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El religioso Afro Casino

Afro Casino, Guadalajara.

Por Jesús D. Medina García | Simpatía por el débil

Autlán de Navarro, Jalisco.- Acabo de leer la obra del universitario José Guillermo Celis Romero  Noches tapatías Historia de la vida cabaretera de Guadalajara, 1940-1987, donde da cuenta de cómo se vivieron por 47 años los espectáculos y la diversión en estos espacios que no existen más en la ciudad, fue una época dorada de los cabarets en la capital de Jalisco. 

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Comento también que de manera fortuita acudí a una boda, escuché con atención las palabras del sacerdote y observaba analítica y respetuosamente el desarrollo de la ceremonia, la indumentaria y actitudes de los asistentes. De manera inconsciente mi mente mezcló ambos eventos al recordar un peligroso transe que sucedió tiempo, ¡ah!, y que ahora es parte del anecdotario alimañesco. 

Eran buenos tiempos para mí, por las mañanas trabajaba en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y por las tardes estudiaba Historia en la entrañable Facultad de Filosofía y Letras. Pues resulta que Juan Cedillo compañero burócrata y más mañoso que el Peje, pronto contraería nupcias y junto a Roberto Manteca, el ingeniero Ramón Monroy y los hermanos Guzmán, decidimos hacerle la despedida de soltero ni más ni menos que en el adorable Afro Casino.

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La verdad es que Juan ya vivía con la mujer, pero decidieron casarse, bueno, más bien ella lo decidió y bajo una serie de amenazas y castigos, no le quedó de otra a mi querido y nunca bien ponderado Juaneiro, más que darle gusto a la fémina.

La odisea inició en el Bar Roberto, saliendo de la chamba nos fuimos a departir el vino y la botana, los albures y calambures, y así… como hasta las 11 de la noche, ya encarriladitos nos fuimos al Afro, apenas estaban abriendo, aunque la primera variedad iniciaba a las doce, así que muy fufurufos nos sentamos en una buena mesa a la vez que pedíamos una de Presidente con sus respectivos refrescos.

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Siempre hemos sido desclasados así que con cualquier vino la pasábamos a gusto, lo más valioso era la convivencia y como a varios nos gustaba la literatura no faltaba quien en corto declamara unos versos o escribiera dizque poemas en las servilletas afrodisiacas.

Pues empezó la variedad, primero el conductor que era una mezcla de actor, locutor, cómico y padrote. 

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-¡ Buuueeeeenaaaasss noches distinguida concurrencia…. este es el mejor lugar del espectáculo, bienvenidos al Afroooo Casinooo, aquí en el meritito corazón de Guadalajara… ¿De dónde nos visitan? Señora que bien le quedó el nuevo tinte de su cabello, porque la semana pasada que vino con su esposo lo traía más oscuro… ¿no?… En la madre creo que ya la regué…-, decía el conductor.

Y puras de esas muletillas ya muy jugadas, pero todos nos reíamos y chocábamos las copas. Juan Cedillo ya andaba más tomado que los demás,  se puso muy romántico y sensible.

La variedad continuaba y ahora una bella encueratriz dominaba el escenario declamando ¡Volverán las oscuras golondrinas! Esto propició que Juan se prendiera y solicitara que lo dejaran declamar un breve poema… un mesero le habló al Capi quien nos dijo que no era posible , que ya había un programa, etcétera, pero un buen rollo acompañado de unos billetes lograron “hacer una excepción”. Una poesía, no más de cinco minutos. Ese fue el acuerdo y bueno, nos pareció justo y quedamos agradecidos.

El padrote de ceremonias anunció que un pobre ingenuo se casaría al día siguiente y sólo por ese motivo el Afro Casino, magnánimo como siempre, le daría oportunidad de recitar un poema. A varios parroquianos como que no les pareció, pero bueno; le dieron chance.

Arreglándose la corbata y subiéndose los pantalones con todo y calzón (tipo calzón chino), subió al escenario, dio las buenas noches, algunos se la curaban con sólo verlo. Y que se arranca Juanito con la poesía: “Porqué me quite del vicio” de Carlos Rivas Larrauri: 

“ No es por hacerles desaigre… Es que ya no soy del vicio… Astedes mi lo perdonen, pero es qui hace más de cinco años que no tomo copas, onqui ande con los amigos… ¿Que si no me cuadran?… ¡Harto! Pa’ qué he di hacerme el santito; si he sido rete borracho… ¡Como pocos lo habían sido! Perora sí ya no tomo, ¡manque me lleven lo pingos!

Dende antes que me casara encomencé con el vicio, y luego ya de casado, también le tupí macizo… ¡Pobrecita de mi vieja! ¡Sempre tan guena conmigo…! ¡Por más que l’ice sofrir nunca me perdió el cariño! Era una santa la pobre y yo con ella un endino. Nomás porque no sofriera llegué a quitarme del vicio, pero poco duró el gusto… la de malas se nos vino y una noche redepente, quedó com’un pajarito… Dicen que jué el corazón… ¡Yo no sé lo que haiga sido!, pero sento en la concencia 

En esos momentos inició la rechifla: 

  • Bajen a ese payaso
  • Pinche vato chivato…

Y Juan como si nada… pero se acerca el Capi y nos dice furioso:

-Ya ni la chingan que no ven que esa pinche poesía no va con la clientela, aquí todos somos bien pedotes-

Y tronando los dedos dos meseros golpeadores se subieron a bajar al poeta que borrachote y con lágrimas en los ojos se defendía y forcejeaba, algunos nos subimos para que no lo fueran a golpear , pero los gorilas arremetieron contra nosotros y como pudimos armamos el zafarrancho, otros compas que no tenían vela en el entierro también le entraron al relajo, vamos… como en las películas de Tin Tán.

Casi arrastrado Juan seguía declamando:

Una nochi, al rigresar d’estarle dando al oficio, llego y al abrir la puerta ¡Ay Jesús lo que deviso! Hecho bolas sobre el suelo ‘taba tirado m’hijo risa y risa como un loco, y pegando chicos gritos… «¿Qué ti pasa?…¿Qué sucede?… ¿Ti has guelto loco dialtiro?»… Pero entonces, en la mesa vide el frasco del refino que yo ‘bía dejado lleno, interamente vacío… luego, luego me di cuenta y me puse retemuino; ¡Qui has hecho, izcuintle malvado! ¡Ya bebites el refino!… ¡Pa’ qui aprendas a ser gueno voy a romperte el hocico!… Y a luego con harto susto… que l’hizo volver al juicio, y con una voz de angustia que no he di olvidar, me dijo: «No me pegues papacito, ¡jué por ver a mi mamita como cuando habla contigo! ¡Jué pa’ que ella me besara y m’hiciera hartos cariños!…

Literalmente nos sacaron a patines y empellones, lo bueno es que no pagamos la cuenta, mejor nos fuimos a La Guzmanense,  por ahí mismo en San Juan de Dios (¿serás de Dios?) sobre la calle Álvaro Obregón… al menudo, y el sol como que ya quería salir, sólo le pedimos a Juan Cedillo que si quería declamar se aventara una de Bukowski… por favor.

Charles Bukowski, durante una polémica emisión del programa cultural francés ‘Apostrophes’, en 1978.

Historiador y escritor. Ha publicado en diversas revistas, medios y modalidades. Es profesor investigador titular de la Universidad de Guadalajara.

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