas con discapacidad, porque esta escuela es inclusiva», explica Marlene Barbosa, quien además funge como psicóloga dentro de la USAER.
Mientras apoyan con firmeza la palma de su mano en la pared, los niños platican y se preguntan entre ellos quién conoce alguna persona con discapacidad: «Yo tengo un tío que no camina, está en silla de ruedas», comenta un niño entre la multitud, y otro le responde con su propia experiencia, «Mi abuelito no puede ver. Está ciego».
«El Árbol de la Inclusión» ya se ha realizado en otras ocasiones dentro del municipio, y en otros lugares cercanos; actualmente hay dos secundarias en El Grullo que cuentan con su propio árbol, y una primaria en Ayuquila y otra en El Corcovado también realizaron esta actividad algún tiempo atrás. No es mera coincidencia que «El Árbol de la Inclusión» sea una dinámica proyectada para realizarse en escuelas, pues el entorno escolar es un espacio donde aún existen varias barreras para que las niñas y los niños con discapacidad accedan plenamente a su derecho a la educación.
«Uno de los principales objetivos para nosotras en la USAER, es la identificación de los niños con discapacidad, y de las barreras que les impidan lograr su aprendizaje. Las principales barreras son las del contexto. Por ejemplo los mismos maestros que desconocen cómo acercarse de manera adecuada a los alumnos con discapacidad, o cómo impactar su aprendizaje. Otra barrera viene con los contextos que se enfrentan desde las familias, desde que los padres de familia no están muy involucrados o no tienen el interés por informarse acerca de la discapacidad de sus hijos», externa Marlene Barbosa.
El artículo 24 de la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad, declara que los estados deben asegurar que las personas con discapacidad puedan acceder a una educación básica de calidad, gratuita y en igualdad de condiciones con los demás. A pesar de que lo anterior aún no puede ser cumplido al 100 % en la región, cada 3 de diciembre las y los docentes en educación especial tratan de realizar más actividades que sensibilicen a la población respecto a la no discriminación y la inclusión de las personas con discapacidad.
«Lo más complicado es enfrentar las barreras, trabajar en ellas es un gran reto, pero una vez que las identificas no puedes ignorarlas. Yo tengo muy presente la palabra inclusión, yo la trabajo bastante. Me gusta que los niños se sientan parte de sus grupos, se sientan aceptados en su escuela. Lo que busco es realizar actividades donde todos estén incluidos y nadie se le señale. Al final es gratificante observar que entre los más pequeños todos tienen la iniciativa de participar, de ayudarse, y que les nace compartir», dice la maestra Dana, y mientras señala a los estudiantes algunos espacios en blanco en la pared, para que vayan a colocar su huella colorida.
De todas y todos los que participaron, finalmente un pequeño accedió a compartir su testimonio con Letra Fría, aunque por motivos de seguridad no mencionaremos su nombre. Lo que si necesitan saber de él es que su color favorito es el rojo y justamente de rojo pintó su huella en el mural.
«Me siento feliz de que me comprometo con algo que puedo lograr hacer, y que puede mejorar las cosas en un futuro. Voy a tratar bien a las personas con discapacidad, con respeto. Si tuviera un compañero con discapacidad lo trataría con respeto, lo escucharía y si él me dice que necesita ayuda, lo ayudaría», esto fue lo que compartió con mucho entusiasmo el niño, justo antes de correr a lavarse la mano para poder regresar a su salón de clases con el esto de sus compañeros.
DR/GM
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