Por: Rodolfo González Figueroa
La Ciénega, Jalisco. 22 de enero de 2021. (Letra Fría).-En el municipio ya hay más casos. Y no sólo en el Municipio, también en la región Costa Sur y Sierra de Amula; y más, todo el sur de Jalisco está contagiándose sin que, al parecer, halla modo de detener la propagación. Las autoridades no han hecho nada para detener este virus.
¿No sabías?
Debemos enterarnos todas y todos.
Cada vez es mayor el número de contagios. Y, al parecer, puede que se propague exponencialmente si las familias siguen abriendo su rigidez, cambiando los hábitos y dando mayor atención a lo esencial. Por ejemplo, escuchar a la naturaleza y al sentido común.
Es claro cómo permanece la tendencia al alza. Por todos lados muchas personas siguen estando en contacto directo y sin cubrirse la boca, por lo que el tema crece no sólo en el país, sino, en el mundo.
El indicador es permanente, la curva no se aplana, los datos existentes no muestran ni la mitad de la realidad. Hay muchos casos escondidos, relegados, aislados que no entran en las bases de datos de quienes se encargan de medir el número de contagios y de casos establecidos en diversos territorios.
Muchas personas no avisan y no consultan. No atienden las medidas oficiales ni mucho menos los mandatos, quizá por eso siguen reproduciéndose los huertos, chicos y grandes, medianos, en botes, en llantas o en el patio. Huertos familiares, comunitarios, escolares, pedagógicos o terapéuticos. Horizontales, verticales, circulares o cuadrados.
Donde nace un huerto se crea un foco de infección comunitaria muy saludable, es irreversible y por fortuna, no tiene control.
Mujeres en grupo, en colectivo deciden hacer otra agricultura, chiquita y a pequeña escala, pero más diversa que los monocultivos agroindustriales. Chiquita, pero más rica en conocimientos, memoria y cultura que la mecánica y asesina agroindustria.
Las niñas y niños, también se contagian, y mucho. Son los más vulnerables y, una vez contagiados, son excelentes propagadores de la conciencia alimentaria. En el huerto y en la milpa aprenden otras pedagogías que no estresan, sino, que liberan. Que no enferman, sino, que sanan.
Contagios descontrolados y desmedidos que motivan la soberanía alimentaria, curvas que ascienden sin aplanarse.
Relieves, geografías y edafologías productivas y agroecológicas que transmiten diversidad infectando a la normalidad monocultural y homogénea.
Siguen regándose, diseminándose, reproduciéndose afortunadamente sin control, las iniciativas de autonomía y autogestión que invitan a juntarnos, a religarnos, a reconectarnos con la tierra, la biodiversidad y el territorio tan olvidado.
Eso que llaman pandemia que mata y enferma, también es origen de otra realidad que nos hace renacer y nos cura. La agricultura en nuestras manos. ¿Agriculturademia?
Ahí dónde nace una milpa entre el concreto o en el traspatio, se abre una grieta que, junto con eso que llaman pandemia, terminará por fracturar y derribar a un sistema que de por sí, venía ya cayendo solito y sin vértigo.
La independencia alimentaria está trayendo consigo una ruptura al modelo de consumo, acaparamiento y despojo del mercado dominante. La soberanía alimentaria está curando a los pueblos, a los suelos y a los cielos. Los virus del capital sucumben ante el coctel microbiológico de los cuerpos agroecológicos que antes de aislarse salen al sol y a la tierra y esparcen con mucha energía y amor semillas libres para transformar sociedades.
Huertos y Milpas diversas nacen aquí y allá.
Sal y contágiate junto con tu familia y tus seres queridos, la principal medida sanitaria es recuperar la capacidad de creatividad y transformación de tu espacio, tierra, terruño o territorio.
Sí, cada vez hay más contagios.
Tener ganas o curiosidad de sembrar una semilla en la tierra o regar plantitas, son unos de los principales síntomas. Si sientes ganas de cosechar tu propia zanahoria o algún otro alimento, felicidades, ya estás contagiad@.
MA/JE