Por: Darinka Rodríguez
Autlán de Navarro, Jalisco. 03 de abril de 2023.— (Letra Fría).- El por qué una persona decide dedicar su vida a la ciencia, puede llevarnos a respuestas tan variadas como interesantes. En algunos casos, se trata de una vocación presente desde los primeros años de la infancia y de la adolescencia. Tal es el caso de la doctora Claudia Irene Ortiz Arrona, profesora investigadora de la Universidad de Guadalajara, adscrita al Departamento de Ecología y Recursos Naturales del Centro Universitario de la Costa Sur.
“Desde la secundaria la biología me llamaba mucho la atención, mi profesor de aquel entonces me influyó mucho. En la preparatoria mis evaluaciones de orientación vocacional, indicaban que yo tenía una fuerte inclinación por las áreas médico biológicas. Al final opté por entrar a estudiar biología. Todavía en los primeros semestre de la licenciatura me interesaba mucho por las materias médicas; microbiología, bioquímica. Pero cuando entramos a materias relacionadas con los recursos naturales, mi interés dio un giro y me sedujo la botánica”, comparte la bióloga.
Precisamente fue gracias a la botánica, que Clau, como la conocen sus amigos más cercanos, vivió uno de sus encuentros más cercanos con la ciencia, al convertirse en la asistente de un profesor de botánica durante su periodo como estudiante de biología, en la antigua Facultad de Ciencias de la Universidad de Guadalajara (el actual CUCBA). Con él realizó investigación botánica, y a través de la colecta de especímenes comenzó a conocer y entender la diversidad de la flora en la región.
“A partir de ahí me enfoqué en el estudio de la ecología de ecosistemas. Trabajé muchos años en Las Joyas, un Área Natural Protegida de bosque mesófilo de montaña. Actualmente, y desde hace más de una década, me dedico a investigar procesos ecológicos de los bosques ribereños; entender la dinámica del río con su vegetación, de tal manera que ese entendimiento me permita aportar recomendaciones para su conservación y restauración”, me explica la científica de 53 años de edad, quien es originaria del estado de Oaxaca.
Uno de sus mayores méritos como científica e investigadora de los bosques ribereños, es el desarrollo de una metodología que le permite evaluar la calidad de las riberas, y que toma en cuenta diversos aspectos como; la conectividad que mantienen los ríos y arroyos desde su cabecera hasta la desembocadura, la relación entre los cauces y las llanura de inundación, la movilidad de la fauna a través de estos corredores biológicos, la vegetación y la protección que brinda al suelo.
Los esfuerzos de la científica por estudiar los bosques ribereños adquieren mayor valor al descubrir que el último estudio para evaluar la condición de las riberas en el país, se generó hace 13 años, en el 2010, y a nivel estatal y regional hay muy poca iniciativa por investigar y restaurar estos ecosistemas.
“Uno de los hallazgos más recientes que estamos haciendo es poder determinar la calidad de las riberas, no solamente en la cuenca del Ayuquila, también estamos trabajando en las cuencas costeras, específicamente en la cuenca Río Purificación-Cuitzmala. Todos estos aportes son muy útiles, sobre todo ahorita en la década de la restauración ecológica que arrancó en 2021, y que pretende hacer un llamado de mucha preocupación para implementar acciones. Para poder restaurar necesitamos conocimiento, y así guiar acciones realmente efectivas. Nosotros aquí en la región no estamos empezando de cero, tenemos ya una base de información que nos puede permitir avanzar con esas iniciativas”, asevera la doctora Claudia.
Estas evaluaciones a la calidad ecológica de los arroyos en la región, fungen como punto de partida para la planeación y ejecución de acciones que permitan proteger, recuperar y restaurar los ecosistemas ribereños.
En el caso del trabajo de la científica del CUCSur, estos procesos de restauración van de la mano de las comunidades y ejidos, implementando planes de acción que permitan incentivar a la gente a conectar con los ríos.
“Es increíble que cuando conversamos con algunas personas de Autlán dicen que nunca han ido al arroyo Manantlán, El Cangrejo o El Jalocote. Entonces llevarlos al río es también una manera de fortalecer ese amor por el ecosistema que forma parte de nuestra región. Incluso acabamos de realizar una actividad de fotografía, a través de Ciencia Ciudadana, con la plataforma Naturalista conocida a nivel nacional, donde los ciudadanos a través de la fotografía pueden conocer y dar a conocer la diversidad de su entorno, en este caso lo aplicamos a los arroyos locales”, comparte la bióloga.
En cuanto a la vinculación de la comunidad en los proyectos de restauración de ríos y arroyos en la región, la investigadora comenta que ha vivido diferentes experiencias. Desde hace seis años trabaja en la cuenca del arroyo El Cangrejo, en colaboración con las comunidades de Ayutita, La Lima y El Jalocote; pero es en esta última donde el vínculo de la gente con su ecosistema se ha visto más fortalecido.
“Me gustaría destacar la colaboración que tenemos con el ejido El Jalocote. Hace años detectamos, entre las muchas problemáticas que afectan al arroyo, que había demasiada basura, por lo que decidimos hacer una jornada de limpieza de la mano de la comunidad. La primera vez nos tocó generarles la inquietud para que organizaran, el segundo año les hicimos un pequeño recordatorio, pero a partir del tercer año ellos lo han hecho solos. Ya vamos por la jornada número seis. Cada 14 de marzo, Día de los Ríos, me avisan para acompañarlos e invitar a estudiantes y voluntarios”, expone la doctora Claudia, y añade que ella espera que aún después de su retiro, ellos continúen con esta actividad.
A lo largo de su trayectoria, la científica comparte que uno de los mayores aprendizajes fue asimilar que la conservación y restauración de ecosistemas son procesos de mediano y largo plazo. Se trata de un camino en el que siempre puede haber cierto desánimo por no alcanzar los resultados esperados, pero aún solo con los pequeños logros, hay que continuar con las dinámicas de investigación, generando una base de conocimiento para las nuevas generaciones de jóvenes científicos.
Para la doctora Claudia Ortiz Arrona, una de las responsabilidades más grandes de los y las investigadoras, es poder llevar el conocimiento científico a toda la ciudadanía, de una manera entendible, con un lenguaje adecuado.
“No siempre tenemos la experiencia de poder comunicar a los ciudadanos el resultado de nuestras investigaciones, pero debemos hacer el esfuerzo por llevarlo a través de diferentes medios de difusión; radio, televisión, internet y redes sociales. Porque el poder de cambio, más que en el investigador, está en los ciudadanos. Una aporta la información y puede promover iniciativas, pero si no hay un respaldo de parte de los ciudadanos no se puede llegar lejos”, afirma …
Después de años de trabajo como investigadora, la doctora Claudia sostiene que la ciencia ha sido una extraordinaria elección de vida, ya que la ha formado mucho como persona y la impulsó a salir de su zona de confort. Aportar conocimiento que respalde ciertos fenómenos, para poder encontrar la solución a problemáticas ambientales y sociales, eso significa la ciencia para ella.
Edición: Mayra Vargas
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